Los inmigrantes ni quitan el empleo a los españoles, ni hacen que sus sueldos sean menores
Fedea apunta en un estudio que “muchas de las preocupaciones sobre el impacto de la inmigración en el empleo, los salarios y los servicios públicos están influenciadas por percepciones erróneas y desinformación”
La inmigración se ha convertido en la principal preocupación de los españoles, según el Centro de Investigaciones Sociológicas. Apunta en una dirección parecida la encuesta elaborada por el Instituto 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER difundida este martes: el 57% cree que hay “demasiados” inmigrantes en España y el 75% los asocia a conceptos negativos. Sin embargo, al ser preguntados por la experiencia personal con ellos, los votantes de todos los partidos la juzgan de forma positiva. Un estudio publicado este miércoles por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ahonda en esta dicotomía. Subraya el caudal de evidencia científica que sostiene que la inmigración, en general, no resulta perjudicial ni para los trabajadores locales ni para los servicios públicos.
“A pesar del aumento en la visibilidad mediática y el debate público, el análisis sugiere que muchas de las preocupaciones sobre el impacto de la inmigración en el empleo, los salarios y los servicios públicos están influenciadas por percepciones erróneas y desinformación”, reflexiona Raquel Carrasco, profesora en el Departamento de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid e investigadora de Fedea, autora del estudio Algunas reflexiones sobre el fenómeno de la inmigración en España: Percepción social versus efectos reales. “Si bien la inmigración ha aumentado significativamente en las últimas décadas, sus efectos reales en el mercado laboral y otros aspectos sociales son menos alarmantes de lo que a menudo se percibe”, indica. Carrasco recuerda que, como muestra un estudio reciente de la Fundación ISEAK y también la encuesta de 40dB., la población nativa tiende a sobrestimar la proporción de inmigrantes en el país, el nivel de desempleo entre ellos y las ayudas sociales que reciben.
“No hay evidencia que respalde la afirmación de que la llegada de inmigrantes perjudique las oportunidades de empleo de los nativos”, dice Carrasco, antes de repasar los argumentos con los que sostiene esta afirmación. Hace referencia a un estudio de 2008 a partir de datos del Registro de Permisos de Trabajo y del Censo que indicaba que las oportunidades de empleo de los trabajadores nativos “no se ven afectadas de forma significativa por la inmigración”. “Sus estimaciones”, continúa Carrasco, “tienen en cuenta los posibles sesgos de selección de los inmigrantes, lo cual es crucial para estimar un impacto causal de la inmigración. Estos resultados son coherentes con la mayoría de los hallazgos en la literatura, especialmente en el contexto europeo”. La investigadora cita otro análisis de 2016 que sostiene que “la inmigración puede mejorar la productividad general del trabajo y que su efecto sobre el salario de los trabajadores nativos es, en gran medida, neutral”.
En la misma línea, Carrasco subraya la evidencia empírica de que “los inmigrantes, en particular los hombres, tienden a tener periodos de desempleo más cortos que los trabajadores nativos”. Considera que esto “puede estar relacionado con la necesidad económica más acuciante que enfrentan los inmigrantes para encontrar empleo, lo que les lleva a aceptar ofertas laborales con mayor rapidez, a menudo en sectores de baja cualificación o con contratos temporales”. Asimismo, indica que “los inmigrantes tienen una menor probabilidad de recibir estas ayudas en comparación con los nativos, debido principalmente a su menor antigüedad en el país y, por ende, a su falta de contribuciones suficientes al sistema de seguridad social”. Esta diferencia tiene a disminuir con el tiempo.
Carrasco agrega que “el consenso general es que la inmigración puede coexistir con un mercado laboral saludable, aportando beneficios a la economía local”, pero a la vez matiza: “Sin embargo, es vital continuar investigando los efectos a largo plazo y en contextos específicos para obtener una comprensión más completa de esta compleja cuestión”.
Uso similar de los recursos públicos
Asimismo, el estudio también aborda el uso de los inmigrantes de los servicios públicos, a partir de la Encuesta Nacional de Salud. “Es similar a la de los nativos en los mismos grupos de edad. No existen diferencias estadísticamente significativas en los patrones de visitas a médicos de familia ni en las estancias hospitalarias entre inmigrantes y nativos en España”. Sí observa un menor acceso de los inmigrantes a los especialistas y mayor en urgencias. “Dado que los inmigrantes presentan un menor nivel de envejecimiento que los nativos, la demanda de recursos sanitarios de alta complejidad es relativamente baja”, agrega Carrasco. Apunta que “hay evidencia de que la concentración geográfica de la inmigración ha generado problemas de congestión a corto plazo en determinadas áreas”, pero estas complicaciones no se dan por un mayor uso de los recursos por parte de esta población, sino, simplemente, porque no se refuerzan los servicios públicos de forma acorde al salto demográfico.
Carrasco también aborda la relación entre inmigración y criminalidad: “Durante los años de fuerte inmigración, el país ha visto crecer los delitos a una tasa menor que en otras naciones, donde el incremento en el número de inmigrantes ha sido menos pronunciado. Según los datos, a pesar de la percepción pública, el aumento de la inmigración no ha provocado un incremento sustancial en la criminalidad en general”. Resalta que los datos del Ministerio de Interior indican que “los delitos han disminuido ligeramente en los últimos años, a pesar del continuo flujo migratorio”. Destaca que “las tasas de delitos cometidos por inmigrantes son mayores en comparación con los nativos”, pero a la vez explica que esta diferencia se debe, principalmente, a las características demográficas y socioeconómicas de los inmigrantes. “Una porción considerable de la población inmigrante está compuesta por varones jóvenes (de entre 15 y 34 años) con niveles bajos de educación, un grupo demográfico que tiende a presentar mayores tasas de delincuencia independientemente de su nacionalidad”.
La experta termina su análisis con una serie de recomendaciones. “El desafío principal radica en diseñar políticas que permitan aprovechar los beneficios de la inmigración mientras se minimizan los posibles efectos negativos”. Cree que deben pasar por tres ideas: políticas de integración, “para asegurar que los inmigrantes puedan participar activamente en la sociedad y la economía del país de acogida”; gestión y selección de los flujos migratorios, “para garantizar que la inmigración sea ordenada y legal” (destaca la selección basada en habilidades y en las necesidades del mercado laboral); y coordinación en el ámbito europeo, “dado que la inmigración es un fenómeno transnacional”.