Charles Michel: “Tras la crisis, hay que lograr un consenso como el de después de la II Guerra Mundial”

El presidente del Consejo Europeo pide pactar criterios sociales “más allá del PIB”, que midan si la UE avanza “en la buena dirección”

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el pasado 22 de abril en Bruselas.JOHANNA GERON (AFP)

La convergencia social, la gran asignatura pendiente del proceso de integración europea, llegará por primera vez este viernes a lo más alto de la cúpula comunitaria. El Consejo Europeo, reunido de manera extraordinaria en Oporto, aprobará una declaración que añada un compromiso social a la ingente inyección de fondos que se han movilizado para la recuperación económica después de la pandemia y para la transición digital y ecológica. “Debe...

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La convergencia social, la gran asignatura pendiente del proceso de integración europea, llegará por primera vez este viernes a lo más alto de la cúpula comunitaria. El Consejo Europeo, reunido de manera extraordinaria en Oporto, aprobará una declaración que añada un compromiso social a la ingente inyección de fondos que se han movilizado para la recuperación económica después de la pandemia y para la transición digital y ecológica. “Debemos dejar claro que la UE es mucho más que un proyecto meramente financiero o económico, es también un proyecto para la dignidad de cada ser humano”, asegura el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, durante una entrevista por videoconferencia con EL PAÍS y otros medios europeos. Michel llega a la cumbre con la sombra del llamado sofagate, el choque con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a cuenta del reparto de asientos durante una reciente visita a Turquía. “Sobre Ankara ya está todo dicho. Trabajo a diario, en perfecta cooperación, con la presidenta de la Comisión”, asegura.

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Pregunta. La política social es una competencia estatal. ¿Qué puede hacer la Unión Europea más allá de declaraciones simbólicas?

Respuesta. Estamos en un momento político importante porque afirmaremos la necesidad de un planteamiento social en la recuperación económica después de la pandemia pero también en cuanto a las consecuencias de la doble transición, la digital y la medioambiental. Debemos dejar claro que en todo lo que hace Europa hay un objetivo social, porque el gran principio europeo es la dignidad, el respeto a cada ser humano. Espero que de Oporto salga la señal de que la brújula de la UE es el bienestar de cada ciudadano.

P. ¿Cómo ha sido la negociación de la declaración que se quiere aprobar en Oporto? ¿Ha tenido que conformarse con un acuerdo de mínimos dada la resistencia habitual de los Gobiernos a permitir que Bruselas se inmiscuya en sus políticas sociales?

R. La preparación para esta cumbre empezó antes de la pandemia. Y ya entonces insistí en mis encuentros con los agentes sociales en que debemos mirar más allá del producto interior bruto. El PIB es una guía importante, pero no la única. La guía europea debe ser el bienestar de nuestros ciudadanos. Y esta crisis, la pandemia, ha mostrado que incluso en competencias nacionales, como la sanitaria, hace falta reforzar la cooperación. Ahora, después de tamaña crisis, tenemos que ver si logramos un consenso similar al que se consiguió después de la II Guerra Mundial, cuando los agentes sociales en muchos Estados miembros fueron capaces de trabajar juntos para enviar una señal. Aquella fue la base para el nacimiento de los sistemas de Seguridad Social en muchos países. Ahora, en la era pospandemia, necesitamos lanzar también una nueva y ambiciosa estrategia, con la idea de que estamos ante un nuevo paradigma económico y social.

P. Pero el PIB es importante porque cuanto mayor es suele significar que las personas disponen de mayor riqueza.

R. Que quede claro que nunca diré que el PIB no es importante. Es un factor importante, pero no el único. Le pongo un ejemplo. En algunos países de África ha habido años en que el PIB crecía mucho en comparación con Europa. ¿Quiere eso decir que la situación era mejor allí? No. Debemos mirar el punto de partida. Y tomar en cuenta otros factores, como el acceso a la educación, la igualdad, la lucha contra la pobreza o la calidad del medioambiente.

P. ¿Y cómo se garantiza que esos factores más allá del PIB redundan en el bienestar de la población y no son meras estadísticas sin impacto concreto?

R. Tenemos muchas estadísticas, a nivel europeo, en la OCDE. Pero mi intención es que los agentes sociales -las patronales, las pymes, los sindicatos- acuerden cinco o diez criterios que consideren apropiados para evaluar de manera democrática si avanzamos en la dirección correcta para el fortalecimiento del bienestar europeo. Y espero que esa propuesta sea respaldada por los jefes de Estado y de Gobierno. Necesitamos criterios relacionados con la educación, con la innovación. O sobre la lucha contra la pobreza y la discriminación. Cinco o diez criterios que, una vez pactados, puedan ser evaluados año tras año para saber hacia dónde vamos. Mi idea es que debemos dejar claro que la UE es mucho más que un proyecto meramente financiero o económico. Es también un proyecto para la dignidad de cada ser humano.

P. ¿Se va a tratar en Oporto de temas concretos como el seguro europeo de desempleo?

R. Tengo la impresión de que ese asunto se debatirá tanto en la cumbre social de alto nivel como durante el Consejo Europeo. Eso no quiere decir que vaya a haber una decisión, pero el intercambio de pareceres es ya un paso en el proceso. Sin duda, la convergencia social va a ser parte del debate. En las últimas décadas, nos hemos concentrado en la convergencia económica y en fortalecer el mercado único. Pero ambos objetivos requieren, máxime tras la crisis de la covid-19, que se aborde la cuestión de la convergencia social. Y en ese debate entran temas como el salario mínimo o el seguro de desempleo. No es fácil porque son competencias nacionales. Pero con la pandemia ya hemos visto que el hecho de que la sanidad fuera una competencia nacional no ha impedido que se viera la necesidad de reforzar la cooperación a nivel europeo.

P. Alemania y otros países europeos están ensayando una renta universal. ¿Podría ser una opción para Europa?

R. Se trata, desde luego, de una responsabilidad nacional, y no tomo partido. Pero es una idea que tiene el mérito de alimentar una confrontación de ideas, de provocar ciertas reflexiones. Me parece interesante agitar esas ideas y celebro que en muchos lugares de Europa se haya abierto el debate por parte de intelectuales, políticos, agentes económicos y agentes sociales. Una de las grandes cuestiones en relación con la renta universal es bastante simple: ¿va a reemplazar los mecanismos de protección social puestos en marcha después de la II Guerra Mundial o será un complemento y no los sustituirá más que en parte?

P. La canciller alemana y el primer ministro holandés no van a ir a Oporto y van a asistir a la cumbre por videoconferencia. ¿Es una prueba de que se da poca importancia a esta cumbre?

R. No es esa mi interpretación. Como consecuencia de la covid-19 vivimos circunstancias extraordinarias, diferentes en cada país, con diferentes sensibilidades en cada Estado. Por eso tenemos esta situación en la que algunos líderes participarán por videoconferencia y no estarán físicamente en Oporto.

P. Es la primera cumbre desde el incidente de Ankara con la presidenta Von der Leyen. ¿Teme que ese conflicto ensombrezca la cumbre de la ciudad portuguesa?

R. Sobre Ankara ya está todo dicho. Trabajo a diario, en perfecta cooperación, con la presidenta de la Comisión. El año pasado demostramos, en circunstancias muy difíciles, que somos capaces de ofrecer resultados. Adoptamos decisiones muy importantes: el marco presupuestario, el fondo de recuperación, acuerdos sobre clima, sobre política industrial, en el área digital, etcétera...

P. En poco más de dos meses se aprobarán los planes nacionales y empezará a fluir el dinero del fondo de recuperación, pero hay dudas sobre si los 750.000 millones de euros serán suficientes sobre todo cuando se ven las cantidades que moviliza EE UU.

R. Tomamos una decisión [en julio del año pasado] y ahora debemos aplicarla. Pero la recuperación no es solo una cuestión de dinero, sino también de reformas para fortalecer el mercado único y la resiliencia de la UE. En cuanto a las comparaciones con otros modelos económicos, como EE UU, debemos tomar en cuenta todos los elementos y no comparar una cifra con otra sin más. En Europa tenemos unos sistemas de Seguridad Social mucho más fuertes que en EE UU. Y no olvidemos que además del paquete financiero europeo están todos las inversiones que se están haciendo a nivel nacional para impulsar la recuperación.

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