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El INE confirma la primera caída de la inflación en seis meses por el abaratamiento de la electricidad

Los precios cerraron noviembre con un aumento interanual del 3%

Los optimistas pueden verlo como un punto de inflexión: el comienzo un ciclo, lento pero imparable, hacia la normalización definitiva de los precios. Los más críticos, recordarán la brecha con la zona euro, los años de encarecimientos que se van acumulando como una losa para los hogares, los escasos avances en este 2025 para contener ese golpe continuado al bolsillo que va devorando el poder adquisitivo de quienes no ven aumentar sus salarios en la misma medida. Ambos pueden tener razón, pero más allá de interpretaciones, lo que dice el dato es que la inflación cerró noviembre en el 3% respecto al mismo mes del año pasado, una décima por debajo de la de octubre, según el Instituto Nacional de Estadística, que mantiene sin cambios su predicción inicial de hace dos semanas.

La evolución favorable de los precios de la electricidad ha sido clave para ese tímido alivio, mientras que a la contra han presionado la subida de los alimentos y bebidas no alcohólicas, los carburantes y los paquetes turísticos. La inflación subyacente, que excluye la energía y los alimentos no elaborados, no trae tan buenas noticias: se sitúa en el 2,6%, una décima por encima de la tasa de octubre.

La cifra conocida este viernes marca una revalorización final para las pensiones contributivas del 2,7% para 2026, y está (armonizando los datos) un punto por encima de la registrada por los socios del euro, lo que puede provocar una pérdida de competitividad para las empresas si España no logra acortar la brecha. En principio, un fenómeno estadístico, el denominado efecto base, se antoja favorable en los próximos tres meses, porque en diciembre del año pasado y en enero y febrero de este 2025 los precios se incrementaron, lo cual facilita que se deshinchen al hacer la comparativa. Hace 13 meses, desde octubre de 2024, que los precios no están por debajo del 2% objetivo del Banco Central Europeo, aunque ahora se mueven lejos del pico de la reciente crisis inflacionista, cuando llegaron a superar el 10%.

“Este diferencial, sostenido en el tiempo, puede generar una pérdida de competitividad con respecto al resto de socios del área euro y puede tener, además, un impacto en cuentas públicas, en la medida en que algunas partidas [determinados salarios, pensiones] están indexadas a la evolución de la inflación”, dice Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano y CEPS.

Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners, estima que el diferencial que ahora penaliza a España respecto a la zona euro se irá diluyendo. “Creo que la brecha con Europa se irá reduciendo y por lo tanto no es un factor que nos vaya a cercenar la competitividad estructuralmente. Si analizas la subyacente (que es la menos volátil) el diferencial es de tan solo dos décimas. En la inflación general hay factores no recurrentes (como el precio de la luz, influenciado por la política postapagón) que desaparecerán el año que viene”, afirma.

En los datos que publica hoy el INE hay casos llamativos, como el del precio de los huevos, que sigue sin dar tregua y sube más de un 30% respecto a las mismas fechas de 2024. También repuntan con fuerza la carne de vacuno (18%), y el café (17,3%). Por el contrario, el aceite de oliva se abarata de forma importante, un 38,1%, si bien eso no es suficiente para frenar la deriva negativa de la cesta de la compra, que ha sido uno de los factores que ha evitado una caída mayor de la inflación en noviembre: su tasa aumentó cuatro décimas frente al año pasado, hasta el 2,8%.

Por regiones la Comunidad de Madrid es la que arrastra una inflación más elevada, del 3,7%, seguida de Ceuta (3,5%) y la Comunidad Valenciana (3,4%). Mientras que Canarias (2,3%), La Rioja (2,4) y Murcia (2,5%) son las menos afectadas.

El economista Javier Santacruz no ve aún motivos para la inquietud, aunque esta recta final de año la inflación se está comportando peor de lo que esperaba. “Como suelen decir en inglés es una inflación sticky, pegajosa. Las presiones inflacionistas no son de momento preocupantes, pero están presentes. España suele actuar de indicador adelantado de esas presiones. Este diferencial con la zona euro se ha repetido a lo largo de los años. España fue por delante cuando los precios empezaron a crecer, y fue de las primeras en conseguir embridarla cuando la situación mejoró“, recuerda.

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