Taco Bell hace ruido con su última campaña: ‘La gente ve comida gratis y se vuelve loca’
Miles de personas en toda España acuden a los restaurantes de la cadena de restauración a por un taco gratuito
“No existe tal cosa como un almuerzo gratis” es una frase muy repetida en los círculos neoliberales, y que popularizó el economista estadounidense Milton Friedman. Este mantra, muy recurrido para criticar la gratuidad de los servicios públicos, no parece haber guiado a las miles de personas que se han acercado a los locales de Taco Bell en España este martes. La cadena ha regalado su taco básico—que se vende normalmente a 2,95 euros— a todo el que tuviese la paciencia de hacer la cola para conseguirlo. “La gente ve comi...
“No existe tal cosa como un almuerzo gratis” es una frase muy repetida en los círculos neoliberales, y que popularizó el economista estadounidense Milton Friedman. Este mantra, muy recurrido para criticar la gratuidad de los servicios públicos, no parece haber guiado a las miles de personas que se han acercado a los locales de Taco Bell en España este martes. La cadena ha regalado su taco básico—que se vende normalmente a 2,95 euros— a todo el que tuviese la paciencia de hacer la cola para conseguirlo. “La gente ve comida gratis y se vuelve loca”, afirma una joven antes de entrar a por su taco en uno de sus locales en el centro de Madrid.
Esta campaña, anunciada por la cadena el jueves y celebrada con ocasión del National Taco Day (el día nacional del taco en Estados Unidos) ha causado furor en las redes sociales. España es el segundo país que más locales de la cadena de comida Tex Mex, solo por detrás de Estados Unidos. Este año alcanzó el centenar de establecimientos y ya se encuentra presente en 28 provincias españolas. En 2021 aumentó su facturación más del 70%, después de una pandemia que afectó negativamente a su cifra de negocio.
Carmen, una estudiante de Derecho y Administración de Empresas de 21 años, posa para la foto que le está haciendo una amiga delante del local de la cadena al lado de la plaza de Callao. Es la primera vez que va a un Taco Bell y viene sólo por la oferta. Tanto ella como su amiga, a la vista de la cola, se van a otro de los cuatro locales que la cadena tiene en el triángulo que forman la plaza de Callao, la estación de Metro de Gran Vía y la plaza de Sol de Madrid. El premio, un taco que puede ser de pollo o de carne picada, acompañado de lechuga, queso y nata agria. Una adolescente, cargada con su mochila del instituto, y poseída por un arrebato de conciencia ecológica, convence a sus amigos de esperar la cola, porque “las cosas gratis no se desperdician”.
“¿Lo voy a probar por primera vez? Puede ¿Porque es gratis? Seguramente?”, exclama una joven a sus amigas antes de entrar al local que la cadena tiene en la Calle Mayor de Madrid. En las colas, en una demostración patriótica de picaresca, se pueden ver varias caras conocidas de otros locales. Algunos clientes aprovechan para hacer el tour y conseguir así un par de tacos más. Las pantallas para hacer los pedidos están vacías y rara vez alguien sale con algo que no sea su taco gratis. No hace falta precisar a los empleados qué se quiere. El dependiente de uno de estos locales se ahorra los formalismos al atender a los que hacen cola. Pregunta automáticamente: “¿Carne o pollo?”, y en función de la respuesta, da un pequeño paquete de los muchos que va depositando su acelerada compañera en una bandeja en el mostrador.
Ledington, un joven que trabaja en un restaurante latino cercano a uno de los Taco Bell, hace suya la afirmación de Friedman y dice: “A mí me daría vergüenza perder 20 minutos de mi tiempo esperando para algo que vale dos euros”. Esa misma vergüenza a la que alude es la que parecen sentir dos mujeres de unos 40 años que, agobiadas por la cantidad de gente del local, se escapan de la fila. Como si temieran represalias, se niegan a dar su nombre o su edad. A su lado, una mujer de unos 50 años le pregunta a un joven que sale del local si le deja ver el producto. Tras ojearlo, realiza el gesto universal de encogerse los hombros, y entra al local abarrotado de adolescentes a por su taco gratis.