Luis Planas: “Los alimentos no pueden formar parte de ninguna guerra comercial”

El ministro de Agricultura defiende que ni la subida del salario mínimo ni el recorte de la jornada laboral afectan negativamente al campo. Este martes prevé llevar al Consejo de Ministros la Estrategia Nacional de Alimentación

Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, en la sede del ministerio.Pablo Monge

Luis Planas (Valencia, 72 años) arranca otro año al frente del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el séptimo desde su nombramiento en 2018. Un 2025 que anticipa “complejo e interesante”. En breve llevará al Consejo de Ministros la Estrategia Nacional de Alimentación, un asunto prioritario para el Gobierno en esta legislatura y que pretende dar respuesta, entre otros, a los problemas que la pandemia y la ...

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Luis Planas (Valencia, 72 años) arranca otro año al frente del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el séptimo desde su nombramiento en 2018. Un 2025 que anticipa “complejo e interesante”. En breve llevará al Consejo de Ministros la Estrategia Nacional de Alimentación, un asunto prioritario para el Gobierno en esta legislatura y que pretende dar respuesta, entre otros, a los problemas que la pandemia y la guerra en Ucrania han provocado en el aprovisionamiento de alimentos. A escala internacional, se enfrenta a los tambores de una posible guerra comercial con EE UU o China, mercados clave para el campo español, y el estreno del acuerdo con Mercosur, que Planas identifica como una gran oportunidad para el sector. Retos como la aplicación de las cláusulas espejo, o el crecimiento de la renta agraria, también aparecen en el horizonte.

Pregunta. ¿Cuándo llevan al Consejo de Ministros la Estrategia Nacional? ¿Cuáles son sus bases?

Respuesta. Previsiblemente, será este martes 21. Pretende ser un sumatorio de orientaciones en materia de políticas públicas, para responder a tres grandes cuestiones. En primer lugar, la autonomía estratégica: hay que garantizar que la seguridad alimentaria de la Unión Europea no se vea perturbada por pandemias o guerras. El segundo punto es la sostenibilidad de la producción, porque existen graves riesgos como la escasez de agua, el alza de las temperaturas o la erosión del suelo fértil… La modernización de los regadíos o las nuevas técnicas genómicas, que permiten obtener semillas o plantas más resistentes a la sequía o a altas temperaturas, pueden ser una respuesta. Y en tercer lugar, todo lo vinculado a la salud, luchando contra todos los problemas relacionados con la obesidad. Y otros dos elementos: la protección de zonas rurales y el relevo generacional. Para ello hacen falta explotaciones rentables y mejorar la reputación del sector. Para mí, recuperar el prestigio de la actividad productora de alimentos es un objetivo fundamental.

P. ¿Cómo se aterrizan estas orientaciones?

R. En buena parte son a nivel europeo. Hay un elemento, como la Política Agrícola Común (PAC) que debe estar dotada y ser utilizada de forma inteligente para hacer frente a este nuevo ciclo europeo. Otro es la valorización de la producción primaria. España no es un país low cost, sino uno de los más desarrollados del mundo. Si queremos diferenciar nuestra producción alimentaria, tiene que ser en términos de calidad, de seguridad y de innovación. Por otra parte, y por desgracia, los alimentos han sido afectados por los grandes conflictos comerciales del mundo en los últimos 10 años. Hablamos de acero, de aviones, de coches eléctricos, pero el objetivo acaba siendo el sector agroalimentario. Los alimentos no pueden ser, ni desde el punto de vista ofensivo ni defensivo, parte de ninguna guerra comercial.

P. Mañana toma posesión Donald Trump como presidente de EE UU. ¿Teme que se desate un conflicto de este tipo?

R. Prefiero enfocarlo como una oportunidad, especialmente con Mercosur, con 268 millones de habitantes y una clase media emergente, que representa una gran ocasión para los sectores del aceite de oliva, del vino, del porcino, los cítricos y productos transformados, entre otros. Se habla mucho de las importaciones de Mercosur, como vacuno, avícola, azúcar y arroz, pero son mínimas. Además, el acuerdo protege denominaciones de origen y contiene cláusulas de salvaguardia que permiten suspender importaciones si estas no cumplen las previsiones. España debe diversificar sus exportaciones y ampliar acuerdos comerciales con países como Canadá, Japón y Corea, como ha hecho con Mercosur.

P. El acuerdo que se alcanzó con EE UU en 2021 para eliminar aranceles sobre algunos alimentos finaliza en un año. ¿Peligra su vigencia?

R. Lo mejor para todos es evitar guerras comerciales. El comercio internacional basado en reglas ha aumentado la riqueza, el empleo y, en el ámbito alimentario, ha reducido el hambre y los problemas de abastecimiento.

Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, en la sede del ministerio.Pablo Monge


P. ¿El acuerdo con Mercosur garantiza la igualdad de condiciones en ambas direcciones?

R. El acuerdo exige que los productos importados cumplan los estándares de seguridad alimentaria de la UE, que son de los más estrictos del mundo. Es falso que se permita la entrada de alimentos sin controles. Después están las limitaciones en el uso de productos fitosanitarios, que es independiente. Los Veintisiete aplicamos el principio del Límite Máximo de Residuos (LMR), que garantiza que los alimentos no sean nocivos para la salud. España defiende, junto a Francia y otros países, que estos productos prohibidos en la Unión tampoco puedan usarse en alimentos importados, y no nos referimos a los países del Mercosur. Aunque esto aún no se ha logrado, es una reivindicación justa de los agricultores que apoyo completamente.

P. ¿Tiene margen para aplicar las cláusulas espejo?

R. Para ello se necesitan dos cosas. Primero, una mayoría de Estados miembros que las apoyen, que ahora existe, ya que algunos países priorizan las importaciones y los precios bajos. Segundo, la compatibilidad con la normativa de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que podría considerar estas medidas como restricciones comerciales. Pero creo que es posible avanzar en esta legislatura. Vamos a trabajar para que la UE adopte las cláusulas espejo como parte de su política comercial.

P. China abrió una investigación al cerdo español a raíz de las amenazas arancelarias europeas a sus coches eléctricos. ¿Le preocupa esta relación?

R. China es nuestro tercer mercado internacional tras Reino Unido y EE UU. Las relaciones agroalimentarias con ellos son intensas y positivas, aunque ahora están bajo el escrutinio de varias investigaciones que afectan a toda Europa -brandy, productos lácteos, cerdo fresco y vacuno-. España y la UE han colaborado de manera transparente, y esperamos que queden archivadas y podamos seguir ampliando los intercambios agroalimentarios con China.

P. A nivel nacional se discute una nueva subida del salario mínimo y la reducción de jornada. ¿El campo tiene capacidad para soportar estas medidas?

R. Repito, España no es un país low cost. Nos diferenciamos en términos de calidad, seguridad o innovación. La dignidad del trabajo, las retribuciones, los horarios, son elementos que están en la fijación de los costes salariales. Los nuestros son superiores, y también inferiores, a los de algunos países de la UE. Ninguna medida que este Gobierno ha tomado sobre el salario mínimo ha tenido un efecto negativo sobre el empleo, tampoco en el sector agrario. No me parecen factores que vayan a modificar sustancialmente la situación de nuestro sector.

P. ¿El sector agrario soporta un exceso de regulación en sostenibilidad?

R. Regulación, la necesaria, ni más ni menos. Este es un tema siempre polémico. Desde el punto de vista de las ayudas de la PAC, tenemos que hacerlo todo más sencillo de cara al agricultor y el ganadero. Estamos fomentando una digitalización creciente de todo ese tipo de trámites. España tiene uno de los estándares más altos del mundo en términos de seguridad de la producción ganadera. Gracias a eso, hemos podido aumentar de forma exponencial nuestras exportaciones a terceros países.

P. La renta agraria creció un 14% en 2024, rozando los 38.000 millones, un récord. ¿Qué evolución espera?

R. Las variaciones de la renta agraria suponen ciclos en el medio y largo plazo, pero están sometidos a dientes de sierra vinculados a factores muchas veces climáticos o de mercado. Por ejemplo, la guerra en Ucrania en 2022 o la sequía en 2023. Los datos de 2024 hablan de una tendencia positiva, también en las exportaciones. Hay quien dice que es gracias a las grandes personas jurídicas, pero detrás hay miles de agricultores y ganaderos que hacen subir esa renta y producción agraria.

P. Agricultura ha movilizado 444,5 millones en relación con la dana, 200 en ayudas directas. ¿Cuándo van a empezar a abonarse? ¿No se han podido entregar antes?

R. Hemos tenido que peritar las explotaciones, lo que fue casi imposible durante las primeras semanas tras el desastre. Hasta ahora se han realizado casi 40.000 peritaciones y hemos identificado cerca de 9.000 beneficiarios potenciales, que cumplen con el requisito de pérdida de producción de al menos un 40%. A finales de diciembre se publicó una relación de más de 6.700 que recibirán la ayuda antes de finalizar este mes, por un importe superior a 5.000 euros.

P. El porcentaje de beneficiarios es de poco más del 20%. ¿Se plantean flexibilizar las ayudas?

R. Hemos fijado unas condiciones. Partimos de un sistema de seguros agrarios que permite asegurar cualquier producción agrícola. En Valencia ya se han abonado 32 millones de euros en indemnizaciones relacionadas con la dana, lo que demuestra que el sistema funciona bien. Las ayudas que aplicamos son complementarias a las aseguradas o no aseguradas, según la circunstancia extraordinaria de la dana. Por lo tanto, mantenemos un nivel de exigencia similar al del Seguro Agrario.

Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación.Pablo Monge

P. Los últimos tres años han sido de un gran encarecimiento de la cesta de la compra. ¿Las medidas tomadas para mitigarlo fueron efectivas?

R. Hemos adoptado medidas fiscales pioneras en Europa, como la reducción o eliminación del IVA en productos de primera necesidad. Esto se realizó con un coste para la Hacienda pública y respetando las normas comunitarias. Yo diría que sí, hemos sido eficaces. También hemos incluido el aceite de oliva en los productos de primera necesidad para mitigar el impacto del fuerte aumento de precios causado por la reducción de las cosechas. Además, estamos por debajo de la media de inflación alimentaria de la UE y la zona euro.

P. El aceite ahora registra caídas del 40% desde el inicio de la nueva campaña. ¿Es normal este comportamiento?

R. Si alguien piensa que hay alguna irregularidad en la formación de precios, debe denunciarlo. El mercado del aceite de oliva sigue patrones recurrentes: las campañas de mayor producción presentan precios más bajos, y las cortas provocan precios altos, como ha ocurrido en las dos anteriores. En las últimas semanas hemos visto una caída abrupta que parece haberse estabilizado con una ligera recuperación de los precios.

P. ¿Algún eslabón de la cadena alimentaria se ha beneficiado de la crisis inflacionaria?

R. Los datos reflejan estabilidad y equilibrio en la cadena. Se evitaron rupturas de stock y se garantizó la rentabilidad de todos los sectores. Con la directiva de prácticas comerciales desleales y la modificación de la ley de la cadena buscamos asegurar que todos los eslabones tengan un rendimiento positivo. La prohibición de la venta a pérdidas busca proteger al sector primario, garantizar precios razonables para los consumidores y mantener un equilibrio.

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