Historia de dos inflaciones
Los precios deberían moderarse hacia final de año tanto en EE UU como en Europa y, si las perturbaciones de oferta decaen, con más intensidad en 2023
La inflación sigue subiendo y, aunque lo ha hecho a distinto ritmo, está alrededor del 9% interanual en junio a ambos lados del Atlántico. No obstante, el aumento de la inflación subyacente, sin la evolución de los precios de los productos energéticos y de los alimentos, ha sido más contenido en Europa (algo inferior al 4%) que en EE UU (alrededor del 6%). Es cierto que la recuperación de la demanda europea va retrasada con respecto a la estadounidense, en...
La inflación sigue subiendo y, aunque lo ha hecho a distinto ritmo, está alrededor del 9% interanual en junio a ambos lados del Atlántico. No obstante, el aumento de la inflación subyacente, sin la evolución de los precios de los productos energéticos y de los alimentos, ha sido más contenido en Europa (algo inferior al 4%) que en EE UU (alrededor del 6%). Es cierto que la recuperación de la demanda europea va retrasada con respecto a la estadounidense, en parte por el distinto tamaño de los estímulos durante la pandemia, pero la evolución de la actividad y de la inflación también están afectadas por un cúmulo de perturbaciones que está golpeando a ambas economías de manera desigual.
De acuerdo a las estimaciones realizadas por BBVA Research, el aumento de la inflación en EE UU obedece a factores de oferta, aunque sobre todo a causas domésticas relacionadas con la fuerte recuperación de la demanda y con el tensionamiento del mercado de trabajo tras la caída de la población activa, a lo que se unió una política monetaria extraordinariamente acomodaticia ya en 2021 dada la situación cíclica de la economía. Por contra, en Europa el aumento de la inflación responde principalmente a perturbaciones externas de oferta, con un fuerte aumento de los precios de las importaciones, siendo muy vulnerable a la invasión rusa de Ucrania así como a los cierres en China, lo que se está intensificando con la depreciación del euro. Las empresas parecen estar trasladando los mayores costes para no reducir más los márgenes, ya comprimidos durante la pandemia.
La Reserva Federal estadounidense seguirá endureciendo la política monetaria (al 4% en el primer trimestre de 2023), dispuesta a lo que sea necesario por el lado de la actividad y el empleo para evitar así el desanclaje de las expectativas de inflación y transitar a un régimen de inflación elevada y persistente como en los años 70. El Banco Central Europeo también subirá los tipos de interés (al 2% a mediados de 2023), pero la tarea es más ardua dada su menor efectividad para contrarrestar los choques de oferta a la vez que tendrá que prevenir la fragmentación de los mercados financieros.
La inflación debería moderarse hacia final de año en ambas regiones y, si las perturbaciones de oferta decaen, con más intensidad en 2023 aunque claramente por encima del objetivo (4,3% en EE. UU. y 3% en la eurozona) y con riesgos al alza. A medio plazo existe incertidumbre, ya que se vislumbran más reformas estructurales, potencialmente inflacionistas, necesarias para adaptarse al nuevo entorno económico y geopolítico, reorientando el mix de energía y de cadenas de valor para conseguir unas economías más sostenibles y resilientes.