Los bancos empujan a sus clientes a asumir riesgos
ING y BBVA empiezan a cobrar por los depósitos bancarios a los particulares, el ahorro más abundante en España
Parecía que este mundo al revés de los tipos negativos por el que el ahorrador paga por prestar dinero no llegaría nunca al particular. El Tesoro Público español lleva ya un par de años cobrando por colocar sus letras o bonos a corto plazo y los bancos comenzaron a aplicar tipos negativos a los depósitos de las grandes empresas. En esos días se descartaba por completo que tener dinero en el banco resultase gravoso para las familias, pero ha ocurrido.
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Parecía que este mundo al revés de los tipos negativos por el que el ahorrador paga por prestar dinero no llegaría nunca al particular. El Tesoro Público español lleva ya un par de años cobrando por colocar sus letras o bonos a corto plazo y los bancos comenzaron a aplicar tipos negativos a los depósitos de las grandes empresas. En esos días se descartaba por completo que tener dinero en el banco resultase gravoso para las familias, pero ha ocurrido.
La cuenta corriente y el depósito bancario son los reyes del ahorro en España. Con datos del Banco de España al cierre del tercer trimestre de 2020, las familias atesoraban 912.062 millones de euros en los bancos, casi tres veces más que en fondos de inversión y nueve veces más que su dinero en acciones cotizadas en Bolsa. Una primacía del ahorro conservador que no se cambia pese a los intentos de convertir al ahorrador en inversor y que se ha reforzado en tiempos de la covid-19 ante la imposibilidad de gastar y el temor al deterioro económico y laboral.
Por ahora son solo dos entidades las que han anunciado que en 2021 empezarán a cobrar a sus depositantes: ING y BBVA, aunque, de momento, no parece alarmante. En el caso de ING, el coste será de 10 euros al mes para aquellos que posean un saldo superior a los 30.000 euros y no tengan domiciliada la nómina (4,2% de sus depositantes). En BBVA se aplicará un 0,025% al exceso de 100.000 euros en los depósitos de clientes muy poco vinculados (sin nómina, productos de inversión, sin tarjetas…). Solo un 0,2% de sus clientes particulares, dice la entidad.
El portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB), José Luis Martínez Campuzano, explica estas decisiones: “La rentabilidad de los depósitos es nula, pero debemos compararla con los tipos de interés negativos de otros activos como las letras del Tesoro y los tipos de interés oficiales negativos”. Y añade: “La decisión de cobrar por los depósitos depende de la estrategia comercial de cada entidad en un contexto de elevada competencia como es el sistema bancario español”.
Y es que los depósitos bancarios han pasado de ser “una fuente de negocio para las entidades a convertirse desde hace algún tiempo en un puro coste”, explica Francisco Uría, socio responsable del sector financiero de KPMG en Europa, Oriente Próximo y Asia. Las políticas del Banco Central Europeo (BCE) de abundancia de liquidez para frenar primero la crisis financiera de 2007 y ahora la de la covid-19 tienen la culpa de estos tipos negativos.
Todo comenzó en junio de 2014 cuando el BCE bajó la facilidad de depósito al -0,1% y desde esa fecha cobra a los bancos por dejar allí el exceso de liquidez (con el fin de que el dinero fluyese a la economía en forma de créditos). Fue bajando la tasa hasta la actual -0,5% en septiembre de 2019. Entonces, para aliviar ese coste a los bancos, el BCE decidió introducir un sistema de dos tramos para la remuneración de las reservas, según el cual la remuneración negativa del tipo de la facilidad de depósito no se aplicará a una parte del exceso de liquidez. El BCE no penaliza, pues, todo el exceso de liquidez, pero sí una parte importante.
Una duda que aparece en este cobro de comisiones a los particulares es si es legal. Fernando Zunzunegui, abogado especializado en regulación financiera, explica que “el depósito bancario es un contrato sui generis que como contrato financiero permite el pago de intereses negativos. De hecho, el Banco de España no pone reparos al cobro al cliente depositante. La libertad de pactos que impera en nuestro ordenamiento y la libertad de precios fundamenta que los bancos puedan cobrar a los depositantes”. Y añade: “Debemos acostumbrarnos a que el acreedor pague al deudor por aparcar dinero. Es la consecuencia de una desafortunada política monetaria no convencional”.
La frontera entre el ahorrador y el inversor la determina el riesgo. Está claro que las familias españolas mayoritariamente huyen del riesgo de los mercados y, aunque ahora no perciban nada por sus cuentas corrientes y depósitos, siguen aumentando este tipo de ahorro. Si se generaliza el cobro por tener estos productos, puede empujarlas definitivamente a convertirse en inversoras.
Un paso que tiene sus defensores y detractores. Para Patricia Suárez, presidenta de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin), “si se generaliza, desincentiva un vehículo de ahorro muy importante para un perfil conservador de consumidor financiero que es, no lo olvidemos, el mayoritario. Se le aboca a la inversión de mayor riesgo”. También Zunzunegui se apunta a esta visión y explica que “utilizar la amenaza de cobrar al depositante para forzar la conversión del perfil de ahorrador en inversor es contraria a la libertad individual y una mala práctica bancaria. La CNMV debería exigir la adecuación de la oferta de productos de inversión al perfil del cliente. Si el cliente tiene un perfil de ahorrador, la entidad no debería ofrecerle fondos de inversión que ponen en riesgo el principal invertido”.
Un paso controvertido
Sin embargo, Francisco Uría aprecia ventajas en este posible cambio en el dinero de los españoles. “Desde un punto de vista macroeconómico podría ser positivo que esos saldos depositados pudieran terminar dedicándose al consumo y a la inversión, contribuyendo así a la necesaria recuperación económica, en un contexto en el que la demanda interna podría anticiparse a la recuperación de la demanda externa. En este sentido, los tipos de interés negativos pueden convertirse en un incentivo para que se produzca ese necesario trasvase cuando la situación así lo permita”, explica.
Las alternativas al cobro de depósitos se encuentran en productos financieros como fondos de inversión, planes de pensiones, acciones, renta fija…, pero todos ellos con un mayor o menor riesgo de perder dinero. Por supuesto, siempre cabe buscar ofertas excepcionales de la banca que aún retribuyen los depósitos, pero que suelen estar muy limitadas en el tiempo y sujetas a operaciones de captación de clientes. Guardar el dinero bajo el colchón o en una caja fuerte es otra opción, y Zunzunegui apunta en un futuro al euro digital con apertura de cuentas en esta moneda siempre que hubiera el compromiso de no aplicar tipos negativos.
La asimetría con las hipotecas
Resultaría lógico que si los bancos trasladan a sus clientes los tipos negativos que ellos abonan al BCE por mantener allí su liquidez, también pagasen intereses a quienes tengan una hipoteca, dado que el euríbor que toman como referencia para hipotecas variables terminó 2020 en el -0,497%. Sin embargo, esa posibilidad está cerrada, según explica Patricia Suárez, presidenta de Asufin. “Muchas hipotecas firmadas en 2007-2008 y anteriores tienen diferenciales del 0,2%, 0,3%, etcétera que permitirían en estos momentos una devolución de cuota. No hay excusa legal para que los bancos no apliquen esa rebaja dado que la propia EBA (Autoridad Bancaria Europea) manifestó que las cuotas hipotecarias tienen que reflejar ese euríbor en tasas negativas”. Y añade: “El tipo cero en las hipotecas ya está establecido para los nuevos contratos a partir de la Ley de Contratos de Crédito Inmobiliario (LCCI) de 2019. La presión que ejercieron las entidades consiguió que se plasmara en la ley este punto que es lesivo, no está justificado y genera ese desequilibrio”, explica.