Latinoamérica: la ortodoxia monetaria evita males mayores
La región está superando un fuerte choque inflacionario, no visto en varias décadas
La actividad económica en Latinoamérica crecerá un 1,4% en 2024, por debajo de 2023 (2,0%) y del promedio de entre 2007 y 2019 (2,2%). Este resultado esconde una tendencia encontrada entre las principales economías de la región. Por una parte, Brasil, México y Argentina se desacelerarán el próximo año, mientras que Chile, Colombia, Perú y Uruguay verán una recuperación, aunque todavía tenue. El bajo crecimiento es por una combinación de factor...
La actividad económica en Latinoamérica crecerá un 1,4% en 2024, por debajo de 2023 (2,0%) y del promedio de entre 2007 y 2019 (2,2%). Este resultado esconde una tendencia encontrada entre las principales economías de la región. Por una parte, Brasil, México y Argentina se desacelerarán el próximo año, mientras que Chile, Colombia, Perú y Uruguay verán una recuperación, aunque todavía tenue. El bajo crecimiento es por una combinación de factores: menor dinamismo de la actividad global y de la compra de materias primas; política monetaria restrictiva en la mayoría de economías y estragos en la capacidad adquisitiva de una alta inflación; y alta incertidumbre política y social.
La región no fue ajena al choque inflacionario global, con fuertes incrementos y picos entre mediados de 2022 y comienzos de 2023 en la mayoría de países, pero ha visto una importante moderación, alcanzando registros en torno al 5,0%. Destacan Brasil y Chile, que materializaron una respuesta de política monetaria más temprana y contundente, permitiendo contener más temprano las expectativas de inflación. Por contra Colombia, que pese a alcanzar uno de los tipos de política más elevados, ha experimentado un ciclo más persistente de inflación, con registros alrededor del 10%. La excepción es Argentina, con una escalada de precios galopante que supera ya el 140% anual. Eso sí, se espera que en 2024 la inflación siga descendiendo y se aproxime en la mayoría de países a su objetivo inflacionario.
En este entorno, varios bancos centrales han iniciado la rebaja de tipos, al igual que en el ciclo alcista, antes que las economías desarrolladas. Chile está a la cabeza, mostrando también que una respuesta muy agresiva en el ciclo bajista puede conllevar costes en el debilitamiento de su moneda. En el lado opuesto está Colombia, con una inflación aún alta, y México, condicionado por un banco central especialmente riguroso en el objetivo de estabilidad de precios que además mira de reojo a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed); con todo, seguramente más temprano que tarde se unan al resto de la región en el inicio del ciclo bajista en tipos de interés. El periodo de moderación de estos será más lento que el alcista, y probablemente su llegada sea en niveles superiores a los observados antes de la pandemia.
En definitiva, América Latina está superando un fuerte choque inflacionario, no visto en varias décadas, con efectos contenidos en el deterioro de la actividad y en el alza de la inflación y sus expectativas. Prueba que una política monetaria responsable e independiente contribuye a mantener la estabilidad económica de los países y el apetito inversionista, ayudando así a suavizar el ciclo y evitar un fuerte deterioro en el bienestar de la población.
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