El repunte del turismo nacional anima la recuperación del sector
La industria de los viajes prevé un fuerte rebote de la demanda interna, aunque será insuficiente si la llegada de viajeros extranjeros no se reactiva
El turismo ya vislumbra tierra firme. El naufragio suma casi 15 meses con unos ingresos inexistentes o muy mermados. Ahora, por fin, parece que la ansiada recuperación está a la vuelta de la esquina. La primera punta de lanza será el turismo nacional, como ya ocurriera en 2020, pero en esta ocasión con una reactivación más vigorosa. La previsión del sector es que se alcance casi el 90% de los viajes registrados en 2019 —el año pasado, la brecha fue de casi el 50% en el conjun...
El turismo ya vislumbra tierra firme. El naufragio suma casi 15 meses con unos ingresos inexistentes o muy mermados. Ahora, por fin, parece que la ansiada recuperación está a la vuelta de la esquina. La primera punta de lanza será el turismo nacional, como ya ocurriera en 2020, pero en esta ocasión con una reactivación más vigorosa. La previsión del sector es que se alcance casi el 90% de los viajes registrados en 2019 —el año pasado, la brecha fue de casi el 50% en el conjunto del ejercicio—. Sin embargo, la industria se mantiene cauta porque su futuro depende de la vuelta de los extranjeros, algo que se hará de rogar todavía.
Con el término del estado de alarma, el 9 de mayo, comenzó la reactivación de los viajes dentro de España, según reflejan los datos de movilidad de Google o las reservas hoteleras. Tras meses en los que no estaban permitidos los movimientos entre comunidades, muchos aprovecharon la oportunidad para volver a salir. Y otros tantos se animaron a planificar sus vacaciones. En el caso de los extranjeros, especialmente tras el anuncio del Gobierno de la relajación de las restricciones en las fronteras españolas a partir de este lunes —podrán viajar solo con un test de antígenos los que tengan que presentar una prueba negativa y todos los vacunados a partir de los 14 días de haber recibido la pauta completa—. Según la plataforma SiteMinder, los alojamientos en el país tenían a primeros de junio un 87% del volumen de reservas que había en esa fecha de 2019. Ese dato se recogía antes de que el Reino Unido dejase fuera a España de su lista de países seguros.
Todos los indicadores apuntan en esa dirección. Exceltur calcula que la recuperación en el tercer trimestre será fuerte entre los residentes y espera llegar al 89,8% de los niveles prepandemia. Una reactivación potente, sí, pero que se quedará coja si no ocurre lo mismo con las llegadas de extranjeros. La previsión es que haya dos velocidades y que el turismo internacional solo recupere la mitad de 2019, según el Gobierno.
Ramón Estalella, secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat), comparte las buenas expectativas con la demanda local: “Este verano va a ser la gran oportunidad del turismo nacional, porque van a tener acceso a lugares donde solo iban los extranjeros a unos precios muy buenos”. Aunque avisa de que no será suficiente para salir del atolladero: “Los extranjeros no van a venir todavía de forma masiva y los nacionales solo cubren alrededor del 30% de la oferta hotelera”. El turismo internacional representa algo más del 60% de los ingresos que genera la actividad en España, según cálculos de Exceltur con datos del INE.
Así, con muchos matices, el bum de los viajes de residentes llega como agua de mayo para el sector. Un crecimiento basado en el proceso de inmunización, como resalta Fernando Valdés, secretario de Estado de Turismo: “Veremos un buen comportamiento este verano por parte de los residentes, que tendrán mayor libertad que el año pasado para elegir el tipo de destino que le apetezca más, sin la necesidad de aislarse o evitar lugares concurridos gracias a la vacunación”.
La industria de los viajes está falta de buenas noticias como la reapertura de fronteras. O el repunte interno que, al menos, implicará la entrada de ingresos en la caja. Aunque esta recuperación irá por barrios, según sostiene José Luis Zoreda, vicepresidente de Exceltur: “Nos vamos a llevar una sorpresa con la demanda interna. Atenuará la caída, especialmente en la cornisa cantábrica, Galicia, Cádiz y Huelva, donde el peso del viajero extranjero es menor”. En el lado opuesto, el salvavidas no será tan eficaz en destinos como la Costa del Sol, el Levante o los territorios insulares, donde la dependencia de la llegada de extranjeros es mucho mayor. “Buena parte de las empresas seguirán cerradas mientras que no lleguen los británicos, alemanes y franceses”, añade Zoreda.
La mayoría de expertos coinciden en este análisis. Uno de ellos es Juan Ignacio Pulido, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Jaén: “El turismo nacional, incluso si vuelve a niveles de 2019, no permitiría compensar el agujero por la caída del turismo internacional, que quedará muy lejos todavía de los niveles prepandemia”. Pulido, además, reclama que se reevalúen los objetivos porque a su juicio lo importante no es cuándo se volverá a los números de antes del coronavirus, sino hacia qué modelo turístico quiere transitar España.
Retraso de la temporada
El rebote del turismo nacional también plantea la duda de si dificulta la llegada de extranjeros al ocupar plazas hoteleras. Pero según los representantes del sector, se trata de demandas complementarias y no sustitutivas en su mayoría. De hecho, la decisión del Reino Unido de mantener a España en la lista ámbar —zona a la que no se recomienda viajar— retrasa en la práctica el inicio de la campaña de verano en los principales destinos de sol y playa. Es decir, muchos negocios aplazarán sus aperturas hasta que estos visitantes puedan llegar.
Una prueba de este efecto dominó se halla en los planes de turoperadores británicos, aerolíneas y hoteleras. Tras abrir el Gobierno español sus fronteras con el Reino Unido y con las expectativas de que el país entrase en la lista verde esta semana, planeaban aumentar su oferta a partir del 20 de junio, según fuentes del sector. Pero con la negativa de Londres, todo se aplaza otras tres semanas (como mínimo). Así, si eso ocurriera para final de junio, la llegada de una cantidad significativa de estos viajeros no se vería hasta unos 15 días después. Es decir, el inicio de la temporada alta se dará a mitad de julio en el mejor de los casos, con el coste económico que conlleva: cada semana de junio sin británicos se dejan de ingresar 386 millones si se compara con 2019, según Exceltur. Cifra que sube a 483 millones semanales en julio.
¿Y si a final de junio tampoco entra España en la lista verde? “Apaga y vámonos. Habrá temporada de verano, pero sin los británicos será muy difícil remontar el vuelo”, sostiene Zoreda. El único consuelo que queda para el sector turístico español es que el resto de competidores del Mediterráneo no están en el listado de países seguros para Londres, aunque esto tampoco les dará de comer.
En la lista verde sí estuvo Portugal en mayo, pero en la actualización del jueves se cayó de la lista. Ese es precisamente el otro gran miedo que existe: entrar en el listado y que, unas semanas después, vuelva a salir. Se revivirían los peores momentos del verano pasado, cuando se arrancó la temporada con los grandes mercados emisores y, a mitad de campaña, el Reino Unido y Alemania dieron marcha atrás, lo que supuso la puntilla para el sector. Si se repite, dejaría a las empresas al borde del colapso con un golpe económico y anímico casi letal del que nadie quiere hablar. Aunque todos lo temen.