Ezentis se asoma al precipicio

El grupo de infraestructuras para telecos, controlado por el millonario José Elías, se desploma en Bolsa después de que la Sepi rechazara su rescate con dinero público

La compañía registró unas "pérdidas insólitas", de más de 144 millones de euros en 2021.EUROPA PRESS (EUROPA PRESS)

Don’t make me walk if I can fly! El optimista estado de Whats­App del empresario José Elías contrasta con la marcha de una de las compañías donde es accionista mayoritario, Ezentis, hundida en Bolsa y atrapada por las pérdidas después de que la Sepi rechazase su rescate por valor de 70 millones de euros. Sus cuentas arrastran heridas profundas, como quedó reflejado en la agitada y por momentos cómica junta de accionistas del pasado 20 de junio. El pres...

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Don’t make me walk if I can fly! El optimista estado de Whats­App del empresario José Elías contrasta con la marcha de una de las compañías donde es accionista mayoritario, Ezentis, hundida en Bolsa y atrapada por las pérdidas después de que la Sepi rechazase su rescate por valor de 70 millones de euros. Sus cuentas arrastran heridas profundas, como quedó reflejado en la agitada y por momentos cómica junta de accionistas del pasado 20 de junio. El presidente, Enrique Sánchez de León, y varios consejeros empezaron reconociendo el desastre, sustanciado en “insólitas pérdidas” de 144 millones en 2021. Tan insólitas como que los auditores expresaban su preocupación porque el pasivo corriente del grupo excedía a sus activos en 221 millones, lo que ponía en serias dudas su capacidad de continuar como empresa en funcionamiento. Ezentis, un conglomerado con 8.000 empleados que trabaja en la instalación y mantenimiento de redes de comunicaciones, con contratos en principio estables con las operadoras (especialmente Telefónica, con quien tiene la mitad del negocio), se asomaba al precipicio de nuevo.

Como ocurre en los juegos de misterio, hay muchos sospechosos del crimen. El ruinoso estado de su apuesta internacional centrada en el área Pacífico (Chile, Perú y México), la fallida operación de venta de sus filiales en el exterior, la negativa de la CNMV a dispensar de una opa a José Elías para fusionar Ezentis con Rocío Servicios Fotovoltaicos (que supuestamente iba a traer sinergias con nuevos contratos e iba a dar a Elías el control del 60% de la compañía frente al 28,5% actual) y, lo más grave, las sospechas de que el anterior equipo gestor hizo las cosas muy mal obligan ahora a un replanteamiento de la compañía que todavía está por ver si funcionará.

Ezentis es de esas compañías habituadas a vivir en la cuerda floja. En sus inicios se llamaba Radiotrónica, luego se reconvirtió en Avanzit y finalmente fue bautizada como Ezentis en 2010. Entró en negocios que nada tenían que ver con su actividad, como la producción audiovisual o la construcción, y vivió varios escándalos de corrupción con denuncias contra antiguos gestores. Parece que la historia siempre vuelve. Paloma Jiménez, consejera y presidenta de la comisión de auditoría, relató que, ante la caída en picado de los resultados del año pasado, el consejo decidió contratar a PwC “para una revisión del grupo”. Paralelamente, una auditoría interna identificaba “posibles discordancias que de confirmarse podrían tener trascendencia contable”. El consejo decidió contratar a un asesor forense para “delimitar eventuales responsabilidades”. Todo apuntaba a lo que se descubrió: irregularidades y ajustes contables que afectaron a resultados de ejercicios anteriores por valor de 12,4 millones. “El rey iba desnudo”, resumió el presidente.

Ya en el turno de preguntas, uno de los accionistas minoritarios, Antonio González Vara (con ocho millones de acciones en su poder, entre propias y delegadas), fue más explícito al describir el mayor error que ha tenido la compañía: nombrar como consejero delegado a Fernando González, que abandonó el puesto precipitadamente en otoño pasado y que es la diana de todos los dardos. “Ha sido una pesadilla para la empresa, un parásito”, calificó. Nombrado en septiembre de 2011 por Manuel García Durán, entonces presidente, entró y salió del puesto de máxima responsabilidad ejecutiva en varias ocasiones hasta su marcha forzosa.

La entrada de Elías, en este contexto, la entendió como positiva: “El ojo de Sauron se había por fin apagado y Ezentis volvía a tener esperanza. Los consejeros de Elías han hecho un trabajo ímprobo para desenmarañar y sanear el vientre podrido que había creado Fernando González”. El multimillonario Elías, amante de los ferraris, que conduce su propio helicóptero y que vive en una mansión en Barcelona, era poco conocido hasta que hace unos meses decidió avalar con 35 millones a su amigo Joan Laporta para llevarlo a la presidencia del Barça. Es una de las mayores fortunas del país, según Forbes, y responde al retrato de hombre hecho a sí mismo apoyado en la expansión de las energías renovables —lanzó en 2009 Orus Energía, una comercializadora que se acabó quedando con Audax—.

Castigo

Una de las características con las que se define, según ha confesado en distintos medios, es su olfato para los negocios, para comprar empresas y venderlas tras su revalorización. Difícil lo tendrá en Ezentis. Los accionistas están irritados, como se demostró en otras intervenciones durante la junta. Y Elías, que no ha querido contestar a las preguntas de este periódico (tampoco la compañía ha querido hablar de su futuro), tendrá que emplearse a fondo si quiere actuar como el salvador de la compañía. Pero no ha empezado con buen pie. En vez de aportar más capital, ha optado por la solución rápida de pedir el rescate público con el dinero de los contribuyentes. Una jugada que, a la vista de cómo ha salido, ha terminado por penalizar el valor de la acción, que esta semana cotizaba a 0,06 euros, arrastrando una caída del 66% este año. Elías tiene otros frentes que atender: su cadena de tiendas de congelados La Sirena busca un acuerdo de refinanciación de la deuda; Audax Renovables, de la que es accionista mayoritario, se deja este año un 12% de su valor pese a que está en uno de esos sectores tocados por la varita mágica de la descarbonización. Solo Atrys, que cotiza en el MAB y de la que es el accionista de referencia, presenta su mejor cara.

Más allá de renovar a todo el equipo gestor, la empresa ha dicho a sus inversores que reforzará el control interno y que está acabando con los contratos deficitarios que la llevaron al borde de la ruina, concentrando su actividad en España y Brasil. Pero el plan requerirá de la aportación de fondos y de la paciencia de los acreedores para cobrar sus deudas. La plantilla, por el momento, ha recibido mensajes de calma. Jorge Mira, desde UGT, ve que por el momento se mantiene la estabilidad: “Van desfilando los problemas, pero le están dando prioridad a la empleabilidad”. Nacho Serrano, responsable de telecomunicación en CC OO, ya ha visto situaciones similares en otras empresas del sector. “Hay una continua venta de empresas, subrogaciones. No es que lo afrontemos de manera relajada, pero nos causa menos temor porque la experiencia nos dice que no se pierde masa laboral”.

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