Roma quiere cobrar a los turistas por ver la Fontana de Trevi
El Ayuntamiento de la ciudad estudia organizar un sistema de visitas con reserva de hora y precio simbólico de un euro, aunque será gratis para los romanos, para evitar la masificación creciente en torno al monumento
El turismo en Roma, que siempre ha sido intenso, se ha disparado aún más después de la pandemia. Es la ciudad europea que más aumentó sus visitantes en 2023, un 45%, según datos del Ayuntamiento, con un récord de 50 millones de viajeros que ya va a superar este año. Los efectos en el centro histórico, patrimonio de la Unesco y que hasta ahora había resistido, son cada vez más palpables. Cierran tiendas tradicionales, abren hoteles de lujo, encontrar piso es una utopía y cosas que antes er...
El turismo en Roma, que siempre ha sido intenso, se ha disparado aún más después de la pandemia. Es la ciudad europea que más aumentó sus visitantes en 2023, un 45%, según datos del Ayuntamiento, con un récord de 50 millones de viajeros que ya va a superar este año. Los efectos en el centro histórico, patrimonio de la Unesco y que hasta ahora había resistido, son cada vez más palpables. Cierran tiendas tradicionales, abren hoteles de lujo, encontrar piso es una utopía y cosas que antes eran normales, como pasar por la Fontana de Trevi de camino a alguna parte y admirarla unos segundos, se han hecho imposibles. Ya es un circo que a cualquier hora está abarrotado de turistas y vendedores ambulantes, dándose codazos por hacerse una foto. Así que el Ayuntamiento de Roma ha decidido tomar medidas: prevé que en la famosa fontana haya que pagar entrada y reservar una hora de visita, con el fin de limitar el número de turistas.
No es la primera vez que se piensa en medidas drásticas, ya en 2017 se llegó a hablar de prohibir detenerse ante la fontana para agilizar el paso de personas. En principio ahora se estudia un precio simbólico, de un euro, y que para los romanos sea gratis. Según ha avanzado el Ayuntamiento, la idea sería pagar por el acceso a la escalinata próxima a la fontana, mientras se podrá seguir pasando libremente por la plaza y verla de lejos. Ahora bien, para acercarse al agua y cumplir el rito de arrojar una moneda, habrá que reservar hora y pagar. Aún está todo por precisar, porque no es fácil organizarlo logísticamente, pero el alcalde, Roberto Gualtieri, del PD (centro-izquierda), ya ha dicho que le parece bien y van a estudiar la fórmula a aplicar. “Es una hipótesis muy concreta y y ya estamos estudiando soluciones técnicas”, ha explicado este jueves.
Gualtieri asegura que la policía municipal le ha ido mostrando su preocupación porque la situación se está haciendo ya “técnicamente difícil de gestionar”. Los agentes ya no dan abasto a llamar la atención a los que intentan bañarse, o mojarse los pies, o comen hamburguesas repantingados en los márgenes. Se pretende ofrecer “una experiencia más elegante”. Es decir, dar la posibilidad a todos de admirar la fontana con tranquilidad, sin agobios. Y también asegurar la correcta conservación del recinto.
Se trata de un paso más en los intentos de contener la masificación turística en Roma, pero en este caso es más significativo, porque se trata de una plaza en la vía pública, no es un lugar cerrado. La visita al Panteón, otro de los monumentos más visitados de la ciudad y que era de acceso libre, empezó a ser de pago y con reserva, a un precio de cinco euros, en julio de 2023. Una ciudad entera como Venecia empezó a cobrar cinco euros por entrar en el centro el pasado mes de abril.
El Ayuntamiento de Roma estudia la medida de la Fontana de Trevi dentro de una reflexión más amplia sobre cómo afrontar el turismo que ya sobrepasa la ciudad. Cada vez vive menos gente en el centro histórico: en diez años la población ha caído del 38,2%, según datos municipales de 2023, hasta los 23.000 vecinos, cuando en tiempos de Augusto llegó a un millón de personas. Y en otra zona turística, Trastevere, el descenso ha sido del 45%. Apenas residen allí 13.000 personas.
La causa son los pisos turísticos: los alojamientos no hoteleros registrados han pasado en seis años de 17.000 a 30.000, y se han descubierto otros 10.000 ilegales en los últimos dos años, pero los municipios italianos asediados por la invasión de apartamentos turísticos afirman no tener instrumentos legales para regular este fenómeno, que es competencia del Gobierno central. “Nos gustaría poner un freno, quizá de dos o tres años, para salvar el patrimonio histórico, la calidad del comercio y el derecho a la residencia, pero tenemos las manos atadas”, ha lamentado el asesor municipal para el turismo de Roma, Alessandro Onorato.
Las ciudades han echado mano también de la tasa turística que se paga en los alojamientos, y es más, el Gobierno está pensando en subirla. El Ejecutivo de Giorgia Meloni estudia un impuesto de entre cinco y 25 euros por noche que variaría en función de la categoría del alojamiento, un anuncio en la prensa italiana de la semana pasada que fue mal recibido por el sector hotelero. Ahora mismo en Roma se paga de 3,5 a 10 euros. También se prevé, como novedad, que la recaudación se destine a la limpieza y recogida de basuras, pues la suciedad de las calles es un problema en muchas ciudades, especialmente Roma, y el coste recae sobre los residentes.
El turismo en Italia ha batido récords después de la pandemia y en 2023 se superaron incluso los niveles previos a 2020, con más de 134 millones de llegadas y 451 millones de pernoctaciones.