El BCE, fiel al manual
Christine Lagarde explicó que para el BCE no hay una contradicción entre estabilidad de precios y estabilidad financiera
Al Banco Central Europeo (BCE) le tocó el pasado jueves tomar una decisión en difíciles circunstancias, en medio de fuertes turbulencias de los mercados financieros y con el sector bancario en el ojo del huracán tras la quiebra del Silicon Valley Bank y los problemas de Credit Suisse. El organismo monetario ...
Al Banco Central Europeo (BCE) le tocó el pasado jueves tomar una decisión en difíciles circunstancias, en medio de fuertes turbulencias de los mercados financieros y con el sector bancario en el ojo del huracán tras la quiebra del Silicon Valley Bank y los problemas de Credit Suisse. El organismo monetario subió los tipos de interés en 50 puntos básicos hasta situarlos en el 3,50%, una decisión que no fue respaldada por todos los miembros del Consejo de Gobierno, ya que algunos habrían preferido esperar (o subir los tipos de interés en menor cuantía) y valorar el impacto de las recientes turbulencias.
La decisión era en teoría fácil, pero en la práctica complicada. Fácil porque, estando el BCE condicionado por su principal mandato, es decir, la estabilidad de precios, y presentando unas previsiones en las que la inflación sigue muy por encima del objetivo y se moderan lentamente, no había mucho margen para alejarse del compromiso adquirido en su reunión del pasado mes de febrero. Pero era una decisión complicada en la práctica porque se toma en un contexto en el que sobrevuela el riesgo de inestabilidad financiera y, por ello, también se podría argumentar que ser más gradual podría reducir la probabilidad de escenarios peligrosos.
En un buen ejercicio de pedagogía, Christine Lagarde, presidenta del organismo con sede en Fráncfort, explicó que para el BCE no hay una contradicción entre estabilidad de precios y estabilidad financiera. Simplemente, son dos objetivos distintos que se afrontarán con instrumentos separados (tipos de interés y líneas de liquidez, respectivamente). De esta forma, el BCE puede llevar bien a gala que no se somete al dominio financiero, que de existir pondría en riesgo la estabilidad de precios.
¿Quiere esto decir que será ajeno a las tensiones financieras que se están dando desde hace una semana? Evidentemente no. Por un lado, en esta ocasión el BCE mostró más flexibilidad y no dio guía sobre los siguientes movimientos, tomando así buena nota de que no es recomendable comprometerse ex-ante en un entorno tan incierto. Por otro, dejó claro que está listo para utilizar los instrumentos que sean necesarios si surgen problemas de liquidez (algo que ahora mismo no ven; todo lo contrario, la posición de liquidez es holgada). Y, por último, el BCE estará vigilando las condiciones financieras, que en última instancia condicionan el escenario económico y las perspectivas de inflación.
A menos que el escenario cambie sustancialmente, cabría esperar alguna subida adicional de menor cuantía. Pero serán los datos económicos y financieros, y la creciente evidencia del impacto de la política monetaria, los que determinarán la decisión.
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