Sánchez carga en Davos contra el discurso neoliberal y reclama a las empresas que ayuden a defender la democracia

El presidente español, que habló justo después de Milei, ofrece la visión contraria de la del argentino

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles durante su intervención en el Foro Económico Mundial, en Davos (Suiza).Foto: FABRICE COFFRINI | Vídeo: EPV

La gran batalla ideológica que marcará este superaño electoral, con 74 comicios en todo el planeta, podría resumirse en dos intervenciones en la cumbre de Davos consecutivas. Por un lado, la del argentino Javier Milei, que llegó a decir que el mundo va camino del socialismo, que no existen los fallos del mercado y que el único cáncer de la economía es el Estado, la regulación y los impuestos. Y, por el otro lado, el español Pedr...

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La gran batalla ideológica que marcará este superaño electoral, con 74 comicios en todo el planeta, podría resumirse en dos intervenciones en la cumbre de Davos consecutivas. Por un lado, la del argentino Javier Milei, que llegó a decir que el mundo va camino del socialismo, que no existen los fallos del mercado y que el único cáncer de la economía es el Estado, la regulación y los impuestos. Y, por el otro lado, el español Pedro Sánchez, que habló justo después para decir lo contrario en un discurso muy pensado para generar impacto también en Davos, donde algunos empresarios, según teme el presidente, pueden tener la tentación de entregarse a la corriente de Milei y otros ultras como Donald Trump que atacan con dureza las ideas de la redistribución, la justicia social y los impuestos.

Sánchez condenó la ideología neoliberal y reivindicó la socialdemocracia. Pero, sobre todo, exigió a esos empresarios que puedan sentirse atraídos por discursos como el de Milei que recuerden su obligación social y que se impliquen en la defensa de la democracia, con el objetivo de frenar la ola ultra que amenaza al mundo. Especialmente este año, en el que habrá esas 74 elecciones diferentes en todo el planeta, entre ellas, las de EE UU y las europeas. Sánchez fue muy claro al dirigirse a las empresas, en una sala llena de ejecutivos, donde algunos del Ibex 35 estaban en primera fila. “Ayúdennos a elevar el poder adquisitivo de los trabajadores, a frenar la emergencia climática, a reivindicar las normas internacionales y a defender la democracia y luchar contra la involución que representa la ola reaccionaria que recorre el mundo. En resumen: ayúdennos a dar a la gente una vida mejor”, les pidió.

“No nos traguemos los viejos postulados neoliberales que presentan al Estado como un ente puramente extractivo que no genera valor. O que afirman que la única responsabilidad de las empresas es aumentar los beneficios de sus accionistas. Se ha demostrado que estas ideas son erróneas, por la ciencia y la experiencia. Ustedes lo saben. Ustedes saben que las empresas necesitan a los gobiernos para innovar y crecer. Y que si las empresas no trabajan juntas, si no alinean sus intereses con los de la sociedad en su conjunto, no podremos superar los grandes retos de nuestro tiempo. Y esto repercutirá en sus empresas”, les espetó Sánchez a los empresarios, precisamente en Davos, que durante una semana se convierte en el corazón del capitalismo al que acuden las empresas más importantes del planeta. Es exactamente lo contrario de lo que dijo Milei, que animó a los empresarios a no avergonzarse de hacerse ricos, los llamó “héroes” y los invitó a protagonizar un combate “contra la casta de la política”, contra “los organismos internacionales dominados por ideas neomarxistas” y contra los Estados.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles durante su intervención en el Foro Económico Mundial, en Davos (Suiza). DENIS BALIBOUSE (REUTERS)

Al revés, Sánchez invitó a colaborar entre Estados y empresas y a no dejarse llevar por las ideas neoliberales que los ven como enemigos. “No se dejen arrastrar por esos medios de comunicación y partidos políticos radicales que están obsesionados con proyectarnos como rivales sistémicos. Que se lucran vendiendo polarización. No caigan en su trampa. Colaboremos. Aprovechemos para tender puentes, potenciar sinergias y establecer nuevas formas de colaboración público-privada. El Gobierno de España es su aliado. Debemos trabajar juntos para construir una nueva prosperidad. Un nuevo triángulo virtuoso formado por el sector privado, el Estado y la sociedad civil que nos permita garantizar la prosperidad económica, aumentar el bienestar y la igualdad y asegurar la sostenibilidad medioambiental para todos y en todo el mundo”, sostuvo.

“España es un paraíso para las empresas que quieren enriquecerse generando valor real y pagando los impuestos que les corresponden”, prosiguió. Pero, sobre todo, discutió la idea de la mano invisible del mercado, precisamente la que reivindicaba Milei, que llegó a decir que “no existe como tal el fallo de mercado”.

“Hoy, los españoles saben que las políticas neoliberales no funcionan. Que la opción de reducir el tamaño del sector público y dejar solos a los ciudadanos y a las pequeñas empresas cuando surgen los problemas no tiene sentido. Y que, cuando colaboramos y estamos juntos, somos más fuertes”, insistió Sánchez para rematar con una clara defensa de los trabajadores, también ante los peligros de la inteligencia artificial, que según el presidente deben ser controlados: “Los que aprendimos a no creer en la mano invisible del mercado, no podemos profesar ahora una fe ciega en la mano invisible de la inteligencia artificial. La invisibilidad suele buscarse para hacer el mal, no el bien. Solo confío en las manos de carne y hueso: las que levantan la persiana de un negocio cada mañana, las que sostienen un libro en la escuela, hacen la cena por la noche para su familia o depositan un voto en la urna. Me importan esas manos, reales y visibles”.

“Debemos prestar más atención a las preocupaciones de nuestros trabajadores, nuestros jóvenes y nuestros mayores, y menos atención a las promesas vacías de algunos gurús de Silicon Valley, que están más interesados en ganar adeptos o escalar en la lista de millonarios de Forbes que en el verdadero progreso de la humanidad”, lanzó. Sánchez insiste en que él es un defensor de la innovación, y no alguien que rechace las nuevas tecnologías, y de hecho estos días se ha reunido precisamente con algunos de esos máximos responsables de empresas tecnológicas, algunos de ellos con sus sedes en Silicon Valley, para buscar inversiones en España. Pero cree que hay que controlar la inteligencia artificial para que no perjudique los intereses de los trabajadores, erosione la democracia y abra paso a las fake news.

Sánchez deja Davos después de dos días con decenas de reuniones con empresarios del máximo nivel en las que nadie le ha preguntado por Carles Puigdemont ni por la amnistía. Ni siquiera lo han hecho en las dos entrevistas que concedió a la CNBC y Bloomberg. Davos sirve precisamente como contraste, para ver que lo que moviliza la política española apenas preocupa a los ejecutivos internacionales, más allá del interés por la estabilidad del Ejecutivo de Sánchez. El presidente, que ya no es un recién llegado, más bien al contrario, empieza a ser uno de los líderes veteranos de Davos -es su sexto año- ya ha demostrado a los grandes ejecutivos que es un líder que puede durar otros cuatro años, y así le reciben. Y el líder del PSOE juega sus dos caras. En privado, es un pro business claro que habla con los empresarios de lo que les interesa: estabilidad regulatoria, facilidades fiscales, previsibilidad, grandes reformas. Y en público, se concentra en el discurso político socialdemócrata y les recuerda que si quieren mantener sus beneficios y su riqueza, tienen que hacerla sostenible con un reparto más justo, pagando más impuestos, y alejándose de las tentaciones de Milei y otros ultras. Sánchez ya es todo un Davos man que incluso ha logrado que los dirigentes del Ibex 35 acudan casi en pleno a sus citas en este idílico pueblo de los alpes suizos y eviten leerle la cartilla de los impuestos que no les gustan.

Tanto el presidente como su equipo se van de Davos con una sensación de éxito y sobre todo con un mensaje muy importante: no hay grandes temores con la estabilidad en España y todo indica que Sánchez volverá el año que viene a buscar nuevas inversiones. “Con la que está cayendo en el mundo, lo nuestro, que si perdemos una votación o no, es muy poca cosa, y eso se nota mucho aquí, nadie está inquieto con eso”, resume un miembro del Gobierno. “Los ejecutivos están a otra cosa, España no preocupa, no somos tan importantes y no está pasando nada realmente inquietante para el mundo económico”, resume un directivo del Ibex 35 presente en Davos. Sánchez se vuelve de nuevo a la batalla política nacional con la sensación de que cada vez está más consolidada su imagen internacional. Pero eso en España no garantiza nada si las negociaciones internas se tuercen.


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