El ‘hub’ intercontinental de Barcelona

La historia prueba que la industria aeronáutica ha sido capaz de resolver todos los retos tecnológicos que han surgido desde su nacimiento, en términos de seguridad, alcance y eficiencia

Pasajeros en la terminal T1 del aeropuerto de El Prat de Barcelona.Gianluca Battista

La compaginación de progreso y sostenibilidad medioambiental es uno de los principales desafíos de nuestro tiempo. El reciente acuerdo entre el Gobierno de España y el Govern de la Generalitat de Cataluña para el desarrollo de un hub intercontinental en el Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat representa un caso paradigmático de la búsqueda de este equilibrio.

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La compaginación de progreso y sostenibilidad medioambiental es uno de los principales desafíos de nuestro tiempo. El reciente acuerdo entre el Gobierno de España y el Govern de la Generalitat de Cataluña para el desarrollo de un hub intercontinental en el Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat representa un caso paradigmático de la búsqueda de este equilibrio.

Una parte muy importante de la sociedad de Cataluña lleva décadas reclamando un gran nodo aeroportuario de conexiones internacionales. La oportunidad de obtenerlo, al fin, ha llegado. El crecimiento de las rutas intercontinentales de largo radio en el aeropuerto de Barcelona ha sido extraordinario en los últimos 15 años y, cuando superemos las tóxicas consecuencias de la pandemia, su demanda seguirá aumentando. Sin embargo, con el fin de acomodar nuevas rutas de largo radio, el aeropuerto necesita una mayor capacidad, es decir, más despegues y aterrizajes por hora, y una nueva terminal (la T1 satélite), que estará lista en 2031.

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Dejando a un lado el potente efecto económico de los 1.700 millones de euros de inversión de Aena per se, la consolidación del hub de Barcelona significará prosperidad: permitirá a los ciudadanos catalanes volar directamente a un gran número de ciudades del mundo y facilitará a Cataluña la atracción de trabajadores de alta cualificación, inversiones de empresas multinacionales, centros de investigación y grandes eventos internacionales, lo cual creará muchas docenas de miles de nuevos puestos de trabajo. Sería de agradecer que las personas que critican acerbamente el proyecto de hub explicaran con precisión qué proyectos alternativos específicos, no evanescentes, proponen para Barcelona y Cataluña con semejante capacidad de generación de empleos y riqueza en las próximas décadas.

Desde la perspectiva del medioambiente, es claro que el proyecto planteado es muy exigente. El compromiso de Aena, que será evaluado por el Gobierno de España, el Govern de la Generalitat y la Comisión Europea, es ambicioso: tras la ampliación del aeropuerto, el Delta del Llobregat contará con un 25% más de espacio protegido, una mayor garantía de preservación ambiental y se convertirá, a diferencia de hoy, en un espacio para el disfrute de la ciudadanía. En la página web de la Comisión Europea se pueden revisar los numerosos países de la Unión Europea, singularmente Alemania, que en los últimos lustros han desarrollado exitosamente puertos, aeropuertos u obras fluviales con modificaciones y compensaciones de espacios protegidos. ¿Por qué España y Cataluña no lo pueden hacer igual de bien en una infraestructura capital como el Aeropuerto Josep Tarradellas?

Finalmente, las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte aéreo representan en el mundo el 4% del total, menos de una sexta parte de las del transporte por carretera. La historia prueba que la industria aeronáutica ha sido capaz de resolver todos los retos tecnológicos que han surgido desde su nacimiento, en términos de seguridad, alcance y eficiencia. Gracias, entre otros factores, a los biocombustibles y el hidrógeno, la transición tecnológica de la aviación a un paradigma sin emisiones será una realidad en pocas décadas. Los aeropuertos de Aena, por ejemplo, emitirán un 94% menos por pasajero en 2030.

Nuestros descendientes, en suma, merecen un mundo sostenible económica, social y medioambientalmente y, desde este prisma, el desarrollo del hub intercontinental de Barcelona parece imprescindible.

Maurici Lucena Betriu es presidente de Aena.

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