Un negocio que germina

Equinocol produce alimentos de alto valor nutritivo en contenedores reciclados para dar de comer a los herbívoros

Alimento de Equinocol para caballos.MonicaBarrio 2014

Producir de forma sostenible es, sin duda, uno de los retos más importantes a los que se enfrenta el planeta. Con esa idea nació Equinocol, una compañía fundada por Beatriz Jiménez en 2014, ubicada en la localidad madrileña de Cercedilla, fruto de su pasión equina. Durante siete años estudió los problemas de cólicos que afectan a casi todos los animales herbívoros (cabras, ovejas…), en colabor...

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Producir de forma sostenible es, sin duda, uno de los retos más importantes a los que se enfrenta el planeta. Con esa idea nació Equinocol, una compañía fundada por Beatriz Jiménez en 2014, ubicada en la localidad madrileña de Cercedilla, fruto de su pasión equina. Durante siete años estudió los problemas de cólicos que afectan a casi todos los animales herbívoros (cabras, ovejas…), en colaboración con el Departamento de Agricultura de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Estudios que derivaron en la creación de Equinocol, una pequeña “fábrica”, en la que invirtió 12.000 euros, para producir germinados; un alimento funcional a partir de semillas, similar a la hierba, que paliaría este problema en los herbívoros. “No es un producto nuevo, pero le hemos dado una vuelta de tuerca. Por un lado, seleccionamos las semillas para que tengan todos los nutrientes necesarios y, por otro, los animales los toman en fresco, no en seco como el pienso, causante de muchos problemas digestivos. Esto hace que la leche que producen las cabras o las ovejas sea de mejor calidad y el producto que se elabora con ella, como queso o yogur, también”, explica Jiménez.

Una producción que tuvo un comienzo complicado. “Fue horrible. Presentábamos el producto y la respuesta era: ‘¿No se morirá mi animal al comer esto?’. Cuando lo que estábamos ofreciendo era una alimentación natural, fresca e hidratada, parecida a la que comerían si vivieran en libertad”, recuerda Jiménez. Con el empeño de su fundadora, la empresa lleva un año de producción y se ha certificado en agricultura ecológica. Estos germinados se cultivan sin productos químicos y crecen en unas cámaras que ha creado a partir de contenedores reciclados de unos 30 metros cuadrados, por los que paga alrededor de 35.000 euros por pieza. Su altura, de 2,5 metros, permite apilar en su interior y en vertical las bandejas donde crecen las semillas germinadas. Actualmente cuenta con cuatro, que producen unos 1.200 kilos al día cada uno.

Tiene un empleado y su facturación en 2019 se acercó a los 69.000 euros. Unos ingresos que de momento le llegan por la venta de estos germinados a empresas como Suerte Ampanera, dedicada a la producción de queso o yogur de cabra, y también al Hipódromo de Madrid o a hípicas de la zona.

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