Hacia una nueva globalización

Tenemos una oportunidad única de modernización y transformación de nuestra economía

Maravillas Delgado

Después de la contracción de la economía mundial del 3,3% en 2020, se proyecta un crecimiento del 6% en 2021, que se situaría en el 4,4% en 2022 y se normalizaría en el 3,3% a medio plazo. La tendencia alcista en las Bolsas perfilada desde los mínimos de marzo de 2020 ha experimentado una desaceleración desde abril de 2021. Ello refleja la incertidumbre provocada por las nuevas variantes de la covid-19, en particular la delta, originada en la India, que ya representa más del 90% de los casos en el Reino Unido y será la dominante ...

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Después de la contracción de la economía mundial del 3,3% en 2020, se proyecta un crecimiento del 6% en 2021, que se situaría en el 4,4% en 2022 y se normalizaría en el 3,3% a medio plazo. La tendencia alcista en las Bolsas perfilada desde los mínimos de marzo de 2020 ha experimentado una desaceleración desde abril de 2021. Ello refleja la incertidumbre provocada por las nuevas variantes de la covid-19, en particular la delta, originada en la India, que ya representa más del 90% de los casos en el Reino Unido y será la dominante en Europa en unas semanas. La industria turística ha sido la principal afectada con caídas significativas superiores al 10% en la última semana (IAG, Amadeus, Meliá, EasyJet, Lufthansa, KLM...).

Las materias primas han tenido un despegue espectacular. El barril de crudo West Texas muestra una subida del 51,27% en 2021, consecuencia no solo del incremento de demanda, sino por la falta de inversión y la reducción de la oferta de la OPEP como reacción a la pandemia. De momento, hay problemas de estrangulamiento de la oferta, pero habrá factores de ajuste a largo plazo cuando se construya un escenario global más equilibrado.

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) señala que no habrá una recuperación generalizada si no se pone fin a la crisis sanitaria y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido el objetivo de vacunar al menos al 30% de la población en todos los países para finales de 2021. No cabe duda de que la pandemia es una crisis de escala planetaria y requiere de coordinación global. Algunos auguraron que la pandemia daría lugar a un modelo geopolítico más federalista y menos globalizado, pero en realidad esta crisis pone de manifiesto que la agenda global es ahora más necesaria que nunca.

En esta crisis ha habido un cambio en la política económica en todo el mundo con políticas expansivas de gasto e inversión, dejando para una segunda etapa la consolidación presupuestaria. Los bancos centrales han reforzado la expansión monetaria tratando de estabilizar los mercados y de anclar las expectativas de los tipos de interés. La política monetaria se ha hecho más flexible permitiendo que, en caso de que la inflación supere el 2% temporalmente, no implique un cambio de sesgo. Esto evitaría modificar las políticas monetarias expansivas demasiado pronto en la recuperación. En la eurozona, el fondo de recuperación implica la mutualización de la deuda y permite una reducción estructural del riesgo político de la Unión Monetaria.

La subida de los precios interanual en EE UU al 5% en mayo, la mayor inflación de los últimos 13 años, se tradujo en la subida inesperada el pasado 16 de junio de los tipos de interés por la Reserva Federal que, además, anunció que ya se daban las condiciones para disminuir gradualmente las compras de activos. La reacción de los mercados fue inmediata y los índices bursátiles cayeron.

Para el avance hacia una gobernanza global, junio ha sido un mes muy significativo. El encuentro de los países del G-7 en Cornualles, bajo el lema de reconstruir mejor, viene a ejemplificar la idea de una nueva forma de globalización que pone fin a 30 años de neoliberalismo y que pretende ser más redistributiva. De ahí el afán de imponer a las multinacionales un impuesto mínimo del 15% en todo el mundo y, por otro lado, una globalización más comprometida con el medio ambiente. De hecho, una de las pretensiones básicas ha sido poner fin en los próximos años al carbón y paulatinamente a todas las energías fósiles. El G-7 fue también un símbolo de unión y una declaración de intenciones en relación al papel de China y su política expansionista.

La aprobación del Plan de Recuperación económica presentado por España, de 69.500 millones de euros en transferencias directas no reembolsables, que se podrían ampliar hasta más de 140.000 en créditos hasta 2026, aunque condicionado a un programa de reformas, implica un cambio de expectativas para la situación económica de nuestro país. Según palabras de la presidenta de la Comisión Europea, puede dar respuesta a los desafíos estructurales de España e impulsar el PIB español un 2,5% anual. De hecho, la mayoría de empresarios se muestran más positivos y el Banco de España ha revisado al alza las previsiones de crecimiento para este año, estimando un 6,2% de subida del PIB para 2021.

La llegada de estos fondos permitirá movilizar un volumen de inversión sin precedentes. Tenemos una oportunidad única de modernización y transformación de nuestra economía. Los agentes políticos y sociales tienen la responsabilidad de focalizarse en un trabajo constructivo que haga realidad este proyecto transformador.

Petra Mateos es catedrática de Economía Financiera.


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