Los sueldos de la zona euro no recuperarán su poder adquisitivo previo a la pandemia hasta 2026
Bruselas alerta de que el riesgo de pobreza en España aumenta y se sitúa en un nivel “crítico”
El mercado laboral en la zona euro ha sostenido la economía cuando se temía que hubiera recesión. Hay más empleo que nunca hasta ahora y la tasa de paro, en mínimos históricos. Pero no puede decirse los mismo de los salarios, que siguen por debajo del nivel anterior a la pandemia, que sufrieron después un golpe muy duro con la inflación desbocada y que necesitan más tiempo para volver a recuperar el poder adquisitivo que tuvieron en 2019. Ese momento llegará el año que vien...
El mercado laboral en la zona euro ha sostenido la economía cuando se temía que hubiera recesión. Hay más empleo que nunca hasta ahora y la tasa de paro, en mínimos históricos. Pero no puede decirse los mismo de los salarios, que siguen por debajo del nivel anterior a la pandemia, que sufrieron después un golpe muy duro con la inflación desbocada y que necesitan más tiempo para volver a recuperar el poder adquisitivo que tuvieron en 2019. Ese momento llegará el año que viene para el conjunto de la Unión Europea, pero todavía tardará un año más para la zona euro, según el informe sobre el mercado laboral que ha presentado la Comisión Europea.
Tras perder mucho terreno en 2022, cuando Rusia invadió Ucrania y la inflación alcanzó niveles no vistos desde la crisis del petróleo en los años setenta y sus coletazos en los ochenta, los salarios comenzaron a recuperarse en términos reales —es decir, subir algo más que los precios— en 2023 y han seguido haciéndolo en 2024. De hecho, en el segundo trimestre de este año el aumento de poder adquisitivo frente al mismo periodo del año pasado fue del 2,4%. Este recuperación paulatina, con ser onerosa para los hogares, tiene el efecto de que amortigua lo que se llaman efectos inflacionistas de segunda vuelta y ayuda a controlar los precios, dando margen al Banco Central Europeo para ir reduciendo los tipos de interés.
La situación de los salarios mínimos obligatorios, un suelo mínimo legal establecido en la mayor parte de países de la UE, es algo mejor. “Los aumentos de estos salarios compensan en gran medida la pérdida de poder adquisitivo de los asalariados mínimos en la mayoría de los Estados miembros. Esto se debe principalmente a las actualizaciones anuales rutinarias en enero de 2023 y 2024, junto con ajustes sustanciales a lo largo de ambos años”, expone el informe.
“Adecuar el salario mínimo es esencial para proteger a los asalariados con menores ingresos y reducir el riesgo de pobreza, [además] aumenta la demanda y fortalece los incentivos al trabajo”, señala el comunicado de la Comisión sobre este análisis.
Este documento no examina solo el mundo del trabajo, también pone el foco en el conjunto de la situación social y laboral de la Unión y observa uno por uno la situación en cada país. Y ahí España sale bastante mal parada. Su tasa de paro, pese a haber mejorado en los últimos años, sigue siendo la más alta de Europa. La temporalidad ha bajado bastante con la reforma laboral, pero de nuevo destaca. Y el porcentaje de personas en riesgo de pobreza ha subido. En 2023, últimos datos que recoge el documento, aumentó en medio punto porcentual, hasta el 26,5%. Más lo hizo aún entre los niños y llegó al 34,5%.
Como con las cifras de paro o temporalidad, que en España haya un porcentaje alto de personas que viven con menos del 60% de la mediana de ingresos anuales es un problema viejo. Está vinculado a los sueldos, por supuesto. Pero también a la ineficacia de las transferencias sociales (prestaciones o subsidios). Su impacto para amortiguar este problema es menor que en otros países. “Esto puede atribuirse en parte a los problemas de adecuación y cobertura del sistema de sistema de protección social, las disparidades regionales acceso a los servicios públicos y la persistente pobreza en el trabajo”, apunta el informe en su apartado sobre España.
Otro elemento al que señala este análisis laboral es la falta de mano de obra en buena parte del mercado laboral europeo. “Más que en 2019″, subraya el propio informe. No obstante, la situación no es homogénea. Países con índices de paro muy bajo, como República Checa, Alemania, Países Bajos o Bélgica, padecen el problema en mayor medida que España, Polonia, Bulgaria o Rumania. También hay disparidades por sectores: son mayores las dificultades para cubrir puestos de trabajo relacionados con la ciencia, la salud, la tecnología, la construcción, el turismo o el transporte.
El informe de empleo divulgado este martes forma parte del paquete de análisis y recomendaciones fiscales, económicas y sociolaborales que Bruselas presenta semestralmente. Hasta ahora se presentaban todos los documentos en conjunto, pero esta vez, en la que se estrenaban las nuevas reglas fiscales, la parte presupuestaria se desgajó y se publicó de forma individual en noviembre. Ahora ha sido el turno del resto, en el que, por ejemplo, vuelve a señalarse a Alemania y a Países Bajos por tener desequilibrios macroeconómicos. La causa hay que buscarla en su excesivo superávit por cuenta corriente, un saldo que se repite desde hace bastantes años. También tienen desequilibrios Chipre, Grecia, Italia, Hungría, Rumania, Eslovaquia y Suecia.
El paquete lo completa un conjunto de recomendaciones para la política económica que tenga que desarrollarse el próximo año en la UE. El objetivo principal de estos consejos es impulsar la competitividad, la gran prioridad a la que miran desde hace meses todos los púlpitos de Bruselas. Las recetas se han oído y leído en discursos e informes previos (los de Enrico Letta y de Mario Draghi): incrementar las inversiones en innovación, profundizar en el mercado único, reducir la carga regulatoria para incentivar los negocios, aumentar la formación y reciclaje de la mano de obra, desplegar de una vez la unión del mercado de capitales y completar la bancaria para que el sector privado tenga más fácil captar capital.
Todas estas recomendaciones y análisis se estudiarán en las próximas reuniones de ministros de Finanzas, a donde también llegará el próximo proyecto estrella de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen: la Brújula de la Competitividad. Sí, de la Competitividad.