Credit Suisse no levanta cabeza: el regulador suizo investiga si su presidente mintió sobre las salidas de fondos
Las acciones del banco se desploman este martes más de un 7% y tocan nuevos mínimos históricos
Credit Suisse no toca suelo. Cada vez que el banco suizo trata de aparcar su crisis, nuevos obstáculos aparecen. El último, conocido este martes, afecta directamente a su presidente, Axel Lehmann. Según ha informado la agencia Reuters, el regulador suizo Finma investiga si el directivo y otros ejecutivos de la entidad mintieron a sabiendas cuando el pasado diciembre declararon a los medios que las salidas de fondos de los clientes habían terminado. Las autoridades financieras buscan saber si, pese a sus palabras en público, todavía sabían que la retirada de capitales continuaba. Concret...
Credit Suisse no toca suelo. Cada vez que el banco suizo trata de aparcar su crisis, nuevos obstáculos aparecen. El último, conocido este martes, afecta directamente a su presidente, Axel Lehmann. Según ha informado la agencia Reuters, el regulador suizo Finma investiga si el directivo y otros ejecutivos de la entidad mintieron a sabiendas cuando el pasado diciembre declararon a los medios que las salidas de fondos de los clientes habían terminado. Las autoridades financieras buscan saber si, pese a sus palabras en público, todavía sabían que la retirada de capitales continuaba. Concretamente, Lehmann aseguró que la situación se había “estabilizado por completo” y las salidas de fondos se habían “revertido parcialmente”, pese a que no era así, empujando las acciones al alza, al interpretar los inversores que lo peor de la crisis corporativa de Credit Suisse podía haber quedado atrás.
La liebre saltó el pasado 9 de febrero, cuando la firma presentó unos resultados nefastos en los que comunicó unas pérdidas de 7.400 millones de euros en 2022. Junto a los números rojos —los peores desde la Gran Recesión—, dio a conocer que en el último trimestre la desbandada fue mayúscula, con retiradas de fondos superiores a los 110.000 millones de francos suizos —una cantidad similar en euros—.
Desde entonces, la acción, que ya estaba fuertemente castigada, se ha despeñado con aún más fuerza. El día de los resultados se dejó un 15%. Y hoy cotiza a un tercio de lo que valía hace un año. Este martes, tras conocerse la intención de las autoridades suizas de investigar a varios de sus hombres fuertes, toca nuevos mínimos anuales en torno a los 2,50 francos por título, con caídas superiores al 7%. Eso supone valorar la compañía en unos 10.000 millones de euros. Por ponerlo en contexto, CaixaBank capitaliza 30.000 millones, BBVA 40.000 millones, y el Santander casi 60.000 millones, y el ejercicio pasado sus resultados repuntaron gracias a las subidas de tipos de interés.
Las perspectivas para Credit Suisse son muy distintas. Este año también espera pérdidas “sustanciales”, y la herida está lejos de sanar. Lehmann aterrizó en la empresa en enero de 2022, y el consejero delegado, Ulrich Körner —un experto en reestructuraciones fichado de McKinsey—, siete meses después, en agosto. Ambos debían traer nuevos bríos al banco, asediado por los malos resultados, pufos como el agujero que les dejó el caso Archegos, o escándalos como la salida del portugués António Horta-Osório, que dejó la presidencia de la entidad en enero de 2021, después de que una investigación determinara que infringió las restricciones impuestas por la pandemia de coronavirus en Suiza y en el Reino Unido.
Al asumir su puesto, Körner pidió paciencia. Reclamó 100 días de gracia para poner orden, pero el tiempo ha transcurrido sin grandes motivos para la esperanza. La crisis bursátil que sufrió en octubre, cuando sus seguros de impago se dispararon y las dudas sobre su solvencia saltaron al mercado, amago de pánico bursátil incluido, la apaciguaron con una oferta para recomprar su propia deuda. Pero los cambios estructurales han continuado a marchas forzadas, con movimientos como la entrada en el capital de inversores saudíes, dos ampliaciones de capital para captar 4.000 millones, y una fuerte reducción de plantilla de 9.000 empleados hasta 2025 —de 52.000 a 43.000 trabajadores, de los cuales ya han salido 2.700—.
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