Una ‘vieja dama’ sin tabúes económicos

El Banco de Inglaterra derriba dogmas económicos centenarios para enfrentarse a la crisis económica

Sede del Banco de Inglaterra, en Londres.Matt Dunham (AP)

"The Old Lady of Threadneedle Street”, esa vieja dama llamada Banco de Inglaterra, ha perdido todos los tabúes a la hora de enfrentarse al coronavirus. Dosis masivas de quantitative easing (QE) primero. Luego, barra libre al Tesoro para que cubra sus necesidades de liquidez, aún a riesgo de monetizar la economía. Ahora, incluso la posibilidad de colocar el tipo de interés de referencia en negativo por primera vez en sus 325 años de historia.

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"The Old Lady of Threadneedle Street”, esa vieja dama llamada Banco de Inglaterra, ha perdido todos los tabúes a la hora de enfrentarse al coronavirus. Dosis masivas de quantitative easing (QE) primero. Luego, barra libre al Tesoro para que cubra sus necesidades de liquidez, aún a riesgo de monetizar la economía. Ahora, incluso la posibilidad de colocar el tipo de interés de referencia en negativo por primera vez en sus 325 años de historia.

El organismo financiero estima que el PIB británico ha caído tres puntos en el primer trimestre de este año y caerá todavía más entre abril y junio. Que la inflación se desplomará al 0,5% en 2021. Y que el déficit de liquidez de las empresas británicas, que en condiciones normales se eleva a 80.000 millones de libras (89.100 millones de euros), alcanzará ahora los 190.000 millones. Pero augura también una rápida recuperación en forma de V en la segunda mitad del año y a lo largo de 2021, que algunos analistas consideran más un deseo que un pronóstico.

El Tesoro y el Banco de Inglaterra se han puesto a trabajar codo con codo frente al coronavirus. El Tesoro ha aprobado una larga lista de medidas de gasto que pueden provocar un déficit presupuestario de hasta 350.000 millones de libras. La misión del Banco de Inglaterra es aliviar el escozor que ese déficit puede provocar al Tesoro y empezó en marzo con un paquete de 200.000 millones de libras para la expansión cuantitativa. La City espera un segundo paquete adicional de 100.000 millones en junio o a lo largo del verano.

En abril, el gobernador, Andrew Bailey, puso a disposición del Tesoro el acceso sin límites al llamado Ways and Means, un mecanismo de descubierto perpetuo que permite al Gobierno cubrir sus necesidades urgentes de liquidez y que normalmente no alcanza los 400 millones de libras. La cara de esa moneda es que alivia las presiones al Tesoro a la hora de recurrir a las subastas de bonos. La cruz es que rompe uno de los tabúes de los bancos centrales, la llamada monetización de la deuda. Es decir, poner en marcha la impresora de dinero para financiar la deuda del Estado, algo que tiene el potencial de crear más inflación de la deseada y puede socavar una de las principales herramientas del banco emisor: su independencia frente al Gobierno.

Pero la City está tranquila porque, según un banquero, “independencia no significa decir que no a la monetización, sino saber que puedes decir sí o no”. Muchos analistas creen que la decisión de dar al Tesoro un descubierto sin límites tiene menos relevancia de la que se le ha dado. “El Banco de Inglaterra ha confirmado que si el Gobierno hace uso del Ways and Means va a ser por un periodo corto y va a devolver el dinero enseguida”, dice David Owen, economista jefe de Jefferies para Europa. “Los datos se publican cada semana y las cifras nunca han variado de los 330 millones en los que se ha situado desde la crisis financiera, cuando alcanzó un máximo de 20.000 millones”, añade.

Algunos ven un paso en la buena dirección. Así lo piensa Positive Money, una organización que promueve “una economía justa, democrática y sostenible” y que opina que ahora, al permitir al Tesoro gastar sin incrementar la deuda pública, “los políticos se han quedado sin argumentos para justificar eventuales recortes de gasto público cuando pase la crisis”. Sin embargo, ni siquiera la City espera recortes de gasto cuando pase la crisis. David Owen pronostica “un Estado más grande, mayores tasas de endeudamiento y subidas de impuestos”.

Peter Dixon, economista sénior del Commerzbank, opina que el Reino Unido no tendrá una recuperación en V, sino más bien con la L de lenta. “El déficit público se reducirá de forma más lenta de lo que pronostican las previsiones oficiales actuales, pero no creo que eso exija otra ronda de austeridad, ni creo que lo aceptaran los votantes”, opina.

La monetización de la deuda no ha llegado con el coronavirus. Japón empezó hace más de dos décadas la compra masiva de bonos del Estado y ahora posee en torno al 47%. Su ejemplo ha cundido. La Reserva Federal de EE UU no compra deuda del Estado directamente pero sí lo hace a través de QE desde 2008. El Banco de Inglaterra empezó el QE en marzo de 2009 como respuesta a la crisis financiera pero ahora recurre de nuevo a ella para poder financiar las medidas de urgencia ante el coronavirus. Si a los 200.000 millones anunciados en marzo se unen otros 100.000 millones, el banco estará en posesión de 745.000 millones de libras en deuda del Tesoro, más que todos los fondos de pensiones y aseguradoras juntas, según los cálculos de David Smith, jefe de las páginas económicas del Sunday Times.

“No me creo ni que el Banco de Inglaterra esté usando el QE para subir la inflación ni que las compras de bonos sean para financiar el déficit porque se hacen de forma independiente del Gobierno”, enfatiza Peter Dixon. Pero concluye que lo realmente criticable de eso no es el fondo, sino las formas, no lo que hace el banco sino cómo lo justifica. “Podemos ser más críticos con las comunicaciones del banco que con sus actos”, concluye el economista del Commerzbank.

Próxima parada

Ahora se suma a todo eso la posibilidad de recurrir a los tipos de interés negativos. No de forma puntual en subastas (ya se hizo tras el referéndum del Brexit), sino en el tipo central de referencia del Banco de Inglaterra, algo que no ha ocurrido nunca. El gobernador Bailey renegó de esa posibilidad apenas unos días antes de anunciar esa opción en una comparecencia parlamentaria el pasado 20 de mayo. “He cambiado un poco de opinión”, respondió cuando un parlamentario le preguntó sobre su posición en ese tema. Y admitió que el banco ha estado “estudiando con mucho cuidado la experiencia de otros bancos centrales que han utilizado tipos negativos”. Pero puntualizó que el uso o no de esa medida no se va a decidir de forma inmediata y que el banco quiere antes “estudiar cómo responde la economía a los recortes que ya hemos efectuado”. El Banco de Inglaterra rebajó los tipos del 0,75% al 0,25% el 11 de marzo y una semana después los recortó al 0,1%, el nivel más bajo en toda la historia de la entidad.

La vieja dama no solo ha roto los tabúes. Tampoco le importa dar marcha atrás cuando eso es lo que hace falta.


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