España busca no quedarse atrás en la ola inversora del deporte

Los expertos coinciden al señalar las potencialidades españolas tanto en la atracción de proyectos deportivos como en su capacidad para exportarlos

Los delanteros del Real Madrid Vinícius Junior (d) y Rodrygo Goes celebran el gol del primero al Manchester City en la ida de las semifinales de Champions League.Rodrigo Jiménez (EFE)

Hay una ola mundial de inversiones en el mundo del deporte que crece año a año. ¿España está en la playa, mirando desde lejos, surfea la ola o se ha caído de la tabla? Atendiendo a la opinión de los expertos en la materia, parece que la estamos cogiendo, pero con menos impulso del que podríamos.

“Somos, por distintas y poderosas razones, el país más atractivo para inversores internacionales interesados en este sector”, indica Luis García, gestor de Mapfre AM Behavioral Fund, un fondo de Mapfre que invierte en empresas deportivas. “Sin embargo”, continúa, “aunque se han dado pasos muy im...

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Hay una ola mundial de inversiones en el mundo del deporte que crece año a año. ¿España está en la playa, mirando desde lejos, surfea la ola o se ha caído de la tabla? Atendiendo a la opinión de los expertos en la materia, parece que la estamos cogiendo, pero con menos impulso del que podríamos.

“Somos, por distintas y poderosas razones, el país más atractivo para inversores internacionales interesados en este sector”, indica Luis García, gestor de Mapfre AM Behavioral Fund, un fondo de Mapfre que invierte en empresas deportivas. “Sin embargo”, continúa, “aunque se han dado pasos muy importantes en la buena dirección, todavía no se ha explotado al máximo esta situación de ventaja competitiva”.

Diego Calatayud, diplomático español en Zimbabue y autor del informe La diplomacia deportiva como actor de la España global. La necesidad de un modelo para España (2019), identifica algunas de esas ventajas. “Tenemos deportistas de altísimo nivel, muy por encima de lo que nos correspondería por población. Y además esos deportistas son muy queridos, precisamente por las características positivas asociadas a lo español que se dan internacionalmente”, indica, y pone como ejemplos a Rafa Nadal o Pau Gasol. Además, cree que España cuenta con “organizaciones privadas que han sacado absoluto oro de las posibilidades que tenían, clubes muy potentes que han sabido colocarse en lo más alto de sus disciplinas”. Entre ellos destaca los clubes de fútbol y de baloncesto, pero también a LaLiga o las federaciones de fútbol y atletismo, “que han sabido hacer una proyección internacional importantísima en los últimos años”.

El gestor de fondos de Mapfre apunta otra potencialidad española: “La parte más importante del deporte no es la virtual, sino la física. Las tendencias a nivel mundial, en cuanto a la práctica del deporte y el interés por cuidar nuestra salud, son tremendamente positivas. Aquí encontramos una de las grandes ventajas de España: el clima, nuestro estilo de vida y el desarrollo de instalaciones deportivas nos sitúa muy por delante para aprovechar ese apetito inversor, si se ponen los medios adecuados”.

“La inversión en deporte en España ha crecido notablemente en los últimos años, pero todavía estamos al inicio de esta ola. Precisamente ese es el momento más interesante para invertir en cualquier industria: cuando los fundamentales económicos y las tendencias son positivas, pero el capital todavía no ha llegado en masa y, por tanto, los precios son aún atractivos”, añade García.

Es un diagnóstico parecido al de Óscar Iranzo, director comercial para España y Portugal de Nielsen Sports, una de las principales empresas de medición de datos, audiencias y análisis. Pone el acento en la velocidad con la que se han recuperado los patrocinios tras la pandemia. “En España, y a pesar de efectos adicionales a los del coronavirus como la limitación de las casas de apuestas y el patrocinio, la recuperación ha sido a un ritmo mayor al del resto de mercados europeos”. De 2021 a 2022 este mercado creció un 14% en España, frente al 10% del Reino Unido, el 6% de Francia o el 3% de Alemania, según datos de Nielsen.

Baches en el camino

Pero no todos son virtudes en la capacidad española de atraer inversiones. Los aficionados al fútbol saben que los dos últimos campeones ingleses de la Champions League, Manchester City (2023) y Chelsea (2021), aceleraron su rendimiento a partir de la entrada de capital extranjero en sus clubes. Al primero llegó una fortuna de Abu Dabi, al segundo otra rusa. Antes eran clubes del montón, el primero con solo dos títulos de liga en su larga historia y el segundo, uno. No todos los clubes de fútbol ingleses impulsados por inversores extranjeros han logrado tanto éxito, pero hay varios ejemplos muy positivos. Eso es algo más difícil de encontrar en España.

El Espanyol, que adquirió en 2015 el grupo chino Rastar Group, acaba de bajar a Segunda. El Valencia, propiedad del inversor de Singapur Peter Lim desde 2014, se ha salvado por los pelos y evoca su gloria pasada como un bonito recuerdo. No solo no hay casos como los del Manchester City o Chelsea en España, en los que la nueva propiedad logra llevar a un club mediano a lo más alto, es que además hay ejemplos de gestión nefasta: nadie olvida en Vitoria el paso de Dimitri Piterman por el Alavés, que casi se lleva el club por delante, justo lo que puede estar sufriendo el Málaga de la familia Al-Thani, que acaba de descender a la tercera categoría del fútbol español. Las cosas han ido mejor en Girona o Almería, pero con objetivos moderadamente ambiciosos.

Calatayud pone en cuestión la conveniencia de estas inversiones si no hay una estrategia solvente: “Los resultados pueden ser catastróficos. No sé si el efecto que ha tenido la inversión es positivo o no para clubes como el Valencia, pero seguro que no es el que esperaban”. “En fútbol, salvo contadas excepciones, una gran inversión, que parte de cero, no significa resultados inmediatos, ya que debe venir acompañada de continuidad en el tiempo”, añade Iranzo. García reconoce que “no hay una fórmula mágica”, pero también considera que “prestamos más atención habitualmente a las historias de fracasos que a las de buena gestión. Porque, además, las cosas bien hechas suelen tener un efecto que se ve más a largo plazo”.

Espectadores intentan coger una toalla del tenista Rafa Nadal, tras un partido en Florida, Miami (EE UU).MATTHEW STOCKMAN (AFP)

Otro cantar es la inversión como país en el exterior a través del deporte, la llamada diplomacia deportiva. Calatayud, que ha estudiado en profundidad este fenómeno, cree que no compensa si no hay una relación entre los estándares democráticos y la imagen positiva que se intenta transmitir a través del deporte: “Mira el caso de Rusia. Ha celebrado muchísimas competiciones deportivas en los últimos años (Juegos Olímpicos de invierno de Sochi en 2014, Mundial de fútbol en 2018...), pero si luego invades países extranjeros en términos reputacionales no puede ser más desastroso. El impacto potencial del deporte es muy alto, es un instrumento para hacer llegar una imagen-país, una gallina de huevos de oro. Pero sin armonía entre este sector y otros no funciona”.

Este experto pone como ejemplo de diplomacia deportiva efectiva la que efectúa Estados Unidos o Australia, “espejos” en los que se puede mirar España. “En Estados Unidos dedican muchísimos recursos, cifras que se nos escapan, y con una coordinación aparejada a la diplomacia cultural y educativa. En Australia, en vez de buscar proyección al mundo, lo plantean como proyección regional, mirando al Sudeste asiático, que es donde tienen sus intereses. Han conseguido resultados muy exitosos, con mejoras en el comercio con esos países”, explica. Cree que para copiar estos modelos de éxito, España tendría que trabajar de forma “más coordinada”: “Ahora tenemos por un lado el Consejo Superior de Deportes, por otro las ligas y por otro las federaciones, cada una haciendo lo que puede. Otros países europeos lo hacen igual, y es mucho mejor aunar esfuerzos”. El principal reto en el camino es conseguir acoger el Mundial de fútbol de 2030 junto a Portugal y Marruecos, competición por la que también compite la candidatura conjunta de Arabia Saudí, Egipto y Grecia.

Control financiero de los clubes de fútbol españoles

La concentración de inversiones en la Premier League, aparejado con su mayor capacidad de generar ingresos por su mayor recaudación en derechos de televisión, solivianta a los clubes de fútbol españoles. Aunque los resultados deportivos siguen siendo muy positivos en competiciones europeas (el Real Madrid ganó la Champions League de 2022 y el Sevilla, la última Europa League) la tendencia de largo recorrido siembra dudas. Con todo, Iranzo destaca que el modelo español asegura mayor estabilidad: “Las reglas de control financiero de LaLiga, de igual cumplimiento para todos, tratan de garantizar que las inyecciones de capital extranjero mantengan unos parámetros adecuados de mercado”.

García coincide al señalar ese control financiero como una virtud: “Desde hace ya muchos años, LaLiga lleva haciendo una apuesta mucho más firme que sus vecinos por el control financiero de los clubes, encaminado a asegurar su sostenibilidad a largo plazo. Ahora estamos en un momento en el que, a corto plazo, estamos viendo jugadores talentosos que se van a otras ligas, como la inglesa, en las que están entrando inversores acaudalados inyectando mucho dinero. Pero, ¿qué pasara cuando ese grifo se cierre?”.

Ante esa expansión de otros clubes extranjeros, entre otros motivos, Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid rompieron la baraja en 2021 anunciando su participación en la Superliga, una competición con otros grandes clubes del continente, entre ellos los seis principales de la Premier League, como alternativa a la Champions. El proyecto fue un fiasco: nada más empezar, ante las protestas de las ligas nacionales y de los aficionados (especialmente en el Reino Unido), casi todos los clubes abandonaron el barco, incluido el Atlético de Madrid. Solo siguen defendiendo esta competición Real Madrid y Barcelona, después de que la Juventus planté por carta la posibilidad de abandonar el grupo. “Estas iniciativas no pueden perder de vista que la cultura del aficionado al deporte en Europa es distinta a la de otras regiones. Y, en nuestra opinión, solo serán exitosas si respetan y potencian esa esencia, que engloba también la importancia de las competiciones nacionales”, finaliza García.

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