Federico Ávila (Lantania): “Mi ocio son mis cinco hijos, me obligan a desconectar”

El presidente de la constructora Lantania ha cumplido su sueño de tener una familia extensa

Federico Ávila, presidente de Lantania.

Federico Ávila (Carballo, A Coruña, 48 años), al que todos llaman Ficos, preside Lantania, el grupo de infraestructuras, agua y energía que nació de las cenizas de Isolux y que factura 371 millones de euros. Es un enamorado de la localidad coruñesa de Laxe, donde conoció a su mujer con 21 años y donde siguen pasando los veranos.

Pregunta. Es ingeniero de Telecomunicación y diplomado en empresariales. ¿De pequeño qué quería ser?

Respuesta. No conozco a ningún niño que quiera ser ingeniero (ríe). Vengo de una familia de licenciados en Derecho, hasta primero de BUP era eso lo que quería estudiar. En verano mi padre tuvo la maravillosa idea de regalarme un Código Civil. Me dijo: “Como vas a tener todas las vacaciones por delante, si quieres hacer Derecho te vas leyendo cinco o diez artículos y por la tarde me preguntas”. Terminé el verano y dije que quería ser ingeniero.

P. ¿Qué le motivaba?

R. Me gustaba muchísimo la informática, pero no como un fin, no quería dedicarme a programar. Me gustaba como herramienta para hacer algo más. Hice telemática, comunicaciones entre ordenadores. Veía el futuro de una manera muy idealizada. No me arrepiento para nada, creo cada vez más en la transversalidad, no en las especializaciones. Una ingeniería te da una capacidad, unas herramientas, y tú tienes que utilizarlas como base.

P. También tiene un MBA. Era muy chapón ¿no?

R. [Ríe] Todos los que estábamos en teleco teníamos ese perfil, sí.

P. ¿Cuánto tiempo le dedica al ocio?

R. Lo de decir ocio es relativo. De lunes a jueves tengo menos tiempo, pero los viernes intento salir pronto para estar en casa temprano. Tengo cinco hijos, ese es mi ocio (ríe). Para mí la mejor gestión del estrés es entrar por la puerta de casa, me obligan a desconectar de manera instantánea. Tengo tres niñas y dos niños. La mayor tiene 18, está en la universidad. Cuando eran más pequeños tuvimos épocas de estar metidos en el pozo, de no ver la luz (ríe). Recuerdo ir a la oficina sin haber dormido ni una hora.

P. ¿Su pareja cómo lo lleva?

R. Cuando eran más pequeños, recuerdo una vez que dejamos a los niños con una cuidadora y nos fuimos al Carrefour mi mujer y yo, ¡y sentimos que éramos felices! (Risas). Quizá sea un poco triste decir esto, pero así fue. Mi mujer es médico, de Zaragoza, es alergóloga. Es ella la que más se vuelca de lunes a viernes, sin ninguna duda. Trabaja en consulta en la sanidad pública. Eso le permite cogerse una excedencia por cuidado de hijos de un mes en verano, que suma a las vacaciones.

P. ¿Viaja mucho?

R. Por trabajo más de lo que me gustaría, pero no tanto como llegué a viajar en otros momentos de mi vida. Cuando vivía en Austin (EEUU) de martes a jueves toda la semana estaba fuera. Por placer, un sueño que me encantaría cumplir es tener dos o tres meses para recorrer España con mi mujer. Con tiempo y sin agenda.

P. ¿Un viaje que recuerde con cariño?

R. Un viaje que hicimos a Disney World de Florida. Fuimos todos juntos, una semana, que no nos llegó a nada.

P. ¿Un sueño que no haya cumplido?

R. Seguro que hay alguno, pero nada que me traumatice. En la parte personal, siempre quise tener una familia grande. En casa éramos tres hermanos, digo éramos porque mi hermano pequeño falleció el 19 diciembre de 2022. Lo mejor que he tenido han sido mis hermanos, me hubiese gustado haber tenido más.

P. ¿Un restaurante en Madrid?

R. Nos gusta mucho un gallego, La Penela, tienes buena tortilla de Betanzos, carne asada, callos con garbanzos.

P. ¿Un deporte?

R. Me gusta el fútbol, pero soy muy malo. Intento salir a correr el fin de semana y durante la semana me he enganchado al fitboxing.

P. ¿Madrid es un buen lugar para vivir?

R. Sí. El hecho de estar casado con una maña, tener hijos madrileños, haber estado fuera… la verdad es que Madrid cada vez me gusta más. No quita que tengamos nuestra casita en Laxe, donde nos escapamos en verano.

P. ¿Qué lección ha recibido que le haya marcado?

R. Me vienen a la cabeza muchísimas frases. Lo que te enseña la edad es a relativizar las cosas, a que no se acaba el mundo. Un año no es nada en una vida, ni dos. En EE UU mucha gente termina la carrera y se va un año a conocer el mundo, algo muy enriquecedor, mientras que aquí estás deseando empezar a trabajar. Otra cosa que aplico en los negocios es lo que me decía mi padre, que me preparase para lo peor. Si luego las cosas son más sencillas, mucho mejor. Mi madre solía decir que el tiempo pone a cada uno en su lugar.

P. ¿Qué cualidades cree que le han ayudado en su vida?

R. Creo que la constancia. Creo que tengo un carácter afable, creo mucho en los equipos, en las personas.

P. Cuando piensa en el futuro, ¿qué le preocupa?

R. Que mis hijos sean felices y que haya salud.

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