Las comunidades autónomas son claves para la estabilidad fiscal
Siempre es mejor frenar con tiempo suficiente, que hacerlo bruscamente. Por eso es necesario diseñar un programa de consolidación fiscal creíble y hacerlo cuanto antes
España una vez superada la pandemia y los efectos negativos de la Guerra de Rusia, inevitablemente se va a enfrentar a un proceso intenso de consolidación fiscal. El BCE acaba de hacer la primera subida de tipos en 11 años y un país con una deuda pública del 118% y un déficit estructural del 4,5% tiene que empezar a pensar seriamente en cómo va a realizar el ajuste y en este proceso las comunidades autónomas deben jugar papel importante. Máxime después de la e...
España una vez superada la pandemia y los efectos negativos de la Guerra de Rusia, inevitablemente se va a enfrentar a un proceso intenso de consolidación fiscal. El BCE acaba de hacer la primera subida de tipos en 11 años y un país con una deuda pública del 118% y un déficit estructural del 4,5% tiene que empezar a pensar seriamente en cómo va a realizar el ajuste y en este proceso las comunidades autónomas deben jugar papel importante. Máxime después de la experiencia de la crisis de 2008, donde las autonomías pusieron en cuestión la estrategia de consolidación al ser incapaces de reducir su déficit al nivel que exigían los objetivos fijados por Bruselas.
Alguien podría pensar que las comunidades están saneadas pues han terminado los dos últimos ejercicios con los mejores registros de déficit de los últimos 15 años. En 2020 terminaron con déficit del -0,2% del PIB y en 2021 cerraron el ejercicio prácticamente en equilibrio presupuestario. Pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que el apoyo financiero de la Administración central a las comunidades autónomas ha sido la clave y ha permitido que durante la pandemia hayan recibido los mayores recursos de su historia, superando los 30.000 millones de euros con fondos extraordinarios entre 2020 y 2021, y esto sin tener en cuenta las inversiones el programa de Next Generation (EU-React y MRR) realizadas.
Los datos publicados hasta mayo de 2022 muestran que el déficit es de 3.054 millones de euros, lo que supone un 32,7% más respecto al mismo periodo de 2021. reemos que este deterioro se va incrementar más en el segundo semestre de 2022. Y todo ello por dos motivos. Primero porque el año pasado las autonomías recibieron una liquidación positiva de 2019 por importe de 8.942 millones de euros y este año la liquidación de 2020 será 0 (y gracias a la compensación del Estado). Segundo, porque en 2021 las regiones recibieron de forma extraordinaria, en la segunda parte del año, 13.486 millones de euros procedente de un fondo para compensar el déficit regional que no recibirán este año. Aunque los otros ingresos de las comunidades, procedentes de entregas a cuenta y los impuestos cedidos tradicionales (ITP, AJD, sucesiones, juego...) están creciendo, no serán suficientes para compensar la aminoración de ingresos proveniente del Estado. Con un gasto autonómico creciendo al 3% creemos que las autonomías van a terminar el año con un déficit por encima del 1% del PIB, mucho peor que la estimación de la AIReF (-0,9% del PIB) y del Gobierno (-0,8% del PIB). Este desvió importante en el déficit, tal como ocurrió tras la crisis financiera, puede poner en cuestión la credibilidad de las cuentas públicas de las regiones, que siguen teniendo un déficit estructural del -0,5% del PIB.
En julio se ha reunido el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Las comunidades autónomas no solo recibirán un incremento del 24% en los ingresos procedentes de entregas a cuenta y liquidación en 2023, sino que, además, se les amplía el déficit previsto del -0,1 al -0,3% del PIB. Esto puede ser contraproducente porque retrasa la consolidación necesaria. Siempre es mejor frenar con tiempo suficiente, que hacerlo bruscamente. Por eso, bien harían, por el bien de todos, en diseñar un programa de consolidación fiscal creíble y hacerlo cuanto antes.