El sector aceitero vuelve a ponerse en pie de guerra por las importaciones irregulares
Las grandes compañías envasadoras usan los puertos para traer el producto de terceros países y forzar la bajada de precios
“Hay gente que gana mucho dinero importando producto de fuera y vendiendo más barato”. Juan Luis Ávila, agricultor y responsable del Aceite de Oliva de la COAG, pone el dedo en la llaga cuando se le pregunta quién se beneficia de las importaciones masivas y sin control de aceite y otros productos agrícolas. En su opinión, son las grandes compañías e industrias envasadoras ...
“Hay gente que gana mucho dinero importando producto de fuera y vendiendo más barato”. Juan Luis Ávila, agricultor y responsable del Aceite de Oliva de la COAG, pone el dedo en la llaga cuando se le pregunta quién se beneficia de las importaciones masivas y sin control de aceite y otros productos agrícolas. En su opinión, son las grandes compañías e industrias envasadoras las que utilizan la importación de terceros países como estrategia para forzar la bajada de precios.
Junto a COAG, las organizaciones Asaja, UPA y Cooperativas Agro-alimentarias han retomado en las últimas semanas las movilizaciones que dejaron en suspenso con la declaración del estado de alarma. Denuncian la “situación de ruina” que padecen los agricultores por los precios en origen, que en sectores como en el aceite de oliva mantienen cotizaciones similares a los de hace una década. El sector reanudará sus manifestaciones el 7 de agosto con una concentración en la Sierra de Segura (Jaén) en defensa del olivar tradicional, el más castigado.
Las reivindicaciones llegaron ya a Algeciras (Cádiz), donde exigieron una frontera única y una política aduanera común en toda la UE. “Queremos un reglamento estricto, riguroso, que penalice y controle todos los puertos europeos, para que lo que no pueda entrar por Algeciras o Valencia tampoco entre por Róterdam o cualquier otro puerto”, indican.
Según la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA), en los últimos meses se han importado casi 200.000 toneladas de aceite de oliva de terceros países, principalmente Túnez. Sin embargo, Ávila sostiene que “resulta imposible encontrar una botella de ese aceite en un lineal de un supermercado donde aparezca en la etiqueta aceite de oliva extracomunitario”. Eso sí, la polémica de las importaciones llega cuando la comercialización de aceite alcanzó en junio su cifra más alta en este mes de los últimos años, con 120.000 toneladas vendidas (144.000 toneladas incluyendo las importaciones).
Las organizaciones agrarias han pedido al Ministerio de Agricultura que solicite a Bruselas la paralización del tráfico de perfeccionamiento activo. Este mecanismo hace que no compute como extracomunitario el aceite que entra por un puerto europeo. Creen que el reglamento comunitario contiene cláusulas de salvaguarda que permiten paralizar contingentes de terceros países. De momento, Agricultura ha ordenado no almacenar aceite importado en las instalaciones del Patrimonio Comunal Olivarero, la fundación que reúne a organismos públicos y asociaciones sectoriales.
Las cooperativas solicitaron a la Autoridad Portuaria de Algeciras más control de las importaciones y reclaman el cumplimiento estricto de los acuerdos comerciales, tanto en fechas, como en cupos y calidades en fechas, cupos y calidades. También alertan del riesgo de firmar nuevos acuerdos comerciales y demandan que esa firma se condicione a la realización de estudios previos de impacto sobre la agricultura y el cumplimiento de los principios de preferencia comunitaria (primero lo producido en la UE) y de reciprocidad.
De igual modo, se pide a las comunidades autónomas que controlen la trazabilidad de los aceites, de dónde vienen y dónde van. Y a los supermercados y grandes cadenas de distribución (que concentran la mayor parte de ventas) que dejen claro aquellos aceites de oliva cuyo origen realmente es España, como empieza a suceder ya con frutas y hortalizas.
Para revertir la situación, Agricultura estudia la reforma de la Ley de Cadena Alimentaria, estableciendo un referencial de costes de producción a partir de los cuales no podría liquidarse el aceite en origen. Sin embargo, organizaciones agrarias denuncian que las principales industrias compradoras coaccionan a las cooperativas para que vendan por debajo de costes. “Si alguien quiere infringir o coaccionar, lo que debe hacer el vendedor es denunciar”, respondió el ministro, Luis Planas, en un acto el pasado julio.
El impacto de los aranceles
Por si fuera poco, el sector oleícola sufre también el impacto de los aranceles del 25% de Estados Unidos al aceite de oliva envasado. Hasta su imposición, en octubre pasado, Estados Unidos era el segundo país importador de aceite de oliva de España, por detrás solo de Italia, con compras anuales en torno a 115.000 toneladas (60.000 de ellas envasadas). Pero ahora se estima que las ventas han caído un 92% en aquel país volviendo a niveles de 1989. “Los aranceles están provocando una debacle en el sector y echando por tierra el trabajo y las inversiones de los últimos treinta años”, ha indicado Cristóbal Gallego, presidente de la sectorial de Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias. Y añade que fruto de estos aranceles se están beneficiando países competidores de la propia Unión Europea (lo que pone en cuestión la existencia de un mercado único) y países terceros como Túnez,
Y, ante la revisión prevista para mediados de agosto, cunde el temor a que los aranceles se extiendan al aceite a granel (“el impacto sería mucho mayor”, avisa Manuel Parras, presidente de la IGP Aceite de Jaén) y también que aumenten para la aceituna de mesa hasta el 100% del valor del producto., Cooperativas Agroalimentarias y la Asociación de Exportadores e Industriales de Aceituna de Mesa (Asemesa) han puesto en marcha una campaña solicitando el apoyo de todos los ayuntamientos y diputaciones de las zonas productoras.
El sector de la aceituna de mesa español es líder mundial en producción y comercialización, con un volumen de facturación superior a los 1.700 millones de euros. Durante las últimas décadas, el mercado de Estados Unidos ha sido una de sus principales apuestas, con unas exportaciones anuales de 100.000 toneladas de aceituna de mesa. Sin embargo, las políticas proteccionistas del Gobierno de Donald Trump derivaron, a mediados de 2018, en una aplicación de aranceles del 34,75% sobre la aceituna negra originaria de España. Y en octubre de 2019 entraron en vigor nuevos aranceles sobre la aceituna verde y semiprocesada de origen español, gravada a partir de entonces con un 25% de arancel.