La soltería le sienta bien a Banco Sabadell
En 2020, la entidad estaba con el agua al cuello e intentó una fusión con el BBVA. Tras la boda fallida llegó un nuevo equipo gestor que ha logrado enderezar el rumbo
El año 2020 supuso un antes y un después para el Banco Sabadell. Entonces estaba con el cartel colgado de se vende, en una tesitura difícil y con una capacidad de seguir en solitario cuestionada. Sin embargo, en las conversaciones con el BBVA para su fusión se produjo el punto de inflexión: la oferta resultó insuficiente, la entidad vallesana se plantó, al banco que dirige Carlos Torres se le encogió el brazo y no hizo contraoferta. Todo encajaba para acabar en boda. El Sabadell estaba en una situación crítica y el BBVA ...
El año 2020 supuso un antes y un después para el Banco Sabadell. Entonces estaba con el cartel colgado de se vende, en una tesitura difícil y con una capacidad de seguir en solitario cuestionada. Sin embargo, en las conversaciones con el BBVA para su fusión se produjo el punto de inflexión: la oferta resultó insuficiente, la entidad vallesana se plantó, al banco que dirige Carlos Torres se le encogió el brazo y no hizo contraoferta. Todo encajaba para acabar en boda. El Sabadell estaba en una situación crítica y el BBVA tenía exceso de capital tras la venta de su filial en Estados Unidos. Sin embargo, la operación fracasó y se firmó el divorcio antes del matrimonio.
Josep Oliú, presidente del Sabadell, dio un golpe de timón que se inició con el fichaje de César González-Bueno como consejero delegado y primer ejecutivo de la entidad. Su incorporación, según explicó en un corrillo con periodistas el propio Oliú en la última junta general de accionistas, no se hizo para poner en valor el banco para su venta sino para darle la vuelta al negocio. Y la jugada le salió redonda: en poco más de dos años la acción ha pasado del mínimo marcado a final de noviembre (0,25 euros por acción) a superar los 1,20 euros por título la semana pasada. “La percepción de los inversores del Sabadell ha mejorado significativamente. En términos de beneficios, las rentabilidades deberían converger con los niveles prepandémicos”, recoge UBS en un reciente informe. Eso sí, el grupo vallesano sigue cotizando con descuento, a la mitad de su valor en libros. Y tampoco hay que olvidar que el acelerón se consigue, en parte, gracias a que partía de un suelo muy bajo.
Existen muchos matices, aunque resulta indiscutible que la situación del banco se ha dado la vuelta. De hecho, lo que eran recelos de los inversores (no terminaban de ver la viabilidad de la entidad en solitario) se ha convertido en recomendaciones de compra. “El banco parecía que estaba en un limbo, que no terminaba de encontrar su sitio. Pero hubo un cambio de rumbo y un cambio de percepción del mercado claro”, recuerda Nuria Álvarez, analista de Renta 4.
En las crisis, se dice, surgen las oportunidades. Y esta, para el Sabadell, era doble o nada. El banco relevó a Jaime Guardiola por González-Bueno, Oliú cedió las funciones ejecutivas, se remodeló la dirección, se sacó adelante un nuevo plan estratégico y, además, se llevó a cabo un plan de ajuste de plantilla y oficinas. “Los bancos, con el paso del tiempo, acaban purgando sus pecados. El caso del Sabadell ha sido un muy buen ejemplo”, explica José Ramón Iturriaga, socio y gestor de Abante.
El nuevo management ha contado con un entorno favorable por diferentes vías. Por un lado, al cambiar la cúpula siempre es menos complejo hacer tabula rasa y acometer ajustes. “Cuando llegas nuevo es más fácil recortar, cambiar la estrategia y el enfoque”, afirma Álvarez. Aunque la nueva directiva, en todo momento, valoró el trabajo previo: “Ellos mismos reconocen que no se encontraron un banco muerto, aunque es cierto que la antigua dirección llegó ya agotada”, añade Iturriaga. El equipo de González-Bueno ha contado asimismo con un viento a favor considerable: las subidas de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE).
Los frutos del cambio han llegado en forma de beneficios en 2022: cerró el ejercicio con unas ganancias de 859 millones de euros, casi un 62% más que el año anterior. Es decir, logró su segundo mejor resultado histórico, solo por debajo de los 900 millones de 2006, cota a la que ya apunta en este ejercicio. Estas cifras contrastan, por ejemplo, con las ganancias pírricas de 2020, en el ejercicio en que se negoció la operación con el BBVA: solo ganó entonces dos millones de euros y la filial británica TSB acabó unos números rojos de 220 millones de euros. Y el futuro próximo parece favorable: “Somos optimistas porque hay una parte del libro a la que no le ha dado tiempo a repreciarse”, explicó Leopoldo Alvear, director financiero del Sabadell, en la presentación de resultados. Esto se debe a que las hipotecas variables, referenciadas al euríbor, se suelen actualizar una vez al año. Es decir, falta por revisar los contratos de aquellos préstamos que lo hacen en el primer semestre. De hecho, el margen de intereses subió casi un 25% en el último trimestre, más del doble del 11% anotado en el año.
Otra cuestión es la evolución en Bolsa que pueda mantener el grupo. Tras unos incrementos tan pronunciados, invita a pensar que toca una etapa de estabilización o incluso algo de corrección. “Debería respirar un poco antes de seguir subiendo. Por muy barato que estuviese, es difícil mantener este ritmo”, añade Álvarez, de Renta 4. Pese a ello, el sector financiero mantendrá el viento a favor en los próximos meses y el Sabadell también se debe beneficiar de ello.
Indigestión con TSB
La pandemia supuso una piedra de toque que casi se lleva por delante al banco. “Los errores se magnificaron, sobre todo por el entorno de tipos negativos”, relata Iturriaga. Eran muchas las tareas pendientes que tenía el banco. Entre ellas, contaba con una estructura que no estaba dimensionada, como asegura Joaquín Robles, analista de XTB: “Tenía una plantilla envejecida y poco digitalizada”. De hecho, en el último año se firmó la salida de casi 1.200 empleados y el cierre de 130 oficinas.
Aunque el mejor reflejo del antes y el después del banco es su filial británica TSB. En 2015 se la compró a Lloyds por casi 2.400 millones de euros y la operación resultó un quebradero de cabeza. Lo más sonado fue el fiasco de la migración tecnológica en abril de 2018, un incidente que impactó con fuerza en su cuenta de resultados. “El mercado lo vio como una operación fallida, con muchos problemas y en números rojos”, resalta Álvarez. Esta situación también se ha dado la vuelta, como se resalta en las cuentas de 2022: la filial ganó el pasado año 87 millones, una vez descontados alrededor de 25 millones de impacto negativo por la multa pactada con las autoridades británicas por los problemas de la migración tecnológica.
La posibilidad de desinvertir en TSB siempre ha existido, aunque ahora, una vez pasada la travesía por el desierto, se descarta que el Sabadell lo venda a cualquier precio: “No queremos generar rumores ni inestabilidades sobre TSB”, aseguró González-Bueno en la presentación de resultados. Eso sí, a pesar de los números verdes que aporta la filial británica, tampoco hay que perder la perspectiva y se trata de una inversión que aún no es rentable. Le queda camino por recorrer, aunque al menos ahora ya no resta. “Lo van a vender seguro. No sé cuándo, pero lo harán. Lo que no querían era venderlo mal”, zanja Iturriaba.
Otra cuestión será la ventana de oportunidad en la que se produzca esa posible operación, según fuentes cercanas al banco. Es decir, si llega una buena oferta en un momento en el que, además, coincida con alguna oportunidad de mercado. “Si hay algún interesado con una buena oferta, creo que no les temblará la mano en salir del Reino Unido”, afirma Álvarez. Sobre lo que hay más dudas es si se utilizaría ese cash para embarcarse en otra compra, más teniendo en cuenta los problemas que tuvo para digerir TSB.
A cierre de 2022, el banco cuenta con un exceso de capital de unos 3.000 millones sobre los requerimientos del BCE, aunque solo de unos 400 millones sobre el objetivo de capital de máxima calidad fijado en su plan estratégico. Eso sí, a esto habría que sumar la cantidad que se embolsara en una posible desinversión. “Habrá que ver en qué punto está el sector y si prefiere crecer en España o, por ejemplo, centrarse en México donde tiene una pequeña franquicia”, añade Álvarez, de Renta 4. El Sabadell espanta los fantasmas de la venta y ahora solo piensa en crecer.
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