Almirall cambia de piel en busca de mayor rentabilidad
Carlos Gallardo sustituye a su padre en la presidencia de la farmacéutica especializada en dermatología médica mientras la cotización sufre por los malos resultados trimestrales
Carlos Gallardo se estrenó esta semana como presidente no ejecutivo de Almirall con bastante mala fortuna: las acciones se desplomaron un 11,4% el lunes tras la presentación de resultados del primer trimestre. El recorte del beneficio de un 31% de la farmacéutica catalana estuvo detrás de la penalización, pero Gallardo, de 50 años y con una trayectoria de 18 en el sector farm...
Carlos Gallardo se estrenó esta semana como presidente no ejecutivo de Almirall con bastante mala fortuna: las acciones se desplomaron un 11,4% el lunes tras la presentación de resultados del primer trimestre. El recorte del beneficio de un 31% de la farmacéutica catalana estuvo detrás de la penalización, pero Gallardo, de 50 años y con una trayectoria de 18 en el sector farmacéutico, sabe que por delante tiene una carrera de fondo tras tomar el testigo como representante de la tercera generación (la familia controla un 59,7% de los títulos).
Lo primero que dijo a los analistas es que lleva ocho años en el consejo y tiene “muchas ganas de contribuir a que Almirall tenga una posición de liderazgo en dermatología médica”. El grupo farmacéutico capitaliza hoy 1.921 millones, cifra que está ligeramente por debajo de los cierres de los últimos cuatro ejercicios. En manos de su padre Jorge y su tío Antonio, que tomaron a su vez el relevo a su abuelo Antonio Gallardo Carrera en 1988, la compañía consiguió importantes éxitos desde la fusión en 1997 con Prodesfarma. Salió a Bolsa en 2007; logró el nada fácil reto de crecer desde España en un sector dominado por gigantes con mucho más músculo financiero; vendió a AstraZeneca su negocio de tratamiento de enfermedades pulmonares, y viendo que tenía difícil sobrevivir en otras especialidades (como ginecología o aparato digestivo), por los grandes presupuestos en I+D que necesitan, optó por enfocarse en la dermatología, un área con mucha competencia, pero con un gran crecimiento. Se internacionalizó, se volcó en Estados Unidos, pero tuvo importantes problemas en ese mercado y ha conseguido a medias sus grandes objetivos porque en el sector farmacéutico nada sucede de un día para otro.
En 2017, las pérdidas sumaban 300 millones tras una grave crisis en EE UU que intentó enderezar Peter Guenter, ejecutivo procedente de Sanofi y ahora en Merck. Almirall abandonó la medicina estética, puso las bases para reconstruir el catálogo con productos innovadores que verdaderamente marcasen diferencias con la competencia, invirtió en productos para licenciar y mejoró la calidad de su I+D. El relevo de Guenter lo tomó el año pasado Gianfranco Nazzi, fichado desde Teva, que ha continuado con la tarea de trabajar en la innovación, donde este año invertirán entre un 11% y un 12% de la facturación.
“Es verdad que en los últimos años hay cosas que no han salido como esperábamos, otras sí. Vamos a continuar trabajando, liderando y luchando para incrementar nuestra posición en este mercado”, reconoció el nuevo presidente en referencia a EE UU en un encuentro con medios de comunicación tras la junta de accionistas. El año pasado, las ventas del grupo alcanzaron los 836 millones de euros con un resultado de explotación (ebitda) de 235 millones. Pero este año la horquilla de ebitda prometida a los accionistas ha bajado a entre 190 y 210 millones. Eso responde a varios motivos, según Gallardo, como las mayores ventas de productos con licencia, que tienen márgenes más bajos, o los nuevos lanzamientos, que necesitan de una gran inversión comercial.
La facturación de productos dermatológicos, que crece cada año, no llega a la mitad de la total (suponen el 46%, 386 millones de euros), frente a la que generan otros productos de medicina general (como el antiácido Almax o Ebastel para la alergia). Pero en la dermatología está la mayor rentabilidad. Sus tres grandes apuestas del presente son su producto estrella Ilumetri para el tratamiento de la psoriasis; la crema Wynzora, también para la psoriasis (que a principios de este año han lanzado en el Reino Unido, España y Alemania) y Seysara, un producto para el acné comercializado en EE UU y que la agencia del medicamento de ese país (FDA) ha autorizado producir en Barcelona. En la fase 3 (la última antes de la salida al mercado) tienen tres productos (Lebrikizumab para la dermatitis atópica, Klisyri -extended label- para la queratosis actínica y Sarecycline para el acné en China) a los que se suma el Efinaconazol, en fase de registro.
El producto estrella
Lebrikizumab, un fármaco desarrollado con Lilly que saldrá al mercado a finales de 2023, está llamado a ser el próximo producto transformador de la compañía y “uno de los motores de crecimiento”, en palabras de Nazzi. Eso seguirá haciendo bascular el peso de su cuenta de resultados en el Viejo Continente, de donde proceden el 82% de los ingresos. “De momento, donde somos muy fuertes es en Europa. En alguno de los productos, como Lebrikizumab, solo tenemos derechos para Europa. El pipeline para EE UU es diferente, tenemos un portafolio innovador y otro más maduro que tiene una inercia”, explica el nuevo presidente. Esa inercia es la de los genéricos, cuyas ventas son importantes pero tienen una gran competencia y van declinando. “El reto que tenemos es suplir ese deterioro con el crecimiento de los productos innovadores”. Confía en dar pasos para consolidar lo que han conseguido “y eso significa ejecutar bien los lanzamientos, seguir ejecutando nuestro conocimiento en dermatología, entendiendo mejor a nuestro cliente, entendiendo mejor la biología de las enfermedades, y sobre todo, seguir trayendo talento para conseguir esas ambiciones”.
Tampoco descarta crecer adquiriendo otras compañías, dado que Almirall tiene una deuda controlada (242 millones en comparación con los 392 que tenía en 2020). Hace unos meses lanzó un bono de 300 millones que tuvo una sobresuscripción que multiplicó por ocho la oferta. Con esa holgura financiera, Carlos Gallardo espera tener oportunidades para hacer nuevas compras o acuerdos para licenciar productos de terceros. Todo con el propósito de que la catalana sea el gran grupo dermatológico que ambiciona ser desde 2015.
Jorge Gallardo: "Me hubiese gustado que Almirall fuera el doble de grande"
Con la voz quebrada y emocionado, Jorge Gallardo, de 80 años, se despidió de los accionistas de Almirall el pasado día 6 en la que sería su última junta al frente de la compañía. Preguntado por qué le hubiese gustado hacer durante su presidencia y no hizo, demostró su conocido carácter: “Me hubiese gustado que esta compañía fuera el doble de grande. ¿Qué lo ha impedido? Tengo que decir una cosa que quizá sorprenda. En una compañía farmacéutica que hace investigación y desarrollo internacional no hemos tenido ningún Gobierno —y no hablo del actual, hablo de los últimos 30 años— con una estrategia clara. Aparte de la cuestión de los genéricos, que es una historia que yo respeto mucho, ¿qué esperaban de nosotros? ¿Qué estrategia tenían? ¿Cómo nos ayudaban?. De 2010 al 12 este mercado bajó un 30% y nos recortaron precios... Yo soy empresario, si me van recortando las alas… Hemos hecho investigación, nos hemos ido a EE UU... pero no nos han ayudado. Es un poco mi epitafio: no hacen ni caso. Un día es la pandemia, otro la inflación, otro la regulación… oiga no”.