Opinión

Heurística fiscal

Los gobiernos deben hacer un esfuerzo pedagógico y de transparencia para que los ciudadanos entiendan los entresijos de la política fiscal

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero.EUROPA PRESS/R.Rubio.POOL (Europa Press)

Muchas veces contestamos preguntas sin haberlas entendido bien ni tener suficiente información para responder. Ya sea por intuición, o por sentimientos, tendemos a dar respuestas sencillas a cuestiones complejas. El Nobel Daniel Kahneman lo describe como un efecto sustitución: ante una pregunta compleja, la sustituimos por otra más sencilla que juzgamos equivalente, y respondemos esta pregunta más sencilla. ...

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Muchas veces contestamos preguntas sin haberlas entendido bien ni tener suficiente información para responder. Ya sea por intuición, o por sentimientos, tendemos a dar respuestas sencillas a cuestiones complejas. El Nobel Daniel Kahneman lo describe como un efecto sustitución: ante una pregunta compleja, la sustituimos por otra más sencilla que juzgamos equivalente, y respondemos esta pregunta más sencilla. Kahneman lo denomina “pregunta heurística”, una simplificación de la compleja realidad, un atajo mental. Por ejemplo, ante la pregunta “¿Eres feliz en la vida?”, a menudo contestamos a la pregunta heurística “¿De qué humor estoy hoy?”. Ante “¿Cuánto estarías dispuesto a contribuir para salvar especies en peligro de extinción?” tendemos a responder a la pregunta “¿Te daría pena que desaparecieran los delfines?”. Reemplazamos análisis por sentimientos, como mecanismo de simplificación. Este mecanismo en general funciona. Pero no siempre. Cuando los temas son complejos y los sentimientos son profundos, esta sustitución puede generar sesgos que limitan la capacidad de decisión y pueden generar errores de juicio. Y esto se aplica al análisis de la política fiscal.

En algunos casos es inherente a la cultura del país: en alemán, por ejemplo, se usa la misma palabra para “deuda” que para “culpa”, schuld”. Pero no hace falta llegar a ese extremo. La política fiscal es compleja, las medidas tienen efectos múltiples de incierto impacto y, por definición, lleva una fuerte carga ideológica. Consideren la siguiente pregunta: “La deuda pública ha aumentado, ¿que debería hacer ahora la política fiscal?” La respuesta depende de variables como el crecimiento esperado, los tipos de interés, la estructura impositiva o la distribución del gasto. Pero si creen que la política fiscal es siempre un mal instrumento para la gestión del ciclo económico, y que la deuda es siempre algo negativo, aplicarán el proceso de sustitución y responderán a la pregunta heurística: “La deuda pública ha aumentado, ¿cuándo empezamos a reducirla?” Y, probablemente, la respuesta será “inmediatamente”.

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O consideren esta otra pregunta: “La política fiscal debe contribuir a estimular el crecimiento y a reducir la desigualdad. ¿Qué paquete fiscal adoptaría?”. Es una pregunta compleja, un paquete fiscal puede tener tanto aumentos de gasto como de impuestos que, en su conjunto, generen un efecto neto positivo para el crecimiento y reduzcan la desigualdad. Sin embargo, si creen que la política fiscal es ineficiente y que se debe minimizar el tamaño del sector público, responderán a la pregunta heurística: “¿Estoy de acuerdo con subidas de impuestos que financien aumentos de gasto?”. Y probablemente la respuesta será no.

En EE UU, Joe Biden ha propuesto dos paquetes fiscales: uno de inversión en infraestructuras financiado en parte con aumentos de impuestos a las empresas, y otro de inversión en capital humano financiado en parte con aumentos de impuestos a las personas físicas y al capital. El resultado neto de estos paquetes, analizados en su conjunto, será un aumento del crecimiento y una reducción de la desigualdad, aunque contengan subidas fiscales. En la UE, los Planes de Recuperación también deben analizarse en su conjunto, combinados con el presupuesto nacional y otros programas europeos, como los fondos estructurales. Cuando piensen en aumentos de impuestos, plantéense la pregunta completa: “¿Qué paquete de gastos e impuestos quiero?”, y no solo “¿Cuánto me cuesta que me suban este impuesto?”. Y cuando le anuncien rebajas de impuestos, deben plantearse “¿Qué servicios públicos habrá que recortar?”, y no solo “¿Cuánto me ahorro?” Los gobiernos deben hacer un esfuerzo pedagógico y de transparencia para que los ciudadanos entiendan los entresijos de la política fiscal y no tengan que recurrir a la heurística. Nada debe ser tabú en política fiscal. Pero para eso hay que contarla bien.

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