Por una Europa más competitiva
Con la pandemia y la guerra afloraron carencias de autonomía industrial: material sanitario, metales raros
La UE redescubrió en la batalla del Brexit su mercado interior: o sea, el viejo mercado común aumentado por la eliminación de trabas no arancelarias emprendida con el Acta Única de Jacques Delors y lord Cockfield (1995). Reaparecía como el gran pilar de la fortaleza —con minúsculas— común.
Con la pandemia y la guerra afloraron carencias de autonomía industrial: material sanitario, metales raros... Y peligros autogenerados: el aluvión de ayudas públicas, necesarias al inicio, pero distorsion...
La UE redescubrió en la batalla del Brexit su mercado interior: o sea, el viejo mercado común aumentado por la eliminación de trabas no arancelarias emprendida con el Acta Única de Jacques Delors y lord Cockfield (1995). Reaparecía como el gran pilar de la fortaleza —con minúsculas— común.
Con la pandemia y la guerra afloraron carencias de autonomía industrial: material sanitario, metales raros... Y peligros autogenerados: el aluvión de ayudas públicas, necesarias al inicio, pero distorsionadoras de la competencia en favor de los más prósperos... en un mismo mercado teórico.
Así, las ayudas de Estado pasaron de 102.500 millones de euros a 334.540 millones en 2021. Y entre mayo de 2022 y el último agosto llegaron a 733.000 millones. Por eso “el dilema europeo es preservar la fuerza del mercado interior mientras competimos con EE UU, China y otros”, resume en distintas intervenciones Enrico Letta, el ex-premier italiano y presidente del Instituto Jacques Delors, a quien la Comisión y el Consejo han confiado elaborar un informe sobre cómo mejorar ese mercado.
Hay aún barreras al tamaño. “Cada operador telefónico chino tiene unos 440 millones de usuarios; los europeos, solo cinco” (LV, 20 noviembre). Eso sucede también en la banca o la energía, o con el diminuto mercado de capitales. Y con este análisis sintoniza Mario Draghi, el legendario expresidente del BCE, al que se ha confiado otro informe paralelo, centrado en la búsqueda de la competitividad.
“El modelo en que Europa se basó desde el fin de la II guerra mundial, confiando la defensa a EE UU, en China para el comercio y en Rusia para la energía ha desaparecido”, sintetiza (FT, 9 noviembre).
Ambos concluyen en una sonora alerta. “O hay una integración europea completa, o desapareceremos”, advierte Letta. “O Europa actúa como conjunto y se convierte en una unión más fuerte, o me temo que la EU no sobrevivirá más que como un mercado”, coincide Draghi.
Quedamos a la espera, pues, de sus recetas sobre las reformas a emprender, que seguramente incluirán algunas tareas inacabadas... que recomendó el también (y van tres) ex primer ministro italiano Mario Monti en 2010, en su informe Una nueva estrategia para el mercado único.
Mientras, el informe anual del BEI destaca una clave, invertir más: “Las economías europeas exhiben en el último decenio una distancia en inversión productiva de entre un 1,5 y dos puntos porcentuales del PIB respecto a EE UU”.
Pero también invertir mejor, más selectivamente. “Sería ingenuo pretender que la UE puede producir los más de 5.000 productos que actualmente importa del exterior. Debemos centrarnos en potenciar aquellos bienes y servicios en los que ya tenemos una ventaja competitiva o en los que podemos alcanzar la vanguardia tecnológica en los próximos años” indica Diego Rubio, director de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, y coordinador del muy sugestivo informe Resilient EU-2030 presentado a la cumbre de Granada,
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