Cinco años de la mediación bajo los invernaderos de las fresas de Huelva
La incorporación de los consultores que asisten a las temporeras y denuncian la mala praxis empresarial ha ayudado a aliviar la situación de un colectivo especialmente vulnerable. Pero aún queda mucho por hacer
El año 2018 supuso un punto de inflexión en los campos de fresas onubenses. Las denuncias de abusos sexuales de varias temporeras marroquíes por parte de responsables de las fincas para las que trabajaban destaparon el abuso de las libertades fundamentales que sufrían unas mujeres especialmente vulnerables y cuyo desconocimiento del idioma y la dependencia laboral de sus supuestos agresores agudizaba su desvalimiento e indefensión. Esa situación forzó al sector a adoptar medidas, entre ellas ...
El año 2018 supuso un punto de inflexión en los campos de fresas onubenses. Las denuncias de abusos sexuales de varias temporeras marroquíes por parte de responsables de las fincas para las que trabajaban destaparon el abuso de las libertades fundamentales que sufrían unas mujeres especialmente vulnerables y cuyo desconocimiento del idioma y la dependencia laboral de sus supuestos agresores agudizaba su desvalimiento e indefensión. Esa situación forzó al sector a adoptar medidas, entre ellas la incorporación en los tajos de la figura del mediador para atender las necesidades básicas de las trabajadoras extranjeras, asesorarlas ante cualquier vulneración de sus derechos y velar por las buenas prácticas empresariales. Una de las iniciativas pioneras en esa materia, el Plan de Responsabilidad Ética, Laboral y Social de Interfresa (Prelsi), la patronal de los frutos rojos de la provincia de Huelva, celebra este año su quinto aniversario. El programa ha suscitado el interés de varias regiones italianas, que buscan adaptar ese modelo a su territorio.
Nihat Dahbani, trabajadora social de 26 años, es una de las coordinadoras del equipo de consultores de integración del Prelsi, donde lleva trabajando las últimas cuatro campañas. Su teléfono no para de sonar para atender a compañeros que le trasladan cuestiones o dudas sobre situaciones de los jornaleros. “Para nosotros las visitas rutinarias a las fincas son muy importantes, pero también tener un enlace con los centros de salud y con las entidades públicas, asegurarnos de que todas disponen de una tarjeta sanitaria cuando llegan, que tienen una cuenta bancaria para que puedan cobrar a tiempo…”, resume Nihat. En pleno Ramadán, los mareos de las temporeras marroquíes bajo los plásticos recalentados por el calor de los invernaderos son los percances más habituales a los que tienen que dar respuesta estos días.
El Prelsi es un programa de adhesión voluntaria que nació como un plan de autocontrol por parte del sector de los frutos rojos para dar respuesta a los problemas sociolaborales y de integración que surgen a lo largo de las campañas, asistir a los trabajadores y denunciar y corregir la mala praxis empresarial. “Se trata de un sistema vanguardista y pionero, probablemente el mayor en materia de mediación de Europa, que busca armonizar las distintas situaciones que se dan en el ámbito de la agricultura, no solo entre los trabajadores y empresarios, sino con entes públicos como el sanitario, la subdelegación del Gobierno, los consulados… Buscamos que haya fluidez y que cuando una persona tenga un problema, se le solucione”, señala Borja Ferrera, responsable del Prelsi.
Los consultores del programa han ido creciendo conforme se han ido ampliando las acciones que desarrollan. De nueve en 2018, han pasado a 17; y de ceñirse a analizar los antecedentes penales de los capataces para prescindir de ellos, ahora hacen labores de acompañamiento en los viajes de llegada y regreso de las temporeras marroquíes, revisión de alojamientos, tareas de mediación sanitaria, asistencia social, asesoramiento laboral, resolución de incidencias, gestión de asuntos relacionados con las administraciones públicas o intermediación bancaria. “En este tiempo hemos cometido muchos errores, pero vamos corrigiendo y añadiendo acciones en función de las necesidades que vamos detectando”, reconoce Ferrera.
Nihat y sus compañeros atienden a unas 45.000 personas, que son quienes trabajan en las 48 empresas y cooperativas adheridas al Prelsi, es decir, alrededor del 70% del sector. Todos los consultores como mínimo tienen que conocer alguno de los idiomas de los jornaleros a los que asisten (conviven al menos siete nacionalidades) —en particular dariya, búlgaro y rumano―. “A mí me ayudan sobre todo en temas de papeleo”, explica Noura Lakrimi, manijera marroquí que lleva 12 años cruzando el Estrecho. “Yo los llamé cuando a un compañero empezaron a dolerle las muelas y nos hicieron las gestiones para acudir al médico”, indica a su lado Elvin Noriega, hondureño de 32 años, mientras saca palés vacíos de un camión. Esta es su segunda campaña en la fresa.
Los consultores realizan visitas semanales a las fincas, aunque están disponibles las 24 horas para cualquier urgencia. Pero además de asistirles y de investigar las anomalías que ellos denuncian, su tarea también pasa por llamar la atención sobre las irregularidades que detectan en los lugares de trabajo, como el mal estado de las viviendas, la situación laboral en las explotaciones. Y lo hacen elaborando informes semanales.
“Tenemos esta labor pedagógica de hacer ver al empresario que hay ciertas cosas que no se están haciendo bien y eso en la primera campaña costó hacérselo entender”, explica Ferrera. Cuando detectan situaciones que pueden ser susceptibles de delito las trasladan directamente a la Guardia Civil. En el caso de conflictos laborales apelan a la mediación en primera instancia. En estos cinco años, Ferrera calcula que se han interpuesto unas 30 denuncias. “Hay algunas de violencia de género, sobre todo en parejas que viven en la misma vivienda, también algunos conflictos sobre condiciones de habitabilidad de la vivienda y algunos casos de okupación”, indica.
Una alternativa ante la falta de inspecciones y presencia sindical
Conscientes de la vulnerabilidad de las trabajadoras, los activistas que trabajan sobre el terreno valoran la implantación de la figura del mediador en el sector de los frutos rojos. “Todo lo que sea que las chicas tengan mediación y la posibilidad de poder expresarse, incluso aunque solo sea para resolver los problemas de convivencia que puedan surgir entre ellas”, explica Emma González, de Huelva Acoge, quien, sin embargo, advierte de que “lo ideal sería que estas actividades de vigilancia y control las ejerciera la inspección de trabajo o los sindicatos”, con poca presencia y penetración en los invernaderos. “Con la privatización de este servicio, pese a ser un avance y poder llegar más rápido a resolver los problemas, corre el riesgo de que al final se convierta en una red de seguridad para las propias empresas y en una forma de legitimar al sector frente a las auditorías de organismos internacionales”, sostiene Yoan Molinero, investigador del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia de Comillas, que verbaliza una de las críticas que se le hace al Prelsi: su dependencia de la patronal que puede cuestionar su imparcialidad.
Ferrera sale al paso: “Esto es algo muy subjetivo. Las mercantiles nos pagan un 40%, el resto es todo subvencionado y pienso que quien te paga no es quien dirige tus acciones. Nosotros tratamos de aplicar un criterio imparcial de justicia porque entendemos que así es cómo se llega más lento, pero más lejos”. Las ayudas que reciben de la Junta de Andalucía y Caja Rural del Sur completan el 60% de su financiación, según los datos de Interfresa.
Nihat tampoco siente que la vinculación con la patronal condicione su relación con las temporeras a la hora de que estas le cuenten sus problemas. “Personalmente, no noto ese recelo, especialmente en las contrataciones en origen, ven en nosotros una figura de apoyo moral. Esta es mi paisana, está aquí cerca y está dispuesta a escucharme”, sostiene. En verano de 2020, el de pandemia, unas 7.100 compatriotas se quedaron varadas en Huelva durante casi dos meses por el cierre de fronteras decretado por Marruecos. Entonces se pudo apreciar de las mediadoras. “Fue muy duro y sobre todo lo que necesitaban era saber si había novedades. El apoyo psicológico fue fundamental. Todos teníamos miedo y los únicos que estábamos allí con ellas éramos nosotros”, recuerda.
El Prelsi es el programa de mediación con más profesionales y más generalizado de la provincia de Huelva, pero hay fincas que por su volumen de extensión y capacidad adoptan sus propios sistemas o las asociaciones agrícolas como UPA y Citricultores que han contratado a la ONG Mujeres en Zona de Conflicto (MZC) para ayudar en la integración de sus trabajadoras marroquíes contratadas en origen. “Hacemos acompañamiento y seguimiento y asistimos sobre todo en materia sanitaria, recursos de acogida, tramitación en los consulados para la inscripción de sus bebés y les damos formación en español”, señala Ana Martín, responsable de MZC. Cuentan con cuatro mediadoras para 1400 jornaleras y las irregularidades que detectan las trasladan a la Guardia Civil, a la Inspección de Trabajo o a los sindicatos.
Mayor implicación para generar cambios
A las labores de los servicios de mediación se suman las tareas de supervisión sobre el terreno que en los últimos tres años realiza la Organización Internacional de Migraciones (OIM) en colaboración con la Dirección General de Migraciones, dependiente del Gobierno de España. Además de asesorar a la administración en todo lo relacionado con el programa Gecco de contratación en origen, también actividades de asesoramiento, información, sensibilización y recomendaciones al gobierno español, así como también orientan a los y las trabajadoras migrantes. “Nos hemos encontrado con una muy buena recepción por parte de todos los actores involucrados, asociaciones empresariales, los mismos empresarios participantes en el programa Gecco y también, los propios trabajadores/as con las que estamos colaborando y en comunicación diaria”, inddica un portavoz de la OIM en España.
La implantación del Prelsi y otros sistemas de mediación ha supuesto un avance en la concienciación de los empresarios en el último lustro, pero la situación de los trabajadores de la fresa sigue siendo dura. En su memoria anual de la pasada campaña, el sindicato Jornaleras del Huelva en Lucha recoge hasta 144 quejas de temporeras relacionadas con el incumplimiento de derechos laborales, en su mayoría relacionadas con la realización de más horas de trabajo que las estipuladas, y 132 vinculadas con los derechos humanos, 54 alertando de trato vejatorio y 34 sobre las condiciones de la vivienda. “Estamos percibiendo una mayor implicación público-privada para generar cambios, no sé si por un incremento de la responsabilidad o por la presión exterior”, reconoce, pese a todo Martín. Una percepción que también avala Ferrera: “Los mecanismos de mediación han ayudado a resolver muchísimas fricciones entre empresarios y trabajadores y los primeros se están dando cuenta de que el bienestar sociolaboral es positivo”
La campaña de la fresa está en su momento álgido. El pasado miércoles llegó el último ferri con temporeras de Marruecos. Recogerlas desde Algeciras y llevarlas hasta las fincas es una de las tareas de los mediadores, un acompañamiento que se repite cuando regresan. Buena parte de las llamadas de Nihat también están relacionadas con eso.
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