Encontrar alternativas económicas, eficientes y sostenibles a los combustibles fósiles es cada vez más fácil y muchos expertos creen que los que se pueden utilizar para calentar una vivienda no son una excepción. Suelen referirse a la biomasa, es decir, materia orgánica —en este caso, de origen vegetal: los llamados pellets, pequeños cilindros hechos de serrín compactado, y los huesos de aceitunas— que se puede quemar en estufas, chimeneas y calderas. Si el 60% de las calderas instaladas en la UE son ineficientes, según datos del Proyecto europeo para la recalificación de sistemas de calefacción (HARP, por sus siglas en inglés), desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) abogan por adoptar este tipo de combustible a la hora de decidir cómo generar calor y agua caliente en una casa. Otros expertos, sin embargo, matizan las ventajas de la biomasa y restan importancia al eventual ahorro que es posible realizar empleando un sistema de este tipo.
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Al enumerar las cualidades de los pellets, la portavoz de la OCU, Ileana Izverniceanu, explica que “su combustión tiene un saldo cero de dióxido de carbono (CO₂), pues el que se emite al quemarlos se compensa con el que ha absorbido el árbol del que proceden”. Y añade que, “en bosques gestionados de forma sostenible, cada árbol talado se reemplaza por uno nuevo, con lo que se preserva la riqueza forestal”.
En cuanto a los huesos de aceituna, un residuo de la fabricación de aceite de oliva, por cada 1.000 kilos de estos frutos prensados, se desechan aproximadamente 190 kilos de semillas trituradas, por lo que su reutilización como combustible resulta especialmente beneficioso para el medioambiente. “Los huesos de aceituna son un combustible económico y muy eficiente gracias a su baja humedad y su elevado poder calorífico, en torno a 4.440 kilocalorías por cada kilo”, subraya Izverniceanu.
Su mayor inconveniente es que al quemarse dejan más cenizas que los pellets. Por el contrario, la composición de estos últimos, al ser muy constante, evita problemas en las estufas, que además son de alta eficiencia. Pero los huesos de aceituna resultan más baratos, ya que no necesitan un proceso de fabricación y cuentan con una gran producción en España. De hecho, si se considera cuánto cuesta producir un kilovatio hora (kWh) de energía a través de los distintos combustibles disponibles en el mercado, los huesos de aceitunas resultan claramente ganadores, con 0,04 euros. Le siguen los pellets, con 0,057 euros, el gas natural (0,06), el butano (0,08), el gasoil (0,1), y la electricidad (0,157). En el polo opuesto se encuentra la parafina, que cuesta 0,18 euros por cada kWh producido, según cálculos de la OCU.
Si la mirada se pone en los sistemas de calefacción, el más barato es la bomba de calor, es decir, un aparato de aire acondicionado reversible, que enfría en verano y calienta en invierno. Su alta eficiencia hace que utilizarlo para calentar una vivienda de 90 metros cuadrados durante un mes de invierno cueste 29 euros, casi cuatro veces menos que la solución más cara, eso es, la estufa de parafina (114 euros). La OCU calcula que generar calor para la misma vivienda en el mismo lapso de tiempo con pellet valdría unos 36 euros, algo menos que con gas natural (37 euros). No obstante, puesto que dispersar el calor producido por una estufa de este tipo por todas las estancias de una casa puede resultar algo complicado o caro, Izverniceanu aconseja acoplar este sistema con una bomba de calor.
La ventaja será conferir mayor estabilidad a la temperatura en la casa que usando la bomba de calor sola, ya que la estufa de pellets retiene el calor durante más tiempo. “Esta combinación es más económica que una caldera de gasóleo y un 25% más eficiente que los radiadores eléctricos, y se puede usar en zonas donde no hay suministro de gas canalizado o natural”, destaca Izverniceanu.
Generación renovable
Para el arquitecto Jorge Sanfulgencio, del estudio Arrevol, sin embargo, la biomasa presenta desventajas “abundantes”. “Al estar mucho menos extendido que otras alternativas para generación de calefacción, hay localidades que pueden tener dificultades para acceder a estos combustibles. Además, estos sistemas requieren más espacio que otras instalaciones equivalentes, no ofrecen generación instantánea de agua caliente sanitaria, por lo que es recomendable usar depósitos de inercia o interacumuladores y, aunque se considera que tienen emisiones de CO₂ neutras, las calderas sí contaminan con la combustión de la biomasa. Por no hablar de que la carga del combustible tiene que ser manual cada cierto tiempo, a diferencia de los sistemas eléctricos o de gas”, desgrana.
Pese a admitir que ninguno de estos inconvenientes es realmente grave y que, con toda probabilidad, se solucionarán en el futuro, afirma que “existen alternativas más eficientes y económicas”, ya que, si es verdad que la biomasa es dos o tres veces más barata que el gas o la electricidad, “por desgracia, la instalación y el mantenimiento suelen ser más caros, por lo que el ahorro no es tan significativo”.
En palabras de Sanfulgencio, “una buena alternativa para calefactar y también refrigerar nuestra vivienda, logrando una gran eficiencia energética y un buen ahorro económico, es la instalación de una aerotermia (bomba de calor) combinada con algún sistema de generación de energía renovable como, por ejemplo, placas fotovoltaicas”.
De todas formas, Izverniceanu opina que, “en los últimos años, el desarrollo tecnológico de calderas y estufas de biomasa hace que se puedan adquirir equipos con un alto grado de eficiencia y unos niveles de emisiones muy inferiores a los de antes”. El precio de un equipo de buena calidad para pellets suele oscilar entre 1.500 euros y 2.500 euros. La instalación supone unos 400 o 500 euros adicionales, calculan desde la OCU.