El valor de la escasez en la era digital
La actual ola regulatoria de los mercados de criptoactivos es imprescindible para dar más transparencia y potenciar estas propuestas innovadoras
La escasez eleva el precio de un bien. Esta ley económica que el hombre conoce y gestiona desde los tiempos bíblicos de José, nos llega grabada a fuego tras el sinnúmero de sequías y bonanzas que han moldeado nuestras sociedades desde la Antigüedad. De ahí que muchos asocien la estabilidad de precios con una oferta estable en el tiempo, una máxima que hoy sustenta la propuesta de valor de muchos activos digitales y como anteriormente lo ha hecho con conchas, oro, sellos y tulipanes.
Pero ha pasado más de un siglo d...
La escasez eleva el precio de un bien. Esta ley económica que el hombre conoce y gestiona desde los tiempos bíblicos de José, nos llega grabada a fuego tras el sinnúmero de sequías y bonanzas que han moldeado nuestras sociedades desde la Antigüedad. De ahí que muchos asocien la estabilidad de precios con una oferta estable en el tiempo, una máxima que hoy sustenta la propuesta de valor de muchos activos digitales y como anteriormente lo ha hecho con conchas, oro, sellos y tulipanes.
Pero ha pasado más de un siglo desde que Alfred Marshall ilustró un segundo factor en la determinación de precios: la demanda. Por muy escasa que sea la provisión de un bien, sin demanda no hay valor. Un bien no tiene valor solo por ser escaso, ni su precio es estable por contar con una provisión fija en el tiempo. Es por ello por lo que la autoridad monetaria de toda sociedad moderna, cuya responsabilidad es la estabilidad de precios, adecua la oferta de su moneda a la demanda existente. Así, en la última década vimos cómo la oferta de euros y dólares aumentaba exponencialmente para evitar la dinámica deflacionista que en 1929 desembocó en la Gran Depresión (tiempos en los que las autoridades empezaron sin tener la libertad actual, dado el anclaje de sus monedas al oro). Y por la misma lógica observamos hoy cómo comunican una restricción de la oferta monetaria para detener la amenaza opuesta de inflación.
Nuestras autoridades monetarias pueden equivocarse o sufrir más de un obstáculo en el camino, pero el compromiso, independencia y herramientas acumuladas en economías desarrolladas está avalado por décadas de experiencia. En Europa, este claro compromiso se puede constatar simbólicamente en todo billete de euro que, como en un contrato, lleva la firma del presidente del Banco Central Europeo. Un acuerdo que en la práctica ha generado más estabilidad y crecimiento que los históricos anclajes al oro u otros metales escasos.
La tecnología blockchain puede llegar a traer muchos beneficios. La descentralización, junto a los contratos inteligentes, facilitaría muchos procesos y viabilizaría, por ejemplo, una acreditación y trazabilidad que abre todo un mundo de posibilidades con certificaciones cada vez más seguras y expeditas. Desde los derechos tradicionales de propiedad inmobiliaria o derechos de autor… a las actualmente demandadas certificaciones por lo “orgánico”, el “comercio justo” o la “producción verde”. Un abanico de propuestas y soluciones específicas que requieren mucho más que un simple software y que no pocos emprendedores estudian cómo implementar. En dicho contexto, la actual ola regulatoria de los mercados de criptoactivos es imprescindible para dar más transparencia y potenciar dichas propuestas: innovadoras, de alto interés y que prometen mucho más que su mera escasez.
Alejandro Neut, de BBVA Research.