Garamendi eleva el tono para no perder el paso en la CEOE
El presidente de los empresarios busca renovar su mandato hasta 2026, tras cuatro años en los que sus críticos le acusan de haberse distanciado de las bases
Hubo un tiempo en el que se alababan, incluso públicamente. Bajo aquella admiración, engendrada por la angustia pandémica, se pactaron 14 acuerdos sociales y una reforma laboral, y se fraguó una relación tan cordial como atípica entre una ministra de Trabajo progresista y el líder de los empresarios. Hoy, con la inflación estrangulando la economía mundial, Yolanda Díaz y Antonio Garamendi son dos figuras enfrentadas, inmersas en una suerte de intercambio sin fin de pullas, entre las que, ocasionalmente, se cuela alguna carantoña propia de tiempos mejores. “Cuando deje la política escribiré un ...
Hubo un tiempo en el que se alababan, incluso públicamente. Bajo aquella admiración, engendrada por la angustia pandémica, se pactaron 14 acuerdos sociales y una reforma laboral, y se fraguó una relación tan cordial como atípica entre una ministra de Trabajo progresista y el líder de los empresarios. Hoy, con la inflación estrangulando la economía mundial, Yolanda Díaz y Antonio Garamendi son dos figuras enfrentadas, inmersas en una suerte de intercambio sin fin de pullas, entre las que, ocasionalmente, se cuela alguna carantoña propia de tiempos mejores. “Cuando deje la política escribiré un libro en el que contaré todo lo bueno que ha hecho este hombre”, reconoció, recientemente, la propia Díaz. El discurso del dirigente vasco, especialmente duro en los últimos meses, se ha mantenido impermeable ante cualquier reconocimiento ajeno.
“Más que sumar, resta y creo que más que un periodo de escucha, lo que quiere es que la escuchemos”, aseguró Garamendi cuando Díaz dio a conocer su nuevo proyecto político. “Si a la ministra le parece muy bien que no se pueda despedir, que monte una empresa ella y que lo haga”, indicó semanas antes, cuando Trabajo prohibió el despido en aquellas empresas que estuvieran acogidas a un ERTE. “Si estamos en un mundo libre, no nos parece muy adecuado un planteamiento que aborde topar los precios. Parece mentira que un miembro del Gobierno haya promovido un cártel. Si estuviéramos aquí, en esta sala, hablando de pactar precios, tendríamos a la policía en la puerta esperando”, dijo cuando la ministra planteó a las grandes distribuidoras una cesta de la compra asequible con 30 productos básicos a 30 euros.
“Los sindicatos tienen toda la razón en salir a la calle a movilizarse contra la patronal española”; “me gustaría una patronal que sea próxima a su país y con sensibilidad hacia quienes menos tienen”; “al señor Garamendi no le gusta la igualdad, quiere seguir protegiendo a las rentas salariales más elevadas”; “no está a la altura de su país”; “está bloqueando la negociación colectiva, y esto es muy grave”; “seguro que tiene la suficiente empatía para explicar que no se puede recibir dinero público y a la vez despedir”, son algunos de los mensajes que le ha dedicado Díaz a Garamendi en medio de esta secuencia de desavenencias.
El próximo 23 de noviembre, Antonio Garamendi (Getxo, 64 años) optará a revalidar su mandato al frente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) hasta 2026. Enfrente tendrá a Virginia Guinda, vicepresidenta de Foment del Treball, una directiva de una empresa energética industrial del sector papelero a la que esta organización ha espoleado para evitar una nueva victoria por aclamación de Garamendi. Josep Sánchez Llibre, presidente de la patronal catalana —organización que se abstuvo en la votación sobre la reforma laboral—, ha encabezado la oposición interna al líder vasco, a quien acusa de haberse olvidado de las bases, y de una aquiescencia con el Gobierno que ha permitido un cambio en las relaciones laborales que ha perjudicado, según argumenta, a gran parte del empresariado español.
Presión política
A pesar de la (moderada) disidencia interna, el golpe más duro que ha recibido Garamendi al frente de la CEOE vino por parte del entonces líder del PP, Pablo Casado, que lo acusó de dar publicidad a la “propaganda tóxica” de Pedro Sánchez con el tema de los indultos, y de transigir con algunos apartados de la reforma laboral. “El Estado de derecho funciona, dentro de él están los indultos, puede haber distintas opiniones, pero si esto de alguna manera acaba en que las cosas se normalicen, pues bienvenido sea”, dijo durante una entrevista en RNE. “Casado se enfrentó muy duramente con él. Y ahora parece que con Alberto Núñez Feijóo ese distanciamiento ha desaparecido”, reconoce una fuente patronal.
“Lo que he vivido estos últimos días me parece una injusticia. Siempre he hablado del Estado de derecho, del imperio de la ley, de la unidad de España y de la monarquía parlamentaria. Se ha cogido el rábano por las hojas y se ha utilizado una parte de una hora de entrevista que, además, no es literal”, se excusó Garamendi en una Asamblea General en la que no pudo contener las lágrimas. Después de aquel rifirrafe, Garamendi trató de escenificar un reencuentro. “Igual tendríamos que acabar haciendo como John Lennon y Yoko Ono: subir a una habitación y estar una semana y recibir a la prensa para que vieran que efectivamente esa relación es así”, dijo el líder vasco tras coincidir con el político en unas jornadas en Madrid.
Varias fuentes patronales confirman que existieron movimientos por parte del PP para alentar una salida de Garamendi de la patronal ante semejante distanciamiento. Sin embargo, con la marcha de los anteriores dirigentes y la llegada de Feijóo, la bomba quedó desactivada. De hecho, el ahora líder popular mantuvo una reunión al poco de relevar a Casado con Garamendi en la que trató de reconstruir las relaciones entre dos formaciones históricamente alineadas. “Feijóo es un tío muy responsable, muy serio y muy capaz”, le alabó recientemente el líder de la CEOE en un coloquio en el Club Siglo XXI de Madrid, donde dijo conocerle “desde hace muchos años”.
Afable, simpático y divertido en el trato, incluso entre sus rivales sustenta consenso alrededor de su competencia para el cargo. “Funciona muy bien bajo presión, no se amilana. Además, gana mucho en las distancias cortas”, señala una fuente de una patronal sectorial.
Lista de aspirantes
Para que se consume la lucha por el sillón de mando de Diego de León 50, Guinda debe presentar 20 avales de cuatro organizaciones distintas para cristalizar su candidatura. El nombre de la empresaria barcelonesa, madre de tres hijos, ha sido el último de una larga lista de tentados por parte de Foment para enfrentar a Garamendi, y que se inició con Salvador Navarro, presidente de la Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana (CEV) y vicepresidente de CEOE. Después de que este declinase la propuesta, le tocó a Miguel Ángel Garrido, presidente de la patronal madrileña (CEIM), quien tampoco se mostró partidario, y cuya organización ha terminado por posicionarse públicamente del lado de Garamendi. Aunque la figura que aunaba una mayor aceptación interna era la de Gerardo Cuerva, presidente de Cepyme, la patronal de las pequeñas y medianas empresas, el siguiente en la lista, y que también desestimó la proposición.
Un responsable de una patronal sectorial reconoce que, a pesar de las dudas, Cuerva nunca llegó a planteárselo en serio. “No se veía como líder de la CEOE”, apunta. De hecho, para evitar cualquier suspicacia, Cepyme fue una de las primeras organizaciones en secundar la candidatura de Garamendi cuando este la hizo pública a finales de septiembre. Sin embargo, la unidad que ambos mandatarios han demostrado en público no se replica actualmente en el plano privado, según confirma una fuente cercana al líder de las pymes.
El penúltimo en amagar con presentarse a las elecciones ha sido Gerardo Pérez, presidente de la Federación de Asociaciones de Concesionarios de la Automoción (Faconauto). Como ha reconocido la propia Guinda, la renuncia final de López fue lo que la motivó a dar un paso al frente. “Garamendi va a seguir mandando, pero los halcones también se quedan y puede que le piquen más”, señala una fuente con peso dentro de la CEOE.
Hasta el momento a Garamendi ya le han mostrado su apoyo públicamente organizaciones como Cepyme, ATA (la organización de autónomos que está integrada en la CEOE); Asedas, la principal patronal del sector de los supermercados; Confemetal (de la que Garamendi fue presidente); las patronales de la construcción CNC y Seopan; parte de los concesionarios de automóviles (Ganvam) o la representación de los jóvenes empresarios (Ceaje). No será hasta el martes, 8 de noviembre, cuando se den a conocer los apoyos con los que cuenta Guinda.
Para los críticos con su gestión, el pecado principal de Garamendi durante su mandato ha sido el de acercarse a “paracaidistas” como Fátima Báñez, exministra de Empleo y Seguridad con el PP, y que ahora preside la Fundación CEOE; e Íñigo Fernández de Mesa, presidente de la Comisión de Economía de la CEOE, y que ostenta también el cargo de vicepresidente de la organización. “Ha dejado de lado a los clásicos, y se ha abrazado a lo exótico”, comenta otro responsable sectorial. “Yo quiero mucho a Antonio, pero no le gusta oír lo que no quiere”, señala. Su querencia por los dirigentes de las empresas más importantes del Ibex 35, en lugar de las bases, tampoco ha sentado bien. “Se arrima mucho a José María Álvarez-Pallete [presidente ejecutivo de Telefónica], y poco a las organizaciones que le hemos puesto donde está”, añade.
Modificación polémica
Pero la tormenta que podría hacer naufragar a un reelegido Garamendi aguarda en otro lado. Algunos máximos responsables de patronales sectoriales se han revuelto de su asiento ante la posibilidad de que el líder vasco, una vez renovada su posición, proponga eliminar la limitación del mandato a ocho años —como se recoge en el artículo 18 de los estatutos—, para poder presentarse así una tercera vez. “Si se decide a hacerlo, sale con los pies por delante”, señala una fuente consultada. “No creo que se atreva. Fue él quien la introdujo, precisamente, para evitar que Juan Rosell [su antecesor en el cargo] pudiera hacerlo”, rebate otra fuente. En ningún pronunciamiento público el líder vasco ha hecho mención a semejante posibilidad.
En lo que concuerdan tanto desde dentro de la CEOE como entre el resto de los agentes sociales es en advertir un cambio de tono en el discurso del líder de los empresarios, mucho más duro, durante la última parte del año. El blanco habitual de sus ataques ha sido la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. De la buena sintonía con la que empezó su relación cuando la actual vicepresidenta sucedió en el cargo a Pablo Iglesias, a la que mantienen ahora, solo queda una cordialidad forzada. En los últimos meses, y, especialmente a cuenta del bloqueo en la renovación del acuerdo salarial, las flechas han volado, eso sí, en ambas direcciones.
Una fuente gubernamental considera que tras pactar 14 acuerdos a lo largo de la legislatura y, singularmente, durante la pandemia (algunos apartados de la reforma laboral le enfrentaron con patronales de peso como Asaja, la de agricultura), desde CEOE “no van a conceder ninguno más hasta que lleguen los suyos”, en referencia a una posible entrada del Partido Popular en el Gobierno en 2024. Aunque en los últimos días se ha decretado algo parecido a una tregua.
“Es una persona consecuente y de fiar. No hay que olvidar que arrimó el hombro en un momento tan convulso como el de la pandemia, e incluso aprobó una reforma laboral que le granjeó algunas tiranteces internas”, advierte una fuente sindical. “Decimos las cosas como son”, aseguró Garamendi en un acto durante esta semana, en el que refutó a aquellos que le han calificado de blando durante las negociaciones. “Es muy fácil decir: ‘es muy blando’; nadie es consciente de la dureza de las mesas”, se defendió. De Díaz ha repetido en varias ocasiones que la líder gallega “es una persona amable y con la que se puede hablar”.
A falta de algo menos de un mes para que se produzca la votación, la patronal afronta unas semanas intensas. Tras la manifestación de los sindicatos en Madrid, donde se congregaron cerca de 50.000 personas para exigir una aumento de los salarios, el conflicto laboral parece estar servido en aquellos sectores y empresas que estén negociando su convenio. “El tono de enfrentamiento con el Gobierno y los sindicatos va a mantenerse, pero no es una utopía que pueda pactarse una subida salarial antes de que acabe el año”, apunta una fuente patronal.