Las lecciones de la historia para reconstruir La Palma tras el volcán
Las ayudas públicas por 560 millones sirven para amortiguar el desastre causado por la erupción, pero luego hay que repensar el futuro de la isla
El Centro de Investigación sobre Epidemiología de los Desastres (CRED) de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, lleva desde el año 1900 haciendo un recuento de los fenómenos naturales extremos que suceden en el mundo. El año pasado recogió 432 relacionados con peligros que provocaron directamente 10.492 muertes, afectaron a 101 millones de personas y causaron aproximadamente 252.100 millones de dólares en pérdidas económicas. Cada semana ese centro publica nuevas calamidades climáticas: tiempo severo en Kansas, inundaciones en Afgani...
El Centro de Investigación sobre Epidemiología de los Desastres (CRED) de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, lleva desde el año 1900 haciendo un recuento de los fenómenos naturales extremos que suceden en el mundo. El año pasado recogió 432 relacionados con peligros que provocaron directamente 10.492 muertes, afectaron a 101 millones de personas y causaron aproximadamente 252.100 millones de dólares en pérdidas económicas. Cada semana ese centro publica nuevas calamidades climáticas: tiempo severo en Kansas, inundaciones en Afganistán, incendios en Ecuador, desprendimiento de rocas en China… Asia es el continente más afectado.
Allí trabajó Lilia Burunciuc, hoy directora del Banco Mundial para los países del Caribe. El informe que le prepararon para introducirla en Asia Central incluía un mapa con la incidencia de los terremotos en los 30 días anteriores a su llegada. “Me sorprendió la cantidad de puntos rojos que había en todo el mapa”, cuenta en el blog de la institución. Sin embargo, los terremotos no fueron el único peligro: tuvo que organizar sistemas de ayudas tras deslizamientos de tierra, inundaciones, flujos de lodo, sequías, avalanchas y temperaturas extremas… Dado que el cambio climático hace cada vez más dolorosos los fenómenos naturales, el Banco Mundial y otras instituciones llevan años preparándose para la gestión de desastres. Pero, con algunas excepciones y dependiendo de la situación previa de los países afectados, las reconstrucciones no suelen ser sencillas ni rápidas.
Islandia puede ser una de esas excepciones. En la tierra del fuego y el hielo, las erupciones de Eyjafjallajökull pusieron en jaque la economía de la isla, pero lo que parecía un desastre duradero que paralizó el tráfico aéreo europeo en 2010 resultó ser una oportunidad para impulsar el país a través del aumento de un turismo sostenible además de alimentar el sentimiento colectivo de orgullo. La entonces primera ministra, Jóhanna Sigurðardóttir, en una carta recogida por Bloomberg, expresó que la única manera de arreglar las cosas era poniendo de acuerdo a instituciones nacionales e internacionales “para alcanzar soluciones justas y aceptables”.
Soluciones justas y aceptables son las que quieren los vecinos de La Palma tras la erupción que el 19 de septiembre de 2021 se iniciaba en Cumbre Vieja. Y soluciones son las que busca Héctor Izquierdo, nombrado alto comisionado para la reconstrucción de la isla el pasado 6 de junio. Ex secretario de Estado de Hacienda, profesor universitario y autor de varios libros sobre inteligencia económica, es natural de la isla y tuvo que sacar a toda prisa lo que pudo de casa de sus padres, dos maestros jubilados que no han podido volver a su vivienda en Puerto Naos, dentro de la zona de exclusión por la ceniza.
Un total de 1.221 hectáreas afectadas, 1.676 viviendas destruidas, 370 hectáreas de cultivos arrasadas, 75 industrias engullidas por la lava y 6 carreteras desaparecidas o dañadas dan cuenta de la devastación. “Las cosas nunca podrán volver a ser como antes”, reconoce Izquierdo al inicio de la charla por videoconferencia desde su despacho en el complejo de La Moncloa. Explica que la primera fase de la emergencia, donde la prioridad era salvar vidas, dio paso a la de ayuda —soluciones de realojamiento, compensaciones por cese de actividad, ERTE—, que continuará un tiempo (aún hay unas 400 personas alojadas en hoteles).
En paralelo llega la reconstrucción económica, quizá la parte más difícil. El Estado ha articulado ayudas por valor de 560 millones de euros, de los cuales 201 son transferencias del Consorcio de Compensación de Seguros a los propietarios. Ayudas que abonan entre el 70% y el 75% del valor de las viviendas que contaban con seguro y que se pueden completar con transferencias directas del Estado (hasta 60.000 euros), el Gobierno de Canarias (hasta 30.000) y el Cabildo (10.000) por cada casa afectada. Pero hace falta pensar en La Palma del futuro, una isla que tiene la misma población que hace 20 años (83.380 habitantes) y de la que, como lamenta Izquierdo, los jóvenes de su quinta marchaban para estudiar o establecerse en otros lugares.
Habla de buenos y malos ejemplos de reconstrucciones tras desastres parecidos. Desde Hawái, donde pese al poderío económico estadounidense son incapaces de reponer ciertas carreteras tras la erupción del Kilauea en 2018, a isla de Fogo (Cabo Verde), que encontró la manera de levantar casas aprovechando los restos de la lava, pero que falló al hacerlo en zonas donde el terreno no se había asentado. En la isla canaria hace falta pensar en cómo armar una nueva estructura urbanística que permita nuevas ubicaciones a los que lo perdieron todo y evite la especulación, y “recuperar el modelo productivo y a la vez diversificar la economía”, describe. “Es como pintar sobre un lienzo en blanco”. O más bien sobre un manto negro. Energía, urbanismo, economía, turismo… “Se puede aprovechar el potencial del suelo a través de geotermia, como ya hacen en Azores inyectando agua que genera vapor y mueve turbinas. Son instalaciones costosas, pero obtienes energía renovable las 24 horas del día todo el año”, añade.
Tierra fértil
Para recuperar los usos agrícolas del suelo hay una oportunidad para sorribar, preparar el terreno para que, en las próximas décadas, se transforme en una tierra extraordinariamente fértil como lo era hasta ahora. El potencial científico también es enorme para crear, con el Instituto de Astrofísica de Canarias, “una isla científica” donde vulcanólogos de todo el mundo puedan trabajar y que sea visitable. Se baraja atraer a través de un concurso a los mejores arquitectos para abordar nuevas construcciones públicas y se trabaja en la colaboración público-privada.
Iniciativas ciudadanas como el proyecto Revivir el valle, del Cabildo, los ayuntamientos afectados y la Universidad de La Laguna, han tenido altas cotas de participación. La clave es sumar voluntades. Y eso en España significa mantener alineadas a administraciones de distinto signo político: el del Gobierno central (PSOE), el canario (PSOE), el del Cabildo (PP) y los ayuntamientos más afectados (PP, Coalición Canaria y Nueva Canarias) para conseguir coordinar a los medios que trabajan en la reconstrucción: principalmente Gesplan, Gestur, Grafcan y Tragsa. Todo con un horizonte electoral complicado (en 2023 se celebrarán municipales, generales y elecciones al Parlamento canario).