La economía española creció un 5% el año pasado y queda por debajo de las previsiones del Gobierno
El PIB anual aún no ha recuperado ni la mitad de lo perdido durante el primer año de pandemia. La cifra de crecimiento queda 1,5 puntos por debajo de la previsión oficial y la ómicron frena el consumo en el último trimestre del año
La economía española creció un 5% en 2021, según el avance que ha publicado el INE este viernes. Tras la brutal caída de la producción en 2020 por la pandemia, del 10,8%, el año pasado la actividad se reanudó a pesar de las restricciones y los problemas que todavía acarrea el coronavirus. Se trata de una tasa de crecimiento robusta, la mayor en 21 años, y muy positiva si se tienen en cuenta los lastres que la covid todavía impone a la economía. Pero también supone una cifra inferior al 6,5% que anticipaba el Gobierno y muy lejana del 7,2% (9,8% contando los fondos europeos) que llegó a dibujar...
La economía española creció un 5% en 2021, según el avance que ha publicado el INE este viernes. Tras la brutal caída de la producción en 2020 por la pandemia, del 10,8%, el año pasado la actividad se reanudó a pesar de las restricciones y los problemas que todavía acarrea el coronavirus. Se trata de una tasa de crecimiento robusta, la mayor en 21 años, y muy positiva si se tienen en cuenta los lastres que la covid todavía impone a la economía. Pero también supone una cifra inferior al 6,5% que anticipaba el Gobierno y muy lejana del 7,2% (9,8% contando los fondos europeos) que llegó a dibujar para los Presupuestos de 2021.
La persistencia del virus está dificultando que se recobre de forma plena el producto interior bruto. Al cierre de diciembre, todavía resta un 4% para recuperar los niveles trimestrales precovid, y un 6,8% si se compara en medias anuales. Es decir, aún queda por recuperar más de la mitad de lo perdido por la pandemia en una comparativa anual. Si se toma el final de 2021 en comparación con el punto más agudo de la crisis, faltaría un quinto de lo perdido para restablecer las cotas previas.
El dibujo de la economía que sale de la pandemia es muy diferente. El empleo y la recaudación tributaria se han recuperado a pesar de que el año pasado los turistas consumieron un 75% menos; todavía hay brotes que restringen los movimientos y por tanto afectan a la hostelería y el comercio; la falta de suministros perjudicó sobre todo a la venta de coches, que pesa mucho en el consumo, y la inflación empezó a hacer mella en la capacidad de compra: aunque en euros se consuma más, en volúmenes reales la cantidad es menor.
Es la llamada recuperación en K: hay más empleo público para atender las necesidades surgidas por la pandemia —unos 200.000 trabajadores más—; más personal dedicado al transporte y la logística que precisan unas plataformas por Internet que están disparando su negocio en el nuevo mundo postcovid, y más consumo de bienes duraderos fomentado por un ahorro que no está bajando como se esperaba, pero que aun así ha elevado el consumo por encima de lo que han crecido las rentas durante la recuperación. Cabe destacar que el sector exterior ha aguantado los vaivenes bastante bien y que la inversión empresarial está despegando. El colchón del Estado protegiendo rentas, gracias en gran medida al respaldo que esta vez ha prestado el BCE, y el mantenimiento de la liquidez financiera, también gracias al eurobanco, han permitido estar ahora en una situación muchísimo más saneada de lo que podría haber ocurrido tras un cierre casi total de la economía como hubo con el gran confinamiento.
Sin embargo, todavía hay que recuperar parte de la actividad en el turismo, la hostelería, el comercio y el ocio. Las horas trabajadas están casi un 4% por debajo de las cotas prepandemia. Hay unos 100.000 asalariados en ERTE, de los que una parte se encuentra en jornadas reducidas. Y brotes como el de la ómicron han producido numerosas bajas laborales.
A pesar de la variante ómicron, cuya expansión arrancó en noviembre, la economía ha resistido bastante bien durante el cuarto trimestre del año con un importante avance del 2% trimestral. Los datos de octubre y noviembre fueron bastante buenos. Las ventas que registra la Agencia Tributaria incluso han superado los niveles anteriores a la crisis. Pero a partir del puente de diciembre la actividad se resintió por los contagios. De hecho, el PIB se ha ralentizado ligeramente al crecer un poco menos que el 2,6% del tercer trimestre. Según el avance del INE, en este contexto de rebrote de la covid y con una inflación rampante, al final el consumo de los hogares habría caído un -1,2% trimestral entre octubre y diciembre, un desplome que ha sorprendido a los analistas. También retrocedió el consumo de las Administraciones, un -0,4%. En cambio, la inversión en bienes de equipo se disparó un 6,1%. Y el sector exterior tuvo una aportación positiva al aumentar más las exportaciones (6,5%) que las importaciones (3,5%).
Por sectores, pese al aumento de costes y los cuellos de botella, la industria manufacturera avanza un 0,9% trimestral. Comercio, transporte y hostelería siguen recuperándose con un crecimiento del 4,5%. Y la construcción presenta su segundo trimestre seguido en positivo después de tres trimestres consecutivos de retrocesos. Por el contrario, las actividades artísticas y recreativas sufrieron un duro batacazo del -11% al producirse numerosas cancelaciones con la ómicron en el tramo final del año. Aunque la economía está creciendo mucho en euros, las fuertes subidas de precios, que el INE calcula en el 4% interanual en el cuarto trimestre, hacen que en términos reales la actividad no esté sumando tanto.
Con estos datos, España se sitúa entre los países más rezagados en la recuperación. Contribuyen a explicar este retraso el daño producido por la covid en sectores como el turismo y la hostelería, muy intensivos en el tejido productivo español, una demografía empresarial con más sociedades pequeñas, las menores ayudas directas a empresas y la demora en el despliegue de los fondos europeos.
También ha influido mucho el comportamiento del consumo. Como explica María Jesús Fernández, analista de Funcas, aunque este haya crecido algo más que las rentas, sobre todo al comprarse bienes duraderos, se ha perdido por otra parte el consumo de servicios como la hostelería. Y en el neto al final ni se ha recuperado el nivel, ni se ha producido el boom que sí ha habido en otros países como Estados Unidos. Es más, la tasa de ahorro sigue por encima de su media histórica, recuerda María Jesús Fernández.
Hacer pronósticos en estos tiempos ha sido un deporte arriesgado. La pandemia ha introducido una gran volatilidad en las estadísticas, trastocando los análisis de expertos y centros oficiales. El INE tuvo que corregir a la baja el dato de PIB del segundo trimestre para más adelante hacer una revisión al alza del segundo y el tercero. Así que habrá que esperar a la confirmación de la cifra oficial, ya con toda la información del cuarto trimestre, a fin de tener un visión más completa de la evolución de la economía. Para elaborar este dato no se ha contado con las estadísticas de ventas de la Agencia Tributaria, que estaban mostrando una tendencia muy positiva y que probablemente hagan que más adelante se mejore esta cifra de consumo trimestral que ha sorprendido negativamente a los analistas. Por otra parte, el fuerte aumento que se ha observado en el stock de las empresas podría hacer que en el futuro se produzca algo menos porque se tire de estos inventarios.
La actividad se está recuperando a un ritmo más lento que otras variables económicas como el empleo o los ingresos fiscales. El mercado laboral recuperó el año pasado el nivel de ocupación previo a la pandemia, aunque aún se registran menos horas trabajadas que en 2019, lo que en buena medida explica la diferencia entre unos datos y otros. La recaudación tributaria batió todos los récords al superar el año pasado los 223.000 millones, si bien esta tiene a favor el impulso de factores como el afloramiento de rentas al pagar más con tarjeta, la inflación o la protección de rentas que se ha realizado durante la crisis. El dato publicado este viernes por el INE confirma que existe un cierto desacoplamiento entre el PIB y los registros de empleo y recaudación, un hecho que ha sido objeto de debate entre los economistas. El Gobierno ha creado un comité para tratar de analizar esta asincronía.