La inflación frena con fuerza en la eurozona hasta el 6,1%, la cifra más baja desde el inicio de la guerra
El IPC se desinfla en dos puntos en un solo mes, aunque se mantiene en niveles aún muy altos
Importante caída de la inflación en mayo en el camino hacia su lenta normalización. Los incrementos de precios han vuelto a frenarse después del repunte de abril, y lo han hecho con fuerza. Han pasado del 8,1% al 6,1%, según Eurostat, su menor nivel desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania. La tendencia a la baja inaugurada en otoño se recupera. Sin embargo, y pese a la fuerte bajada del mes pasado, el retroceso debería seguir un ritmo similar en los siguientes meses para regresar rápido a los niveles deseados (en torno a ese taumatúrgico 2% que tiene el BCE en sus plegarias) y es...
Importante caída de la inflación en mayo en el camino hacia su lenta normalización. Los incrementos de precios han vuelto a frenarse después del repunte de abril, y lo han hecho con fuerza. Han pasado del 8,1% al 6,1%, según Eurostat, su menor nivel desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania. La tendencia a la baja inaugurada en otoño se recupera. Sin embargo, y pese a la fuerte bajada del mes pasado, el retroceso debería seguir un ritmo similar en los siguientes meses para regresar rápido a los niveles deseados (en torno a ese taumatúrgico 2% que tiene el BCE en sus plegarias) y es eso lo que se espera. El tropiezo de abril, la resistencia que están mostrando los precios de los alimentos y los elevados niveles de los últimos meses justifican que las previsiones medias para el conjunto del año aún sean altas (5,8%, según la Comisión Europea) y que no será hasta 2024 cuando se alcance de nuevo el IPC deseado.
Tras la desaceleración de la inflación en los últimos meses está la energía. En mayo de este año se ha pagado un 2,2% menos de lo que se hacía el año pasado. La invasión rusa de Ucrania ha sido la gran protagonista de la escalada de 2021 y 2022, y lo está siendo también en la desescalada. La cotización del gas en el mercado holandés, la referencia europea, ha bajado a los niveles de hace algo más de año y medio, y eso ha aliviado la presión sobre el IPC.
Ahora, no obstante, hay otros elementos que condicionan los precios. Algunos son viejos: los cuellos de botella en las cadenas de suministro se han suavizado, pero no han desaparecido por completo, por ejemplo, los tiempos de entrega al comprar automóviles siguen siendo altos. Otros, en cambio, están provocados por la propia subida de precios, como sucede con los márgenes empresariales, la cotización de alimentos o la inflación subyacente.
Los precios de los componentes menos volátiles del IPC tardaron en sumarse a la senda alcista. Pero consecuentemente con este movimiento, su techo máximo en esta coyuntura llegó después que en la energía, y aunque ya están perdiendo fuelle, siguen encaramados a una altura considerable. Los alimentos procesados, por ejemplo, han subido en mayo un 13,2% y los no procesados, un 9%.
El alivio inflacionista en la zona euro estaba anunciado por los datos que se han conocido en los dos días anteriores de los países que la componen. Ha habido una moderación del IPC armonizado -el que puede compararse entre estados- en las cuatro mayores economías (Alemania, Francia, Italia y España), en el país germano ha llegado a superar el punto porcentual, del 7,6% al 6,3%. España, por su parte, sigue estando entre los países que tienen unos niveles más bajos. Su 2,9% solo lo mejora Bélgica (2,7%).
“El BCE se ha comprometido a una subida de tipos en junio, pero a partir de ahí, las cosas se vuelven más inciertas”, explican en el servicio de estudios de ING después de conocer los datos de Eurostat. En su opinión, la inflación de mayo y el resto de números económicos conocidos previamente dan munición en el Banco Central Europeo a los partidarios de detener las subidas de una política monetaria menos agresiva que la vista en el último año. “Pero las preocupaciones sobre un mayor crecimiento de los salarios refuerzan la visión agresiva”, añaden, pese a que los análisis conocidos hasta ahora sobre el impacto de los sueldos en la inflación apuntan con claridad hacia los márgenes empresariales como una de las causas de la inflación y, precisamente por eso, concluyen que hay espacio para un aumento de sueldos sin que eso vaya a redundar en un incremento mayor de precios.
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