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Un 11% de los trabajadores en España está en riesgo de pobreza, el tercer peor dato de la UE

Los datos de 2024, que apenas mejoran los del año anterior, revelan una gran brecha entre extranjeros y nacionales

España no sale bien parada en el análisis europeo de trabajadores pobres. En 2024, el riesgo de pobreza afectó al 11,2% de los empleados, el tercer registro más alto del club comunitario. Además, pese al vigoroso crecimiento económico, este porcentaje solo mejora en una décima respecto al año anterior y sigue lej...

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España no sale bien parada en el análisis europeo de trabajadores pobres. En 2024, el riesgo de pobreza afectó al 11,2% de los empleados, el tercer registro más alto del club comunitario. Además, pese al vigoroso crecimiento económico, este porcentaje solo mejora en una décima respecto al año anterior y sigue lejos del promedio europeo, del 8,2%. “El riesgo de pobreza no afecta únicamente a las personas que viven en hogares con baja intensidad de trabajo o a aquellas que no tienen empleo“, constata Eurostat en una nota de prensa distribuida este lunes, en la que detalla la proporción de empleados pobres en cada país de la Unión Europea.

Esta variable mide la tasa de riesgo de pobreza entre ocupados. Se refiere al porcentaje de personas trabajadoras, ya sea por cuenta ajena o propia, que declaran estar empleadas y que se encuentran en riesgo de pobreza. Es decir, con una renta disponible inferior al 60% de la mediana nacional (descontadas las transferencias sociales). El dato se suma a otro reciente que apunta en la misma dirección, pero extensible al conjunto de la población, no solo a los trabajadores. Se trata de la pobreza crónica, que creció el año pasado hasta afectar al 13,6% de la población española, según cifras también divulgadas por Eurostat, la agencia estadística europea.

El dato español de trabajadores susceptibles de caer en la pobreza solo mejora al de Luxemburgo (13,4%) y al de Bulgaria (11,8%). El país del este de Europa es un habitual de los registros económicos negativos, pero sorprende más el de Luxemburgo. Pese a notificar un salario mínimo altísimo (2.700 euros) y una tasa de paro solo algo superior a la media comunitaria (6,9%), el país sufre problemas de desigualdad desde hace años. Los expertos atribuyen el fenómeno a varias razones, entre las que destacan la segmentación del mercado laboral (una mayor distancia entre los que más cobran y los que menos) o el coste de la vivienda.

Otros países con tasas altas de empleados en riesgo de pobreza son Rumania (10,9%, de manera que mejora al dato español por primera vez), Grecia (10,7%) o Italia (10,2%). Entre los países más poblados del continente, Francia también se sitúa una décima por encima de la media (8,3%), mientras que Alemania notifica un 6,5%. Los mejores datos son los de Irlanda (5,3%), Países Bajos (4,7%), Bélgica (4,3%), República Checa (3,6%) y Finlandia (2,8%).

Con todo, la situación de España mejora algo más si el análisis retrocede en el tiempo. El mejor dato de la serie histórica (que empieza en 2004) se registró en 2006, con un 10,1% de trabajadores en riesgo de pobreza, poco antes del estallido de la burbuja del ladrillo. El registro tocó techo de 2015 a 2017, con un 13,1% en los rescoldos de la Gran Recesión. A partir de entonces empezó a caer, repuntó en 2021 tras la crisis del coronavirus, se contrajo un punto en 2022 (hasta el 11,7%) y cuatro décimas en 2023 (hasta el 11,4%). En el último ejercicio con datos solo cayó una décima.

Carlos Susías, presidente de EAPN España (Red Europea de Lucha contra la Pobreza, en sus siglas en inglés), cree que al empleo español le falta “calidad” para revertir estos datos. “El empleo ha crecido, pero aún dista mucho de lo necesario para que mejore esta estadística. Los salarios españoles son bajos, especialmente desde la devaluación salarial por la crisis de 2010, de la que aún no nos hemos recuperado”, reflexiona este especialista. También subraya la alta parcialidad involuntaria que sufren muchos trabajadores, especialmente mujeres, lo que se traduce en salarios aún menores.

España también está en el vagón de cola en otras estadísticas de índole laboral, entre las que destaca más que ninguna otra la tasa de paro: España lidera la proporción de desempleados en el continente desde hace años, con un 10,5% en septiembre. Pese a lo mucho que ha caído el paro últimamente, el país sigue lejos del promedio europeo (6%) y aún más de los Estados con menos desempleo, como República Checa (3%).

Salarios estancados

Un trabajador pobre es aquel con escaso poder adquisitivo, una asignatura pendiente de mejora en España. “Desde 2007 el salario real medido por la capacidad de compra ha permanecido prácticamente estancado, e incluso ha disminuido en ciertos periodos”, subrayaba un reciente estudio de Fedea que abundaba en esta cuestión. “A nivel distributivo, desde 2009 y tras la pandemia, los deciles bajos han experimentado algunas mejoras relativas, mientras que los deciles altos han sufrido mayores caídas en poder adquisitivo”, agregaba este equipo de estudios.

Esta reflexión se relaciona con otro fenómeno que captan las estadísticas: las importantes subidas del salario mínimo (un 61% desde 2018) han ayudado a impulsar las retribuciones de los empleados más vulnerables, pero los incrementos son más modestos en las capas intermedias de las tablas salariales. La combinación de ambas circunstancias aplana la base salarial, de manera que cada vez más trabajadores cobran en torno al salario mínimo.

Según un estudio reciente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, mientras que en 2018 el 3,5% de los trabajadores cotizaban por la base mínima —asimilables a los que perciben el SMI—, en 2023 eran el 7,4%, más del doble. Los que ganan solo un poco más que el salario mínimo avanzan con más fuerza todavía: en 2018 el 7,9% de los trabajadores cotizaban por el 125% de la base mínima y en 2023 eran el 22,8%.

Peor situación de los extranjeros

Más allá del dato medio, hay grandes diferencias al desagregar la tasa de riesgo de pobreza por las circunstancias del empleado. Una de las más llamativas es la distancia por nacionalidad: en España están en riesgo de pobreza el 25,2% de los empleados extranjeros, frente al 8,8% de aquellos con nacionalidad española. Es una brecha inmensa, solo superada por la que se da en Chipre (25,7% entre los foráneos, 3% entre los chipriotas) y muy lejos de la media de los Veintisiete (17,6% entre los extranjeros, 7,2% entre extranjeros).

Por sexo, al contrario que en otros registros laborales, las mujeres marcan datos más positivos que los hombres. Entre las mujeres empleadas en España, el 10,1% están en riesgo de pobreza, frente al 12,1% entre hombres. El dato de ellas mejora dos décimas respecto a 2023, mientras que el de ellos lo hace en una sola décima. Por su parte, el promedio de las mujeres europeas se sitúa en un 7,3% y el de hombres, en un 9%.

Por tipo de jornada, el 19,2% de los empleados a tiempo parcial están en riesgo de pobreza en España, frente al 9,6% de aquellos a jornada completa. De nuevo, ambas variables empeoran al promedio europeo, con un 12,9% y un 6,9% respectivamente. Con la misma lógica, el 13,2% de los trabajadores de España con contrato temporal están en situación de carestía, frente al 7,6% de aquellos con relaciones de carácter indefinido.

Asimismo, esta situación de vulnerabilidad afecta más a los empleados con menos formación (18,1%) que a los que completaron al secundaria o un grado medio (14,1%). La diferencia es aún mayor respecto a aquellos con estudios superiores, un 5,6%.

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