Desigualdad y política económica

Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo concluye que la desigualdad en el mundo sigue avanzando a favor del capital

Varias mujeres trabajan en una empresa de aguacates en Uruapan, Michoacán (México).Gladys Serrano (El País)

Una de las formas clásicas de medir la desigualdad es observar el reparto de la renta generada por la economía de un país entre los trabajadores y el capital. Un reciente estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Septiembre 2024, concluye que los trabajadores siguen perdiendo terreno en el ámbito mundial. Es decir, la desigualdad sigue avanzando a favor del capital. El estudio muestra...

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Una de las formas clásicas de medir la desigualdad es observar el reparto de la renta generada por la economía de un país entre los trabajadores y el capital. Un reciente estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Septiembre 2024, concluye que los trabajadores siguen perdiendo terreno en el ámbito mundial. Es decir, la desigualdad sigue avanzando a favor del capital. El estudio muestra que el peso del ingreso de los trabajadores descendió 0,6 puntos al pasar de representar el 52,9% de toda la renta generada en 2019 al 52,3%, en 2022 y que en los años posteriores se ha mantenido estable. Lo inquietante es que los Objetivos del Desarrollo Sostenible para 2030 (acabar con la pobreza extrema, reducir la desigualdad, promover el trabajo decente y energía no contaminante, entre otros), parecen cada vez más fuera de su alcance.

La pérdida de terreno de los trabajadores viene de lejos. Estudios de la OIT señalan el punto de inflexión en la década de 1980. Las políticas neoliberales (menos Estado, menos regulación y menos derechos sociales) están en la raíz del retroceso. El declive ha continuado este siglo. Entre 2004 y 2024 el descenso relativo de las rentas de los trabajadores ha sido de 1,6 puntos y casi el 40% de la disminución total observada en las últimas dos décadas ocurrió durante los tres años marcados por la pandemia de la covid-19.

La reducción de la desigualdad de género ha sido mínima. En 2005 por cada dólar que los hombres ganaron en ingresos laborales, las mujeres solo obtuvieron 47 céntimos. En 2024 el ratio se elevó a 51,8 céntimos, lo que refleja un progreso muy modesto. Las diferencias entre regiones son notables: mientras en los Estados árabes los ingresos laborales de las mujeres son el 12,4% de los hombres, en Europa y Asia Central son del 61,9%. El estudio indica que entre 2004 y 2024, la productividad laboral (medida como producto interior bruto por hora trabajada) aumentó un 58%, mientras que el ingreso por hora trabajada fue del 53%.

El informe de la OIT sobre el empleo mundial ha coincidido con la revisión estadística de la Contabilidad Nacional de España. Los datos del INE permiten apreciar las ganancias y pérdidas de los asalariados durante los últimos años, según las políticas de los distintos gobiernos. En 2004, la remuneración de los asalariados ascendió a 405.923 millones de euros, lo que representó el 47,6% de la renta nacional española. En 2008, el momento más álgido del boom económico alcanzó un máximo del 50,4%. Tocó fondo en términos absolutos en 2013 (472.170 millones, 46,3%) y en términos relativos en 2018, 45,6%. En los últimos seis años las rentas de los asalariados han logrado una notable recuperación hasta alcanzar el 48,2% de la renta total. Habrá tenido un efecto importante la subida del 54% del salario mínimo. La mejor remuneración podría explica el mayor consumo y fuerte crecimiento económico. España está ganando credibilidad como se constata que pueda financiar su deuda a precios más bajos que Francia, Italia o el Reino Unido.

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