Los caseros tienen 20.000 euros de ingresos más al año que los inquilinos aun sin alquilar su piso
La brecha asciende hasta los 30.000 euros si se agrega la renta mensual, según un informe del Grupo de Estudios Críticos Urbanos
La polarización económica que se vive en el mercado del alquiler de la vivienda es incluso anterior al proceso de transferencia de rentas entre arrendador y arrendatario. El régimen de tenencia de los inmuebles en España y la posición que se ocupa en el sistema provoca diferencias de ingresos que convierten a los caseros en el colectivo con más ganancias del país, ...
La polarización económica que se vive en el mercado del alquiler de la vivienda es incluso anterior al proceso de transferencia de rentas entre arrendador y arrendatario. El régimen de tenencia de los inmuebles en España y la posición que se ocupa en el sistema provoca diferencias de ingresos que convierten a los caseros en el colectivo con más ganancias del país, con y sin alquileres. Así lo muestra el informe El mercado del alquiler. Fuente de desigualdad social —publicado este martes por el Grupo de Estudios Críticos Urbanos—, en el que se refleja que, incluso sin estos rendimientos, los propietarios disfrutan de 20.000 euros brutos más al año que los inquilinos.
Los datos recopilados por los investigadores apuntan a una marcada desigualdad entre los dos extremos del mercado del alquiler en todos los supuestos, haya o no haya transferencias de renta. A un lado están los hogares conformados por caseros, con unos ingresos brutos anuales que oscilan entre los 50.600 y los 56.500 euros, en función de la fuente estadística que se consulte. Al otro están las familias que viven de alquiler, con una renta que se sitúa entre los 19.800 y los 26.300 euros. La brecha es de alrededor de 30.000 euros. Sin embargo, en una simulación en la que los arrendadores dejasen de percibir estos rendimientos, las diferencias seguirían siendo abultadas, ya que sus ingresos solo se reducirían en unos 10.000 euros, una tercera parte.
Para llevar a cabo este análisis, los investigadores han tomado tres fuentes oficiales de datos: la encuesta de condiciones de vida que publica regularmente el INE; la encuesta financiera de las familias, que corresponde al Banco de España; y la estadística de declarantes del IRPF, elaborada por la Agencia Tributaria. Todas ellas, explica Javier Gil, uno de los autores del informe, sitúan a los inquilinos en la parte baja de la distribución de ingresos, mientras que encuadran a los caseros en la más alta.
Tal y como prosigue Gil, el alquiler actúa como un “potente mecanismo de amplificación y reproducción” de una desigualdad socioeconómica entre caseros e inquilinos que viene de antes, y que tiene como una de sus causas la posición que se ocupa en el régimen de tenencia y las dinámicas que este genera.
Por ejemplo, según el organismo dependiente del Ministerio de Hacienda, casi la mitad de los arrendatarios de España tiene una renta anual igual o inferior a los 18.000 euros anuales, mientras que otro 29% se mueve entre en los 18.000 y los 32.000 euros. Sin embargo, a partir de estas cantidades la representación es mucho más minoritaria: un 17% oscila entre 32.000 y 53.000 euros y únicamente un 8% supera este último umbral. La tendencia es la opuesta al analizar a los caseros: cerca de la mitad supera los 53.000 euros de ingresos por ejercicio y solo el 10% está por debajo de los 18.000 euros. Aunque las cifras de las otras dos fuentes analizadas son ligeramente diferentes por cuestiones metodológicas, el patrón resultante es similar.
La dinámica derivada de la transferencia de rentas residenciales se amplifica si se incluye en la ecuación a los hogares que son titulares del mismo inmueble en el que viven, es decir, a los propietarios sin rentas del alquiler. Los datos de la Agencia Tributaria elevan los ingresos medios de los caseros a los 51.000 euros y rebajan los de los inquilinos hasta los 19.800 euros. En un estado intermedio, con casi 35.000 euros, se colocarían los propietarios que habitan su casa, lo que pone de manifiesto “una notable brecha económica entre los distintos segmentos poblacionales, de acuerdo tanto a su régimen de tenencia como a su posición en la transferencia de rentas”. Dicho de otra manera, las dinámicas residenciales permiten a la generación de caseros diferenciarse holgadamente no solo de sus inquilinos, sino también del resto de propietarios.
Ratio de desigualdad
Con el objetivo de medir los desequilibrios derivados del régimen de tenencia de la vivienda, el informe incluye una ratio de desigualdad que analiza a los colectivos estudiados. De él se desprende que la renta de los caseros es entre 2,15 y 2,58 veces superior a la de los inquilinos, mientras que supera entre 1,46 y 1,69 veces la de los hogares que viven en su propiedad y no arriendan a un tercero ninguna casa. “Incluso sin los ingresos derivados del arrendamiento los hogares de caseros tendrían una renta mediana entre 1,82 y 2,13 veces superior a la renta de los hogares de inquilinos”, subraya el documento.
Por cuestiones técnicas, los investigadores no han podido simular a cuánto descendería la brecha si los arrendatarios no tuviesen que abonar mensualmente el alquiler. La razón, explica Gil, es que las fuentes de datos permiten restar estos ingresos a los caseros, pero no asignarlos a los inquilinos. A esto se le añaden otros factores, como que una parte alta de los caseros son multipropietarios. “Es decir, hay muchos casos en los que varios hogares pagan renta a un solo arrendador, por lo que el ajuste a la inversa es imposible de realizar”.
Según argumentan los investigadores, las medidas impulsadas en los últimos años para intentar corregir esta situación no han logrado mitigar “la creciente desigualdad social vinculada al rentismo en el acceso a la vivienda”. Ante este panorama se hace imperativo el despliegue de estrategias más contundentes y efectivas, ya que si no se reduce la transferencia regresiva de rentas de los inquilinos hacia los caseros continuará engordándose la brecha. “La implementación de políticas orientadas a la reducción de los precios del alquiler, con el objetivo de ajustarlos a los ingresos de los hogares inquilinos para satisfacer sus necesidades residenciales básicas, podría reequilibrar la severa desigualdad social”, sugieren.
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