Volatilidad eléctrica
En el contexto actual, los acuerdos de compra de electricidad se convierten en una herramienta más de gestión de riesgos
Las fuertes tensiones macroeconómicas provocadas por las restricciones y confinamientos establecidos para controlar la expansión de la covid han encontrado en 2022 un nuevo actor protagonista, la inflación. El tensionamiento de los precios está siendo especialmente significativo en la economía española, con un protagonismo especial por parte de la electricidad. Este es un factor de presión adicional para el margen operativo de las empresas, que afrontan el reto de absorber parcialmente el encarecimiento de los re...
Las fuertes tensiones macroeconómicas provocadas por las restricciones y confinamientos establecidos para controlar la expansión de la covid han encontrado en 2022 un nuevo actor protagonista, la inflación. El tensionamiento de los precios está siendo especialmente significativo en la economía española, con un protagonismo especial por parte de la electricidad. Este es un factor de presión adicional para el margen operativo de las empresas, que afrontan el reto de absorber parcialmente el encarecimiento de los recursos de producción sin penalizar de manera excesiva al consumidor final. Todo ello en un contexto de revisión a la baja continuada de las previsiones de crecimiento.
¿Tiene herramientas una empresa para evitar un escenario como este? La mitigación de la volatilidad supone por sí misma una mayor visibilidad del margen operativo de la empresa y, por ende, una mayor competitividad. Es en este punto donde el protagonismo de los acuerdos de compra de electricidad (power purchase agreements, PPA) está aumentando. Los PPA permiten la fijación anticipada de los precios de compra de la electricidad que consume una empresa. La contrapartida de estos contratos es un productor de energía renovable que, al igual que la empresa adquirente, se beneficia de la fijación de unas condiciones de precio a largo plazo para la energía que es capaz de producir. Este punto es especialmente relevante en el ámbito de la energía solar fotovoltaica. Estos productos no son nuevos, pero su presencia se ha incrementado gracias a la inestabilidad vivida en los últimos meses. Hasta la fecha, la necesidad de protegerse de las oscilaciones del precio de la electricidad era muy reducida, porque aquellas prácticamente no existían. En el contexto actual, el PPA se convierte en una herramienta más de gestión de riesgos, como sucede con los seguros de cambio o con los swaps de tipos de interés.
Su liquidez, no obstante, aún no es comparable al de los productos antes citados y crecerá con la entrada de más operadores en el mercado. Este crecimiento no depende solo de la demanda de protección, sino que está muy vinculada a la oferta de proyectos de energía renovable. Es por ello que la implantación de más potencia, no solo a nivel nacional, sino también europeo, favorecerá a este tipo de productos en el futuro. Desde el punto de vista de la pura gestión del riesgo, hay que señalar que también existen mecanismos de cobertura natural. Esta toma la forma de precios fijos en los contratos ordinarios de suministro durante un periodo concreto de tiempo. Por ello, antes de contratar ningún instrumento para proteger nuestro margen del riesgo eléctrico es crítico verificar el nivel de cobertura real necesario. De lo contrario, el PPA puede provocar aún mayor volatilidad en los resultados, tornándose ineficiente como instrumento de gestión del riesgo.
Pablo Guijarro y José Carlos Díez son profesores de AFI-Escuela de Finanzas.