El Banco de España mejora sus previsiones de crecimiento y empleo para 2021 por la llegada de la vacuna
La entidad es menos optimista que el Gobierno sobre la absorción de los fondos europeos y su capacidad de impulsar la economía
Tres meses después de la última riada de previsiones del Banco de España, el estado de ánimo ha dado un vuelco: el inminente comienzo de las vacunaciones ha teñido de optimismo los mercados y promete un horizonte de regreso a la normalidad. Eso se ha traducido a los números. El supervisor ha mejorado este viernes sus perspectivas para el crecimiento y el empleo en 2021 y 2022. El PIB subirá el año que viene entre el 4,2% y el 8,6%, por encima del...
Tres meses después de la última riada de previsiones del Banco de España, el estado de ánimo ha dado un vuelco: el inminente comienzo de las vacunaciones ha teñido de optimismo los mercados y promete un horizonte de regreso a la normalidad. Eso se ha traducido a los números. El supervisor ha mejorado este viernes sus perspectivas para el crecimiento y el empleo en 2021 y 2022. El PIB subirá el año que viene entre el 4,2% y el 8,6%, por encima del rebote de la horquilla del 4,1% y el 7,3% que manejaba anteriormente, aunque menos de lo esperado por el Gobierno (9,8%). Para el siguiente, la tendencia también es más favorable: la actividad avanzará entre el 3,9% y el 4,8%, frente al rango de 1,9%-3,3% en que se movían hasta ahora sus predicciones. “Somos más optimistas sobre la velocidad a la que pueden estar las vacunas”, ha señalado Óscar Arce, director general de Economía y Estadística del Banco de España.
En su escenario central, la entidad contempla que “la distribución, a partir del comienzo de 2021, de una solución médica efectiva permitiría una reducción gradual de las medidas de contención hasta su desaparición plena al inicio de 2022″. Esa hipótesis incluye rebrotes puntuales que afectarían a la hostelería y al ocio, pero en menor medida al resto. Pese a la mayor pujanza de la reactivación, esta será todavía insuficiente para recuperar todas las plumas: el organismo espera que la economía vuelva a niveles precovid a mediados de 2023.
El repunte, según cita la entidad, está apoyado por otros factores. La financiación barata gracias a los estímulos del Banco Central Europeo está reduciendo los intereses que paga España —este jueves cobró por su deuda a diez años por primera vez en su historia—, los precios de la energía están subiendo, pero siguen contenidos, la corrección al alza del PIB del segundo trimestre y la sorpresa positiva del tercero propiciaron una inercia menos adversa, y se han incorporado a la ecuación proyectos de gasto utilizando los fondos europeos, si bien esperan que tenga un efecto multiplicador por debajo de uno, menor al del Gobierno, y que su absorción sea más lenta de la que prevé el Ejecutivo, por debajo del 60% para 2021, con lo que su incidencia en el PIB sería la mitad a la prevista por Moncloa para ese año (1,3% frente a 2,6%).
El impacto de todos ellos es sin embargo menor si se compara con la gran inmunización. La vacunación debe convertir restricciones y encierros en una pesadilla del pasado, sacar de su letargo a las exportaciones, reactivar el consumo privado y permitir la vuelta del turismo. El banco reconoce que “subsisten las incertidumbres” sobre cuándo se podrá superar por completo la crisis sanitaria, por eso acompaña su tesis principal de otras dos. Una más favorable, donde la vacuna se distribuye de forma rápida y con éxito haciendo innecesarias nuevas medidas de contención y propulsando el consumo gracias en parte al desembalse progresivo del cuantioso ahorro de las familias. “Los hogares tenderán a mantener hasta finales de 2023 una tasa de ahorro relativamente elevada, aunque considerablemente inferior a la observada en 2020″.
Y otra más negativa, en la que la enfermedad regrese con fuerza, se impongan más restricciones, la inmunidad se retrase, y el deterioro de empresas y familias afecte al sector financiero. “Bajo cualquiera de los tres escenarios considerados de evolución de la pandemia, la fuerte contracción del PIB en 2020 iría seguida de una recuperación relativamente intensa en los tres años posteriores, aunque la crisis dejaría efectos persistentes sobre los niveles de actividad”, advierte. Para 2023, el último año que cubren sus previsiones, el PIB se estabilizaría entre el 1,5% y el 1,9%, un aterrizaje suave desde el que caminar hacia tasas más normales tras la alta volatilidad de la pandemia.
Entre los problemas extra que pueden alterar la actividad hay riesgos geopolíticos como un Brexit sin acuerdo y la actitud de la nueva Administración estadounidense sobre el multilateralismo y el comercio, en principio más favorable a la mano tendida que la de Donald Trump. También temores sobre las condiciones financieras del sector privado e incertidumbre sobre la capacidad de ejecutar los fondos europeos.
A corto plazo, el Banco de España es más pesimista que el Gobierno de Pedro Sánchez: cree que en el cuarto trimestre el PIB oscilará entre un progreso del 0,6% y una caída del 3% por la irrupción de la segunda ola, que en España empezó antes que en la mayoría de socios, con casos preocupantes como el de Alemania, sumida ahora en lo más cruento de la pandemia. “Los indicadores de movilidad procedentes de redes de telefonía móvil y de tráfico por carretera y vía aérea muestran un debilitamiento en el cuarto trimestre (aunque menos acusado que en otras economías europeas)”, señala.
El Gobierno, en cambio, espera repetir la sorpresa positiva del tercer trimestre, cuando el PIB pulverizó todas las previsiones. Esta semana, el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, predijo un avance del 2,4% basándose en los datos de afiliaciones, y su homóloga de Economía, Nadia Calviño, viene repitiendo el mensaje de que España no acabará el año en negativo. Arce recordó que el análisis del Banco de España abarca datos hasta finales de noviembre, y no quiso polemizar sobre ese fuerte contraste con las cifras del Gobierno: “¿Nos podríamos ir a números peores o mejores? Me temo que sí, no es descartable”, admitió.
La pandemia ha convertido el ejercicio de predecir el futuro de la economía en un arte emparentado con la brujería. Los rápidos cambios de normas y restricciones por parte de las autoridades han vuelto los cálculos frágiles, como es fácilmente comprobable con un vistazo a las hemerotecas.
Pase lo que pase, el supervisor deja claro que España se comportará peor que la media de la zona euro en 2020, tras un segundo trimestre nefasto con uno de los confinamientos más severos de Europa, y estima una caída del PIB este año del 11,1%.
El desempleo tocará techo en 2021 y puede superar el 20%
El shock para el empleo también se amortigua. El intervalo que maneja el banco es ahora de entre el 17,1% y el 20,5% de paro para 2021, cuando tocaría techo coincidiendo con el fin de los ERTE. Antes, en septiembre, auguraba un desempleo de entre el 19,4%-22,1%. Pese al cambio, España seguiría a la cola de la UE junto a Grecia, y tiene todavía por delante una larga travesía hasta recuperar las tasas previas a la crisis, que en un escenario favorable no volverían hasta 2023. El cuadro es bastante más optimista que el del Fondo Monetario Internacional, que no espera esa recuperación del empleo hasta 2026, pero tiene letra pequeña. Los confinamientos han acentuado cambios de hábitos como el aumento de la cuota del comercio electrónico, y los sectores de ocio, hostelería y restauración han vivido un huracán sin precedentes. “La crisis dejará un impacto negativo sobre la fuerza laboral, en la medida en que, a pesar del recurso a los ERTE y a los programas de cese de actividad de los trabajadores autónomos, existirán puestos de trabajo que no superarán la crisis y que darán lugar a un cierto aumento del desempleo de larga duración”, alerta el banco.
A diferencia de lo sucedido en otras crisis, en esta, la mano del Estado ha demostrado ser alargada, pero la intervención pública será, en muchos casos, insuficiente. “Las medidas para evitar las insolvencias empresariales puedan no ser capaces de impedir que, en algunos casos, y con distinta intensidad según el escenario considerado, se materialicen situaciones de quiebra”.
Con las administraciones recurriendo a montañas de deuda para sufragar el impacto de la crisis, el pasivo seguirá su escalada imparable, aunque más lenta. El supervisor esperaba en septiembre que, en el peor de los casos, se alcanzara el 128% de deuda en 2022, y ahora retrasa esa cota hasta 2023, cuando el déficit seguirá todavía alto, en el 4,5%, aunque lejos de su techo de este año, del 10,5%, gracias a la progresiva retirada del salvavidas público.
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