El ahorro de costes y el precio, claves del éxito de la fusión de ‘CaixaBankia’
La operación enfila su recta final con tantos condicionantes políticos como financieros
El miércoles se decide la creación del mayor banco en España, la unión de CaixaBank con Bankia, con 660.000 millones en activos, el 25% del total del sector. Pero esta operación, impulsada por el BCE y después por el Gobierno, busca recuperar la rentabilidad perdida gracias al recorte de gastos por lo que podría prescindir de unos 8.000 empleados, un 15,5% de la plantilla. El Ejecutivo quiere evitar grandes despidos, pero si CaixaBank no mete la tijera, reducirá la prima, el precio que pagará al Estado. El valor que aporta Bankia se sustenta en los 24.000 millones de ayudas públicas que recibió y que se perderán en su mayoría.
La banca vive un ciclo sin fin de fusiones. Hace 32 años, en 1988, se produjo la primera de la era moderna: el Banco Bilbao se unió al Banco Vizcaya para crear la entidad líder, el BBV. José Ignacio Goirigolzarri ya vivió ese terremoto en primera línea porque llevaba 11 años trabajando en el Bilbao. Tres décadas después, el directivo bilbaíno protagoniza la última gran fusión bajo su presidencia, la posible venta de Bankia a CaixaBank. También ahora se crearía un líder en España.
Hace 32 años se justificó la operación por la necesidad de buscar tamaño, solvencia y rentabilidad reduciendo plantilla y oficinas; los mismos objetivos de CaixaBankia, lo que evidencia el ciclo permanente en el que viven los bancos, como demuestra que el nuevo gigante sea el resultado de la unión de 18 cajas de ahorros y bancos. La diferencia es que ahora la entidad resultante será 13 veces más grande de lo que fue el BBV, reflejo de lo que ha crecido la economía española y el sector.
Las cifras impresionan: CaixaBankia tendrá el 31,4% de los créditos a la clientela y el 28,1% de los depósitos, según datos de junio pasado. Contará con unas 6.700 oficinas (el 28% del total) y más de 51.500 empleados (29% del total).
Pero ser grande no conlleva ser rentable, como advierten los supervisores. Según el informe del BCE, Rentabilidad bancaria de la zona del euro: ¿dónde puede ayudar la consolidación? de noviembre de 2019, “el problema común de la ineficiencia de costos parece más pronunciado para los bancos más grandes y para los más pequeños”. Y señala a “los bancos que padecen una combinación de problemas, costos elevados y falta de ingresos” como los que están en una situación más delicada.
La caída de márgenes ya era un problema desde hace años (en 2016 el euríbor entró en terreno negativo), pero la crisis económica provocada por la pandemia ha impuesto un descenso de los ingresos y una subida de la morosidad a medio plazo. Otra vez la tormenta perfecta que recuerda a 2008, pero con mucho más capital y, por lo tanto, solvencia. No obstante, según fuentes financieras que piden el anonimato, CaixaBank y Bankia, entre otras entidades, entrarían en pérdidas en 2021 si no firman la fusión.
También la agencia de calificación Moody´s insiste en la idea de que ser grande no es sinónimo de eficiente ni rentable. La semana pasada indicó que la ratio de eficiencia estimada de la fusionada sería del 57%, “un indicador pobre comparado con el promedio del sistema español, que se sitúa en el 50,1%”.
Nadie duda del primer reto de la fusión: el adelgazamiento forzoso. Y puede que la Comisión de la Competencia lo incentive al exigir cierres en algunas regiones con excesiva presencia. En Cataluña, Madrid y Andalucía agrupan más de 3.000 oficinas. Se especula con la salida de 8.000 a 10.000 trabajadores mediante prejubilaciones y despidos incentivados en varios ejercicios. Pero el Gobierno, que acaba de presentar un plan para penalizar las prejubilaciones, no verá bien que en plena crisis haya salidas masivas del banco en el que es el segundo mayor accionista.
Sin embargo, el valor de la participación del Estado es más alto cuanto más se ajusten los gastos. Y eso repercute en otro factor esencial: cuánto se va a pagar por las acciones de Bankia, la prima de control. Como apunta Íñigo Vega, experto de la firma de análisis Nau-Securities, “el recorte de gastos determinará la prima que se pague y lo que cobre el Estado”. El Gobierno no quiere malvender Bankia para recuperar parte de los 24.000 millones de ayudas públicas, pero entonces deberá asumir el coste social de los despidos con la presión que eso supondrá de Unidas Podemos. La Fundación La Caixa, presidida por Isidro Fainé, ha puesto como condición controlar el 30% del nuevo banco por razones fiscales, lo que condiciona el canje y mete más presión a la negociación.
El futuro de las ayudas
Precisamente esas ayudas del contribuyente llevan a otra de las claves de la fusión: la generación del fondo de comercio negativo (badwill), que se produce al comprar un activo por debajo de su valor en libros. El bajísimo precio en Bolsa de Bankia provocará que suceda en esta operación. Los analistas estiman que se podrían generar unos 8.000 millones de recursos con los que se pagarían los 3.000 millones que se puedan gastar en despidos. También servirá para provisionar la morosidad de la crisis de la covid-19, que puede ser elevada.
Algunas fuentes consideran que esta situación provocará un hecho contradictorio y es que las ayudas del Estado dan valor al banco fusionado controlado por CaixaBank, al tiempo que la perspectiva de que se recuperen para el erario es baja.
Estas complejas decisiones se tomarán desde el nuevo puente de mando, con directivos con gran experiencia (y éxito) en las fusiones. No será fácil y nadie garantiza que no salten chispas, en la convivencia entre Goirigolzarri y Fainé. Sin duda, el directivo vasco utilizará su experiencia en la fusión del Bilbao y el Vizcaya, así como en otras 30 más en las que participó. Hay mucho en juego.