Japón vuelve a impulsar la energía nuclear una década después de la tragedia de Fukushima
Tokio anuncia un giro radical y se prepara para abandonar el “apagón” atómico, empujada por la guerra en Ucrania y al alto coste de las materias primas
La escalada de los precios energéticos y la guerra en Ucrania están impactando también en el otro extremo del hemisferio norte: Japón, que sufrió hace una década el segundo peor accidente nuclear de la historia, planea ahora construir reactores atómicos de nueva generación y alargar la vida de los ya existentes, según ha anunciado este miércoles el primer ministro nipón, Fumio Kishida. El país asiático daría así un giro radical en su política energética, preparándose para abandonar la suerte de apagón nuclear de facto decretado tras ...
La escalada de los precios energéticos y la guerra en Ucrania están impactando también en el otro extremo del hemisferio norte: Japón, que sufrió hace una década el segundo peor accidente nuclear de la historia, planea ahora construir reactores atómicos de nueva generación y alargar la vida de los ya existentes, según ha anunciado este miércoles el primer ministro nipón, Fumio Kishida. El país asiático daría así un giro radical en su política energética, preparándose para abandonar la suerte de apagón nuclear de facto decretado tras la tragedia de 2011 en la central de Fukushima Daiichi. “La invasión rusa de Ucrania ha transformado enormemente el panorama energético mundial”, y por ello “Japón necesita tener en mente potenciales escenarios de crisis en el futuro”, ha afirmado Kishida.
El plan contempla la construcción de una nueva generación de plantas nucleares, extender la vida útil de los reactores por encima de los 60 años —de los 40 actuales— y contar con un total de 17 reactores para el verano que viene para reducir las emisiones de CO₂ y asegurar el suministro. Las medidas han sido planteadas durante un encuentro de iniciativa gubernamental, Green Transformation (GX), entre el propio primer ministro nipón y miembros del Ejecutivo, enfocado a la transición del sistema energético hacia fuentes más limpias. “Japón debe ir resolviendo sus problemas de cara al futuro mientras promueve la transformación energética”, ha dicho Kishida en la reunión.
En marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter con epicentro frente a la costa de Japón, junto al tsunami que ocasionó, provocaron la fusión de tres reactores en la planta de Fukushima Daiichi, el peor accidente nuclear de la historia desde el desastre de Chernóbil de 1986. El Gobierno japonés y la nueva autoridad reguladora para la energía atómica establecieron entonces criterios de seguridad más estrictos, que obligaban a todas las plantas del país a suspender operaciones hasta cumplir con los nuevos estándares. Solo unos pocos reactores, sin embargo, recibieron el visto bueno de las autoridades para volver a funcionar. La mayoría se mantuvo inactivo y no se construyeron nuevas instalaciones.
Once años después, solo 10 de los 33 reactores nucleares del país están activos, pero no todos operan el año entero. A finales de julio funcionaban siete y tres estaban en mantenimiento. En la última década, y pese a haberse comprometido a lograr la neutralidad climática en 2050, Japón ha mantenido su dependencia de los combustibles fósiles, que importa en gran medida y cuyo precio empezó a aumentar ya el año pasado, antes de dispararse con la invasión rusa de Ucrania.
Combustibles fósiles
El suministro energético del país, con escasas interconexiones debido a su insularidad y orografía montañosa, depende aún en un 90% de los combustibles fósiles. El petróleo es la fuente más importante: supone un 40% del total, el grueso de ello importado, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). El gas ha ido ganando relevancia tras la congelación de la producción atómica, y en este caso también la producción es muy limitada. La dependencia de las importaciones supera el 90% —el principal suministrador es Australia, seguido por Malasia; el gas ruso pesa menos del 10%— y el país cuenta con un elevado número de regasificadoras, casi 40, debido a la fragmentación de la infraestructura del transporte de gas.
Desde la invasión rusa de Ucrania, al igual que otros países, Japón sufre la escalada en los precios de las materias primas y teme el frío del invierno. Este verano, con la generación eléctrica tensionada por las elevadas temperaturas, las autoridades ya pidieron a la población ahorrar energía en la medida de lo posible. El mismo camino se está siguiendo en otras latitudes.
La UE ha pedido a sus socios ahorrar un 15% de su consumo de gas para evitar problemas mayores ante el riesgo de un corte total del suministro por parte de Rusia. Alemania, la principal economía del Viejo Continente y también la más dependiente del gas de Moscú, también se está moviendo en una dirección parecida a la de Japón. Además de haber autorizado la puesta en marcha de centrales de carbón ya apagadas por su elevada contaminación, estudia ampliar el funcionamiento de sus plantas nucleares, cuyo apagón está previsto, en principio, para el año que viene. La AIE también se ha inclinado a favor de la nuclear, tanto por su papel en la transición hacia un modelo verde como por la actual crisis energética global.
“Además de asegurar la operación de los 10 reactores que ya están en línea, el Gobierno encabezará un esfuerzo para hacer todo lo posible por reiniciar” los otros cuya seguridad ha sido aprobada por la agencia nuclear del país, ha señalado Kishida este miércoles. El primer ministro ha instado a los asistentes a la reunión a preparar “la construcción de reactores nucleares de nueva generación equipados con nuevos mecanismos de seguridad” y “dar el máximo uso a las plantas nucleares existentes”.
Kishida ha dado instrucciones a los funcionarios para que propongan medidas concretas antes de fin de año con el objetivo de ponerlas en marcha en verano de 2023, incluidas iniciativas sobre cómo “ganarse la comprensión” de la ciudadanía, cuya desconfianza hacia la energía nuclear y sobre todo la gestión pública de las centrales creció tras el accidente de Fukushima. “Aceleren sus discusiones sobre todas las medidas posibles, basadas en opiniones de partidos de gobierno y oposición, así como expertos, para alcanzar conclusiones concretas a fin de año”, ha dicho el gobernante.
El pasado julio, Kishida ya había adelantado que el Gobierno estudiaba reiniciar la mayoría de los reactores que habían recibido autorización, con el objetivo de evitar riesgos de escasez en el suministro en los meses de invierno. La hoja de ruta pasaría por subir a nueve la cantidad de reactores nucleares activos para el próximo invierno y a 17 para el próximo verano. El Ministerio japonés de Economía, Comercio e Industria, por su parte, ha estado estudiando el desarrollo de las centrales nucleares de nueva generación. En este caso, la mirada está puesta en 2030.