Carlos March, la sucesión lenta y tranquila de la dinastía
El consejo de administración de Corporación Financiera Alba acuerda el relevo en la entidad tras cumplir su presidente 80 años
Al financiero Carlos March Delgado, que ya está en la historia económica, cuando le preguntan qué está escribiendo le apetece hablar, con propiedad y matices, de algunas grandes pinturas clásicas de museos e iglesias que más estima y so...
Al financiero Carlos March Delgado, que ya está en la historia económica, cuando le preguntan qué está escribiendo le apetece hablar, con propiedad y matices, de algunas grandes pinturas clásicas de museos e iglesias que más estima y sobre las que ahora toma notas. A veces, en diálogo lento con otro apasionado del arte, un amigo pintor contemporáneo, comentan en Mallorca con pasión y gozo, con memoria precisa, sobre cuadros excepcionales -una decena. March pasa de observar detalles, gestos, veladuras, reflejos y vestuarios a profundizar en el autor y el entorno histórico. A veces, alude al panorama geopolítico global.
March y su interlocutor, el artista, sin alardes, se explayan. Ahondan sobre la crisis climática, la naturaleza de alrededor y el nuevo mundo, Trump, la economía digital, la sequía, en Mallorca y el sur de España. Casi como un manifiesto, los dos personajes cuentan cómo plantan en sus propiedades variedades locales de higueras y almendros, simbólicos árboles en la antigua vida económica insular, un capital y un paisaje amenazados de extinción por la sed, las plagas y el olvido.
El banquero de estirpe, estrella cierta al sacarse su carrera de Derecho, estuvo más de medio siglo en la crème mundial de las finanzas, participó en numerosos consejos, entidades y universidades de gran rango. Ahora pasea casi eufórico pero pausado, en las sombras de su jardín mediterráneo que creó y narrará en un nuevo libro. Describe la biografía de las plantas y árboles, algunos excepcionales, da su nombre y su referencia científica, ordena el paisaje y sus vientos con mirada abierta. No se jacta en su andar en el relato de las grandes piezas de arte actual y moderno que adornan los muros y los patios, que sí reconoce el pintor acompañante.
Carlos March cumplió los 80 años y cerró el septiembre de 2025 con un broche más que simbólico. El día de san Miguel -día 29- dirigió la última sucesión -de padre a hijo- en la histórica estructura financiera familiar de la dinastía de los March, ya con la cuarta generación completa al frente, de manera estable y discreta. La casualidad quiso que el relevo en la presidencia de su exclusiva Corporación Financiera Alba, de Carlos a Juan March de la Lastra, fuera en la jornada en que existía la costumbre campesina del cambio de administradores de fincas, tras la última cosecha y antes de la siembra.
En 2026 Banca March alcanzará un hito en la historia bancaria en España. Un banco medio entrará en el centenario, siempre en la misma familia. Es la casa madre, sa banca, “nuestra alma” para Carlos March. Quien ha sido, además, el banquero con más años en el cargo de presidente en el país (entre 1974 y 2015), ha cerrado la sucesión generacional, dejando la cabecera del núcleo inversor de la estirpe, Alba, -ya excluida de la Bolsa- en manos de su primogénito, Juan March de la Lastra. Éste ya asumió la presidencia de la banca hace una década, para subrayar un perfil financiero generacional -personas, empresas, digitalización y sostenibilidad- y ahondar en el estilo que es vocación, prudencia. La sucesión lenta, la herencia tranquila.
El buque insignia, la entidad bancaria estrictamente familiar, nunca ha cotizado en el mercado y así queda ahora también Alba, un brazo inversor en manos exclusivas del mismo linaje y con una diversa cartera no especulativa, sin gestos de riesgo ni vocación de control exclusivo de compañías.
Los March no se han pillado los dedos en el vértigo del capitalismo de casino o inmobiliario ni han caído fatalmente en operaciones trabadas de fusiones. Carlos March hace décadas razonó el necesario repliegue en la extensión compulsiva de bancos y cajas en todas las esquinas. Lo afirmó mientras todos competían en la carrera de la expansión. Ahora quedan muy pocas oficinas y muchas menos marcas.
En la vicepresidencia única de Alba y como consejero de la banca está Juan March Juan, hijo de Juan March Delgado, hermano mayor de Carlos March, quien, a su vez, dirige la fundación Juan March. La fundación es de los grandes artefactos culturales y de mecenazgo de España desde la mitad del siglo XX, con centros o museos en Madrid, Cuenca y Palma, y tiene una de las colecciones privadas de arte contemporáneo más importantes del país. Las colecciones particulares de arte de los March son de primerísimo nivel, explican quienes las conocen al detalle.
Los veteranos hermanos –Juan y Carlos, que crearon Alba en 1986 y mantienen en la dinastía la mayoría del capital- han ejercido un rol dual, parejo y sin ruido, es el poder tranquilo del dinero. Han sido casi herméticos, como sus descendientes y los de sus dos hermanas, Leonor y Gloria March Delgado, que completan el accionariado de Alba y Banca March.
Los March, con músculo y temple suficiente, han estado al frente de la saga, que impulsó entre la leyenda y la controversia el poderoso abuelo fundador, Juan March Ordinas. Los nietos, los hermanos March (Carlos, liberal y abierto; Juan, cerebral y serio), en el último medio siglo han dirigido sus marcas, han crecido y sobrevivido con entereza ante fiascos encadenados en el sector y los temblores de las burbujas que fagocitaron a tantos bancos grandes, menores y cajas territoriales. Es la hora de la cuarta generación, los biznietos de March, con Juan March de la Lastra al frente y su primo en la vicepresidencia de Alba, Juan March Juan.
El patriarca que se aparta ve en las plantaciones de árboles (y cactus) una manera de evocar la memoria de los que se fueron, los padres, las generaciones anteriores y, también, un gesto de futuro, tradición y permanencia. Carlos March cita a su madre, Carmen Delgado, y al higueral que sembró y le legó para que se acordara de ella. El paraje está en una de las grandes zonas litorales protegidas de Mallorca que las distintas ramas de la familia mantienen vírgenes, cerca de Cabrera o en la sierra de Tramontana, en Baleares.
La abuela Carmen leía a sus nietos rondalles (cuentos populares en catalán de Mallorca). Así lo hizo con el nuevo hombre fuerte en ascenso, Juan March de la Lastra, hijo y sucesor de Carlos al frente de la dinastía. En agosto, el nuevo presidente y líder de los March, compartió mesa y palabras en Asturias, durante su veraneo, con el mismo pintor que dialoga con amistad con su padre, Carlos March y sus madre Conchita de la Lastra. El humanista y banquero veterano que da un paso al lado, suele recomendar libros para hacer reflexionar: El velo de Isis, ensayo sobre historia de la idea de naturaleza, de Pierre Hadot, el penúltimo.