EE UU entra en recesión técnica tras la contracción de su economía por segundo trimestre consecutivo
El PIB estadounidense retrocede un 0,2% en el segundo trimestre. La Casa Blanca y muchos analistas creen que deben tenerse en cuenta más criterios que el crecimiento para un diagnóstico concluyente de la situación
La teoría dice que dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo en la economía de EE UU significan que el país ha entrado en recesión. Tras una contracción del 0,4% en el primero, o un 1,4% sobre una base anualizada, el trimestre más débil desde el comienzo de la pandemia, la economía ha vuelto a contraerse entre abril y junio un 0,2% (un 0,9% en tasa anualizada). Técnicamente, se podría afirmar que el país ha entrado en recesión, pero la mayoría de los economistas recuerdan que el informe de la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio presentado este jueves es solo un...
La teoría dice que dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo en la economía de EE UU significan que el país ha entrado en recesión. Tras una contracción del 0,4% en el primero, o un 1,4% sobre una base anualizada, el trimestre más débil desde el comienzo de la pandemia, la economía ha vuelto a contraerse entre abril y junio un 0,2% (un 0,9% en tasa anualizada). Técnicamente, se podría afirmar que el país ha entrado en recesión, pero la mayoría de los economistas recuerdan que el informe de la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio presentado este jueves es solo una instantánea, no un diagnóstico concluyente, que los árbitros de las estadísticas (los expertos de la Oficina Nacional de Investigación Económica) tardarán meses en completar, fijándose en muchos más criterios que el PIB.
La publicación del informe de Comercio, no obstante, es otro jarro de agua fría, máxime cuando el miércoles los economistas de Morgan Stanley, JPMorgan Chase & Co. y Goldman Sachs, entre otras firmas, habían aumentado sus previsiones para el segundo trimestre después de que un par de informes gubernamentales mostraran un déficit comercial más estrecho y ganancias en inventarios el mes pasado. Pero el consumo privado, motor de la economía, aumentó entre abril y junio a un ritmo del 1%, una desaceleración con respecto al periodo anterior y por debajo de lo previsto (1,2%).
La mayoría de los economistas todavía no creen que la economía cumpla con los criterios de definición formal de recesión, que se basa en un conjunto más amplio de indicadores que incluyen medidas de ingresos, gastos y empleo. Pero también consideran que hay pocas dudas de que la recuperación está perdiendo impulso en medio de la alta inflación y el aumento de las tasas de interés. Por eso, al margen de la lectura preliminar del PIB, el debate está abierto. Los expertos están divididos al respecto, con dos puntos de vista antitéticos.
Quienes ven clara la recesión sostienen que el sentimiento económico de la población es, a todas luces, negativo. En un sondeo publicado a mediados de junio, el 56% de los estadounidenses creían que la economía se estaba deslizando hacia la recesión. A finales de junio, el 52% afirmaba que su economía iba peor que hace un año, 11 puntos más que en abril. Los agoreros también esgrimen las cuatro subidas de tipos de la Fed en lo que va de año como inductoras de una recesión.
El punto de vista opuesto, defendido por la Administración de Joe Biden: el diagnóstico, que no suele ser definitivo hasta varios meses después, se basa en una amplia gama de indicadores de la actividad económica, no solo el PIB trimestral. Incluso con dos trimestres de PIB negativo, quedarían otros indicadores que no han comenzado a empeorar. Por ejemplo, la solidez del mercado de trabajo. “No es una sorpresa que la economía se está ralentizando mientras la Fed actúa para reducir la inflación”, ha declarado Biden mediante un comunicado tras conocer el dato. “Pero incluso ante desafíos globales históricos, estamos en el camino correcto y saldremos de esta transición más fuertes y seguros”, ha dicho, en referencia al aterrizaje desde un crecimiento “histórico” del 6% el año pasado. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, también ha rechazado hablar de recesión, asegurando que la economía está transitando hacia un crecimiento “sostenible y firme”. “La economía está ralentizándose”, admitió, “pero también vemos signos de progreso”.
Cada vez que EE UU entró en recesión desde finales de la II Guerra Mundial, la tasa de desempleo iba en aumento inmediatamente antes o en el periodo en que se confirmaba la recesión. Este no es el caso del primer semestre de 2022, con un vigoroso mercado laboral, cercano al pleno empleo, y una tasa de paro que ha caído del 3,9% al 3,6%. Por eso, señalan algunos expertos, para quien prefiera considerar los datos negativos -problemas de abastecimiento, inflación desatada, salarios reales a la zaga de los precios-, las diferencias existentes con las recesiones anteriores sugieren que el término puede no ser una buena manera de describir lo que sucede.
La Administración de Joe Biden argumenta que el uso del término recesión es una distinción técnica que pasa por alto el panorama general: EE UU creó más de un millón de empleos en el segundo trimestre. El precio del petróleo ha caído significativamente desde el mes pasado (aunque subió lunes y martes). En Wall Street, los analistas ya aventuraban el siguiente movimiento de la Reserva Federal, que este miércoles anunció otra subida de 75 puntos básicos para luchar contra la inflación. Morgan Stanley apunta que es demasiado pronto para esperar que el banco central deje de hacer ajustes, lo que sugiere que las acciones tienen que caer aún más. JPMorgan, por su parte, considera que las apuestas por que la inflación ha alcanzado su punto máximo predicen un giro de la Fed y un mejor panorama para las acciones en la segunda mitad del año. En cuanto a Nouriel Roubini, el economista del fatalismo, ha advertido de que aquellos que predicen una profunda recesión deliran.