Cataluña desbancada

La globalización, la menor inversión estatal y, sobre todo, el ‘procés’ encumbran a Madrid

David Zorrakino / Europa Press

Madrid da el sorpasso a Cataluña por segunda vez como locomotora económica de España. La última fue en 2012/2013, al rebotar la Gran Recesión, pero el tirón exportador y turístico posterior le devolvió la primogenitura. Ahora, en el bienio 2018/2019 se ha repetido aquel adelanto. Esta vez es más probable que Cataluña quede desbancada largo tie...

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Madrid da el sorpasso a Cataluña por segunda vez como locomotora económica de España. La última fue en 2012/2013, al rebotar la Gran Recesión, pero el tirón exportador y turístico posterior le devolvió la primogenitura. Ahora, en el bienio 2018/2019 se ha repetido aquel adelanto. Esta vez es más probable que Cataluña quede desbancada largo tiempo del liderazgo, en perjuicio de sí misma y del equilibrio competitivo en España.

Ocurre que no solo es que la aportación de Madrid al PIB español (19,2% en 2019) superase a la de Cataluña (19%) en 3.139 millones de euros, al crecer más (un 2,5%) que esta (un 1,8%). También que Cataluña creció menos que la media nacional (2%). Y fue la ¡novena! comunidad en esta clasificación.

La región capitalina se comportó mejor; la mediterránea, peor. Y para más inri se trató de un buen ejercicio (el 2% global), lo que suele favorecer a la economía catalana por ser vanguardia industrial que la adelanta al ciclo, mientras las vacas flacas (como este año) le sientan peor.

Algunas justificaciones nacionalistas a esa pérdida de peso son intelectualmente irrelevantes. Les pasa a todas las explicaciones basadas en hechos instalados desde hace tiempo. Y pues, que constituyen datos constantes y tendencias consolidadas inútiles para radiografiar un cambio de situación.

Se alega que Madrid atrae exponencialmente su empuje de la España vaciada (creció 14 puntos de PIB de 2008 a 2019); pero antes (en los veinte, los sesenta, los ochenta) Cataluña también lo hacía, y ahora la centrifuga. O se alude al crónico déficit público catalán (o la asfixia financiera, o en versión rococó, el “España nos roba”), pero es de casi toda la vida. Amén de que el de la región central alcanza niveles similares, y según algunos cálculos (los del Sistema de Cuentas Públicas Territorializadas) lo duplica: ¿Acaso roba Madrid a Madrid?

Concurren al sorpasso factores más objetivos. La globalización favorece la concentración económica en las capitales, salvo corrección pública. El comercio internacional se desaceleró en los dos últimos años, dañando relativamente más a Cataluña por su propensión exportadora. La inversión estatal real (no la presupuestada) en el periodo 2014/19 es desequilibrada: Madrid, 5.365 millones; Cataluña, 3.850 (La Vanguardia, 6/7/20). Y la competencia fiscal desleal del conservadurismo madrileño actúa como papel secante del resto, deslocalizándolo.

Y otro, más provinciano y determinante, porque es lo nuevo: el ensimismamiento del procés. Este recoge los frutos de la continuada expulsión relativa de la inversión exterior que antes se atraía. En Cataluña cayó un 11,7% en 2019, mientras en Madrid aumentaba un 125%.

El permanente vacío oficial a las empresas catalanas que desde otoño de 2017 trasladaron su sede para evitar las disrupciones secesionistas continúa mellando el crecimiento potencial. Este se vincula cada vez más a los grandes consorcios; en el sector servicios; con alto valor añadido; servido por empleos, sobre todo directivos, mejor pagados. Justo lo que se fue y no tiene trazas de volver.

La concomitante renuncia de la actual Generalitat a influir en el Estado desnuda además a Cataluña de la mejor iniciativa en políticas públicas. Como factor multiplicador de la economía catalana destacó en años pasados su atracción de sedes de organismos españoles.

Son muestras el Centro Nacional de Microelectrónica, el Sincrotón Alba; el Centro Nacional de Análisis Genómico, la Comisión Nacional de Mercado de Telecomunicaciones, el Instituto de Análisis Económico o el Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial, recopilaba recientemente el nada sospechoso Andreu Mas-Colell (Ara, 15/6/2020). Ese flujo se angostó. Desde que se trató como enemigo al Estado que lo posibilitaba.

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