El auge de la variante delta asesta un nuevo golpe a la recuperación del turismo
Francia y Alemania recomiendan no viajar a España por el repunte de los contagios, mientras el Reino Unido permitirá que los vacunados puedan pasar sus vacaciones en el país sin restricciones
El sector turístico esperaba el verano de 2021 como tabla de salvación. Se llegaba con la pandemia bajo control y la industria de los viajes confiaba en que, por fin, llegaría la ansiada recuperación tras casi año y medio en el dique seco. Sin embargo, los palos en las ruedas del ...
El sector turístico esperaba el verano de 2021 como tabla de salvación. Se llegaba con la pandemia bajo control y la industria de los viajes confiaba en que, por fin, llegaría la ansiada recuperación tras casi año y medio en el dique seco. Sin embargo, los palos en las ruedas del Reino Unido en el inicio de la temporada alta (dejó fuera a España de la lista verde, excepto Baleares en la última actualización) y el auge de la variante delta amenazan con lastrar una reactivación que se preveía vigorosa. El repunte de los contagios ha provocado que Francia recomiende no viajar a España y que Alemania incluya al país en la lista de regiones de riesgo por covid. Solo el Gobierno británico ha echado un capote al confirmar que a partir del 19 de julio los vacunados con pauta completa podrán viajar a territorio español sin cuarentena obligatoria a su regreso.
Una de cal y otra de arena. España llegaba a la antesala de la temporada alta con una incidencia acumulada controlada e incluso bajó de los 100 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, tras meses de restricciones a la movilidad entre comunidades. Pero la variante delta, más infecciosa, ha dado al traste con la buena situación sanitaria y el viernes se alcanzaron los 316 casos por cada 100.000 habitantes. Eso sí, estos contagios disparados no tienen el mismo efecto que hace un año, cuando no había vacuna: España registra muchos más casos positivos que los países vecinos, pero no hay un aumento proporcional de los ingresos hospitalarios y las muertes: es el que menos defunciones por millón de habitantes registra en los últimos 14 días entre los grandes Estados de la UE, según el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades. De hecho, el 7 de julio la Comunidad de Madrid no anotó ni una sola muerte por coronavirus, algo que no ocurría en la región desde el 28 de julio de 2020.
El problema para el turismo español es que las métricas que trascienden siguen siendo las mismas que el verano pasado aunque las vacunas hayan cambiado el tablero de juego. Y la imagen internacional se ha deteriorado a marchas forzadas. De ahí la montaña rusa de emociones de la última semana con decisiones de los principales mercados emisores contrarias a los intereses económicos de España. Entre estos movimientos, el primero que redujo el optimismo del sector fue el Ejecutivo francés con su recomendación de no viajar por el país vecino. “Digo a quienes no hayan reservado aún sus vacaciones que eviten España y Portugal en sus destinos”, aseguró el jueves Clément Beaune, secretario de Estado de Asuntos Europeos, en la cadena France 2. Aunque un día después el ministro de Sanidad, Olivier Véran, rebajó la crisis al asegurar a France Inter que viajar con el certificado covid europeo es seguro.
La otra moneda que le ha salido cruz a la industria de los viajes ha sido la lanzada por el Gobierno alemán el viernes, al incluir al país en la lista de regiones de riesgo por coronavirus (hasta ahora solo figuraban en este nivel de alerta, el más bajo, siete comunidades autónomas). La nueva clasificación, que entra en vigor el domingo, no tiene consecuencias para los viajeros, puesto que a la vuelta tendrán que cumplir las mismas medidas que antes: presentar un certificado de vacunación, de haberse recuperado de la enfermedad o bien una prueba negativa (PCR o antígenos). Pero sí daña la imagen de destino seguro de España en un mercado capital: en 2019, llegaron 11,1 millones de alemanes.
En la práctica, ninguno de los casos supone una limitación a la movilidad. Pero el sector sí teme que afecte a las decisiones de compra de los viajeros que todavía no tengan sus vacaciones cerradas. “No se ve un aluvión de cancelaciones. Los que ya han reservado su viaje vendrán porque no hay una restricción adicional. El problema será con los que no hayan decidido todavía su destino, que se pueden inclinar por otros lugares”, coinciden directivos de grandes empresas del sector español. De hecho, según las principales hoteleras del litoral, las ventas siguen creciendo, aunque lo hacen a menor ritmo.
Alivio británico
La semana no solo ha dejado malas noticias. Entre tanto sobresalto, el turismo español recibió la confirmación de Londres de que a partir del 19 de julio los residentes en las islas británicas que estén vacunados con pauta completa (la mitad de la población) no tendrán que guardar cuarentena obligatoria de 10 días a su regreso desde algún país de la lista ámbar, en la que está España —salvo Baleares, que está en la verde—. Además, el Gobierno del Reino Unido retirará su recomendación oficial de evitar viajar a esos lugares por motivos turísticos. En 2019, las islas británicas fueron el principal mercado emisor al aportar 18 millones de turistas, lo que se traduce en casi 500 millones de euros semanales en julio y agosto.
A pesar de estos ingredientes, no todos buenos, existe todavía la confianza de que se puede salvar la temporada alta. El Gobierno insiste en su previsión de que lleguen 17 millones de turistas extranjeros en verano, un 45% de los que lo hicieron en 2019 y casi tres veces más de los que visitaron el país en esos meses del año pasado. “Mantenemos esta estimación, porque en ella no se incluía el mercado británico que ahora sabemos que al menos sus residentes vacunados sí podrán venir. Por tanto, debemos estar igual o por encima de lo previsto, no vemos que vaya a haber una debacle del sector”, sostienen fuentes gubernamentales.
El tejido empresarial, al menos por el momento, se muestra también optimista. Aunque en las grandes compañías resuena cada vez con más fuerza el temor a que las decisiones de Alemania y Francia sean solo el primer paso antes de la imposición de nuevas restricciones a la movilidad. En caso de que eso ocurra, se viviría una especie de déjà vu con el verano de 2020, cuando a mitad de campaña estival los principales mercados emisores decidieron cortar el grifo de los viajes y le dieron la puntilla a la temporada.
De hecho, con Alemania la situación se ha tensado mucho en las últimas semanas. La canciller Angela Merkel ya reclamó, sin éxito, imponer cuarentena a los viajeros británicos en la UE y advirtió de que impondrá restricciones o incluso vetará la entrada a los nacionales de países que no sean capaces de contener los contagios, algo que ya hace con sus residentes no vacunados que llegan desde Portugal (tendrán que guardar cuarentena por la prevalencia de la nueva cepa). Por tanto, las cosas se complicarían si la incidencia en España siguiera subiendo y rebasara el límite de los 200 casos por 100.000 habitantes en siete días, que es el indicador que usa este país. Entonces pasaría al siguiente nivel de alerta y se exigiría una cuarentena a quienes no tengan certificado de vacunación o de haber pasado la enfermedad en los últimos seis meses. El turismo español se la juega en las próximas semanas.