El timo del pequeño restaurante desconocido que llegó a valer 100 millones en Bolsa
El supervisor bursátil de Estados Unidos acusa de fraude a tres personas por inflar la cotización de una empresa con mínimos ingresos
Hamburguesas desde 5,95 dólares. Sandwiches desde 4,25. Platos combinados, ensaladas, desayunos... Ni un solo plato por encima de los 20 dólares. Aun así, el pequeño y desconocido restaurante Hometown Deli, de Paulsboro (Nueva Jersey), que solo facturaba unos 25.000 dólares anuales ―una cifra similar en euros―, llegó a valer en Bolsa 113 millones. Es el último fraude de Wall Street que persigue el supervisor. Los dueños de la compañía lograron inflar artificialmente su precio en Bolsa de una forma insólita antes de ser descubiertos.
La compañía Hometown Deli International empezó a despe...
Hamburguesas desde 5,95 dólares. Sandwiches desde 4,25. Platos combinados, ensaladas, desayunos... Ni un solo plato por encima de los 20 dólares. Aun así, el pequeño y desconocido restaurante Hometown Deli, de Paulsboro (Nueva Jersey), que solo facturaba unos 25.000 dólares anuales ―una cifra similar en euros―, llegó a valer en Bolsa 113 millones. Es el último fraude de Wall Street que persigue el supervisor. Los dueños de la compañía lograron inflar artificialmente su precio en Bolsa de una forma insólita antes de ser descubiertos.
La compañía Hometown Deli International empezó a despertar la atención de analistas, inversores y medios de comunicación de medio mundo en la primera mitad de 2021. ¿Qué había detrás de esas acciones que subían como la espuma? La respuesta resultó sorprendente e inquietante. Solo un pequeño restaurante perdido de Nueva Jersey. “El pastrami debe estar delicioso”, bromeó el inversor que destapó el caso. En realidad, ni siquiera tenía pastrami en la carta.
“Los pequeños inversores que se ven arrastrados a estas situaciones probablemente se vean perjudicados en algún momento, pero los supervisores, que se supone que protegen a los inversores, parecen no estar presentes ni estar atentos. Desde una perspectiva tradicional, el mercado está fracturado y posiblemente en proceso de romperse por completo”, decía en una carta a inversores de abril de 2021 David Einhorn, fundador del fondo Greenlight Capital y autor del chiste del pastrami.
Las cuentas de la empresa dejaban poco lugar a dudas. Según el informe anual registrado en la Comisión de Valores y Bolsa de Estados unidos (la SEC, por sus siglas en inglés), la empresa facturó 14.000 dólares en 2020 y 25.000 dólares en 2021. Como cotizar en Wall Street no es barato, tuvo pérdidas de unos 630.000 dólares en 2020 y de unos 480.000 dólares en 2021. La empresa decía buscar una fusión con otra entidad. Nada de eso explicaba cómo era posible que la empresa alcanzase esa valoración en Bolsa y que el valor de las acciones se disparase. La cotización pasó de un dólar en octubre de 2019 a 14 dólares en abril de 2021.
Misterio resuelto
El misterio ha quedado ahora resuelto. Había truco. Eran los propios dueños de la empresa los que inflaron artificialmente la cotización con compras y ventas simultáneas de acciones, según el resultado de una investigación de la SEC. No solo eso, los acusados Peter L. Coker, de 80 años, su hijo Peter L. Coker Jr., de 53, y James T. Patten, de 63, repitieron el procedimiento con otra compañía, E-Waste Corporation, que llamó menos la atención, pero que alcanzó un valor de 120 millones de dólares sin haber empezado a operar siquiera. Sus acciones multiplicaron su valor por 100 (de 0,10 a 10 dólares) sin razón aparente.
“Los demandados inflaron artificialmente el precio de las acciones de estas empresas manipulando las operaciones que ejecutaron a través de cuentas afiliadas y nominativas que controlaban, a menudo utilizando las mismas direcciones IP para ejecutar las operaciones. Al hacerlo, los demandados elevaron artificialmente el precio y el volumen de negociación de las acciones ordinarias de las entidades, creando la falsa apariencia de negociación activa y de aumento del precio del valor”, señala la SEC en su demanda.
Los Coker y Patten lograron beneficios por la venta de algunas acciones a precios inflados y facturando contratos de supuesta consultoría a las empresas. Eran dueños de firmas de inversiones y tenían experiencia como intermediarios bursátiles y como consejeros de empresas cuando pusieron en marcha estas operaciones. Patten había sido objeto de sanciones disciplinarias de los supervisores en el pasado.
Engaño al supervisor
La sociedad Hometown International se fundó en 2014 y su restaurante Your Hometown Deli se inauguró en 2015. Patten y los Coker diseñaron un plan para sacar la firma a Bolsa. Se estrenó en octubre de 2019 en un mercado secundario (OTC Pink Market), con escasa regulación y supervisión, pero donde no se permiten ofertas públicas de acciones. Aun así, en abril de 2020 la empresa logró 2,5 millones en una colocación privada a inversores de Hong Kong.
Para dar el salto a un mercado más abierto, los demandados registraron un folleto en el que engañaron a la SEC y distribuyeron parte de las acciones a personas relacionadas para dar la impresión de que había al menos un 10% de capital flotante y un mínimo de 50 accionistas. El paso a ese mercado en octubre de 2020 dio a la empresa más visibilidad, una apariencia de legitimidad y más flexibilidad a la hora de negociar las acciones.
Ya desde su estreno en el mercado inicial, Patten tomó el control de cuentas de amigos y familiares, incluida casi toda la familia Coker, para realizar operaciones en Bolsa con las acciones de Hometown International. A través de aplicaciones (donde el comprador y el vendedor es el mismo) y otras operaciones simuladas entre las diferentes partes que él mismo controlaba, fue subiendo el precio de las acciones casi a su antojo. Como en realidad no había acciones en el mercado, podía realizar compras y ventas a través de múltiples cuentas y simular una apariencia de cotización.
La SEC asegura que “ciertos inversores individuales no asociados con los demandados también compraron acciones de Hometown International a los precios artificialmente inflados por el fraude y, por lo tanto, han sido perjudicados”, aunque no cifra ese perjuicio ni señala el número de inversores engañados, que parece ser pequeño, dada la poca actividad de las acciones de la compañía.
“Antes de que los acusados pudieran cosechar los beneficios previstos en sus esquemas (...) se publicaron numerosos artículos de prensa que hablaban de los precios inflados de las acciones de los emisores”, dice el supervisor. Aun así, cuando las noticias sobre el sinsentido bursátil de la empresa empezaron a circular, los supuestos defraudadores fusionaron Hometown International con otra compañía de Delaware y le cambiaron el nombre para tratar de sacar aún algo de provecho del precio inflado de las acciones, según la SEC.
Una operación similar la realizaron con E-Waste Corporation, que ni siquiera llegó a poner en marcha su plan de negocio. Tras alcanzar un valor de más de 100 millones, también se fusionó con otra sociedad, adquiriendo su nombre.
La SEC acusa a los demandados en una demanda civil de numerosas infracciones de las leyes del mercado de valores, pide su inhabilitación, la devolución del beneficio obtenido con su manipulación del mercado y una multa, según el escrito registrado ante un juzgado federal de Nueva Jersey. En paralelo, la Fiscalía de Nueva Jersey ha emprendido acciones penales. Peter L. Coker y James T. Patten han sido detenidos. Peter Coker Jr está en paradero desconocido.
“Alegamos que los descarados planes de los acusados dieron lugar a que se inflase artificialmente el precio de las acciones de dos empresas que cotizan en Bolsa y que tienen unos ingresos anuales escasos o nulos”, ha dicho a través de un comunicado Scott A. Thompson, directivo de la oficina de la SEC en Filadelfia. “Tales esquemas manipuladores disminuyen la confianza que los inversores deben tener en la integridad de los mercados, y perseguiremos a aquellos que se dedican a tales fechorías”, ha añadido. La pregunta que queda en el aire, sin embargo, es cómo es posible que el fraude se realizara durante tanto tiempo sin que el supervisor lo detectara y tuviera que ser un inversor el que alertara del mismo. El restaurante, mientras, ya ha cerrado.