Stéphane Séjourné: “No es proteccionismo, se trata de adaptarnos o destruiremos nuestra base industrial”
El vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea para Prosperidad y Estrategia Industrial asegura que la nueva Brújula de competitividad no reduce sino refuerza las ambiciones medioambientales, al hacerlas una pieza clave de la estrategia de reindustrialización
Bruselas cree haber hallado la buena ruta hacia la reactivación industrial de Europa con su nueva Brújula para la competitividad europea, la estrategia con la que espera que los Veintisiete recuperen el enorme terreno perdido —sobre todo en tecnología, investigación y desarrollo— ante Estados Unidos y China. El documento, “el punto de partida para desarrollar toda la legislación de los próximos cinco años”, supone un “cambio de mentalidad” en Bruselas para responder a los desafíos y demandas de un mundo que evoluciona más rápido que nunca y que requiere que Europa se libre de algunas tr...
Bruselas cree haber hallado la buena ruta hacia la reactivación industrial de Europa con su nueva Brújula para la competitividad europea, la estrategia con la que espera que los Veintisiete recuperen el enorme terreno perdido —sobre todo en tecnología, investigación y desarrollo— ante Estados Unidos y China. El documento, “el punto de partida para desarrollar toda la legislación de los próximos cinco años”, supone un “cambio de mentalidad” en Bruselas para responder a los desafíos y demandas de un mundo que evoluciona más rápido que nunca y que requiere que Europa se libre de algunas trabas que la siguen ralentizando, aunque manteniendo sus ambiciones medioambientales, asegura uno de sus responsables, el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea para Prosperidad y Estrategia Industrial, Stéphane Séjourné, en entrevista con un pequeño grupo de medios, entre ellos EL PAÍS.
Un cambio que empieza, subraya el francés, por “simplificar” las normas y reducir su carga para favorecer la velocidad y flexibilidad que requiere la competitividad, como recalca la Brújula: “Hay un deseo de poner fin a esta narrativa negativa sobre la burocracia europea que en parte es cierta, pero también en parte una profecía autocumplida que está bloqueando un cierto número de inversiones en Europa y, en particular, su atractivo para la inversión internacional. Para frenar esta narrativa vamos a necesitar un shock de simplificación”, explica Séjourné. Ese es el objetivo de la primera medida de la Brújula, una ley ómnibus de simplificación que se presentará el 26 de febrero. “La mayoría de las propuestas de esta ley van en la dirección de la simplificación, pero sobre todo de la supresión de un cierto número de requisitos de información y un entorno reglamentario y reuniones simplificado”, resume.
Pregunta: ¿Cómo garantizar que no se intente aprovechar esa simplificación para reducir los requisitos medioambientales contra los que claman algunos gobiernos y partidos?
Respuesta: Mantendremos nuestros objetivos de transición ecológica, porque se trata también de una estrategia económica para la UE. Producir energía baja en carbono en Europa significa evitar importar miles de millones de euros en productos de gas o de carbono de todo el mundo, lo que claramente está lastrando nuestra balanza comercial en todos los países y está empezando a convertirse también en un verdadero problema para la competitividad.
P. Hablan de simplificar, pero en la Brújula se proponen una decena de leyes para los próximos años. ¿No es contradictorio?
R. No debemos equivocarnos. La intención no es desregular, sino simplificar al máximo y volver a crear un marco normativo que permita la competitividad.
P. ¿Y cómo encajan ahí todas las ambiciones, ser más competitivos frente a China o Estados Unidos y estar a la vez a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático?
R. Desregular sería suprimir los objetivos que nos hemos fijado colectivamente, en especial el de descarbonización de la economía para 2050 y, por tanto, todas las metas y objetivos que lo siguen. No podemos permitirnos un cambio de pie drástico porque supondría desestabilizar la competitividad de nuestras empresas en sus esfuerzos de combinar el Pacto Verde y la competitividad que es, al fin y al cabo, el objetivo. A todos los que quieren revisar los objetivos [climáticos] les digo que eso acelerará de forma masiva la destrucción de empleo. Lo que vamos a hacer es cambiar la forma de conseguirlo, en el sentido de que las empresas quieren más claridad y, sobre todo, menos burocracia. Mantenemos los objetivos, pero vamos a cambiar los medios. Que es además la mejor manera de tener una mayor aceptación social en torno a esos objetivos. Por otro lado, tenemos que desarrollar una serie de instrumentos en la Comisión, tanto para asegurar los suministros que estén en riesgo como para eliminar nuestras dependencias estratégicas.
P. La Brújula propone una especie de “Europa primero”. ¿No es caer en el proteccionismo que reprochamos a China o EE UU?
R. Las normas que proponemos buscan garantizar a nuestros fabricantes que, si cumplen la legislación europea, pueden competir lealmente en el mercado. No se trata de proteccionismo, sino de adaptar nuestro mercado. Si no lo hacemos, destruiremos valor y, en particular, nuestra base industrial. Y si destruimos la base industrial, será imposible volver a crearla. No se puede recrear una industria siderúrgica, una acería o una industria automovilística desde cero en pocos años. Así que en algún momento tenemos que ser capaces de proteger estos sectores de la competencia desleal.
P. La Brújula llega al comienzo de una nueva era Trump, que amenaza con aranceles y su “Estados Unidos primero”. ¿Les preocupa?
R. Sus opciones estratégicas y tecnológicas no son necesariamente las correctas. Decir a los estadounidenses que dejamos la digitalización y la electrificación y volvemos al viejo motor de combustión, que no aporta nada en términos de valor añadido tecnológico, ni valor añadido comercial en el extranjero o en las exportaciones, no es necesariamente una estrategia económica muy buena para la industria. También les diría que tengan cuidado: en algún momento, el efecto proteccionista puede crear un efecto inflacionista terrible. Y con el efecto vintage de tecnologías que no van a crear ningún valor añadido en los próximos años y que van a frenar la investigación y el desarrollo en un cierto número de sectores. Creo que Europa debe continuar con su programa de inversión e innovación y mejorar las cosas y, de hecho, aumentar la financiación. Eso es lo que nos falta en términos de inversión.