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Cuando las empresas tienen que portarse bien… y parecerlo

El buen comportamiento de las corporaciones respecto a la naturaleza, la sociedad y sus empleados y consumidores se ha vuelto una cuestión clave

Las empresas que practican la inversión socialmente responsable invierten más allá de la búsqueda de rentabilidad financiera.

A los consumidores ya no les vale con que los productos o servicios que compran funcionen y sean lo más baratos posible. También quieren saber cómo se han fabricado, cómo se trata a los trabajadores y en qué invierten las empresas el dinero que cobran. El concepto que engloba las buenas prácticas corporativas es la responsabilidad social corporativa, que a su vez está relacionado con la inversión socialmente responsable, o ISR.

Las empresas que practican la ISR invierten más allá de la mera búsqueda de rentabilidad financiera, al añadirle dos elementos: ESG y sostenibilidad. ESG viene de medio ambiente (environment en inglés), Social y buen Gobierno, criterios que se aplican a la evaluación de las inversiones, porque con ellos dicha evaluación es más acertada y además, incluyen el impacto de dicha inversión en otros ámbitos. La sostenibilidad consiste en la supervivencia a largo plazo de las empresas en las que se invierte, así como el hecho de que el uso de los recursos actuales no los agoten para el futuro.

Los temas relacionados con el medio ambiente son los que vienen a la cabeza de cualquiera: el cambio climático, el consumo energético, la gestión y tratamiento de residuos, las emisiones contaminantes, etc. Así, compañías de sectores tan diversos como Rolex, Lego, Disney, Adidas o Microsoft desarrollan distintas iniciativas relacionadas con el entorno natural, o bien para producir menos residuos, o bien para utilizar energía de fuentes renovables, por ejemplo.

Incluso las compañías contaminantes por antonomasia, como las petroleras, están siendo más transparentes en cuanto a los efectos que producen sus emisiones en el calentamiento global, obligadas eso sí por sus accionistas. Es el caso de Exxon Mobile, Shell o Chevron.

Los temas relacionados con el medio ambiente son los que vienen a la cabeza de cualquiera.

Las preocupaciones sociales tienen que ver con los derechos humanos, el trabajo infantil, la salud y seguridad, la pobreza, la discapacidad, la desigualdad económica y social… o el acoso. Netflix, por ejemplo, está entre las compañías con mejor reputación al respecto por despedir al actor Kevin Spacey, protagonista de House of Cards y acusado por varias personas de acoso y abuso sexual, a pesar de los perjuicios que supuso a la empresa a nivel económico.

En cierto modo, esa medida puede englobarse también en el buen gobierno, que se refiere a las cuestiones propias de la empresa, como la calidad de gestión, la independencia, la transparencia, los conflictos de interés, la remuneración de los directivos y los empleados, las relaciones con los accionistas y los grupos de interés, las relaciones con los trabajadores…

Una de las cuestiones más en boga últimamente en este ámbito es la igualdad de sexos en la empresa, tanto a nivel salarial (por el mismo trabajo), como en representación en los órganos directivos. General Motors, por ejemplo, será desde el 4 de junio una de las pocas grandes empresas mundiales que tendrá más mujeres que hombres en su consejo de administración, y está dirigida además por una mujer, Mary Barra.

También los salarios de los empleados son protagonistas en ocasiones, como el año pasado, cuando Amazon subió el sueldo mínimo de los suyos después de campañas que llamaban al boicot de los consumidores.

¿En qué invierte mi dinero mi banco?

La inversión ISR interesa mucho a los inversores, pequeños o grandes, pero todo el mundo participa en la economía, sea o no inversor, y a todo el mundo le afecta la actividad empresarial, así que tiene motivos para interesarse en ella.

Por ejemplo, cualquier cliente de un banco, caja de ahorro o aseguradora está en su derecho de solicitar datos y preguntar: ¿a dónde va mi dinero? Y así podrá elegir dónde abrir una cuenta o dónde contratar su plan de pensiones en función del uso que la entidad vaya a dar a su capital.

De ahí surge la denominada banca ética, que invierte en economía real (es decir, no se dedica a especular con productos financieros) y en proyectos considerados positivos para la sociedad (se excluyen armamento, prostitución, tabaco, etc., y se priorizan otros como el comercio justo o la educación, que suelen ser menos rentables). Obviamente, el criterio de lo que es positivo socialmente puede variar entre unos usuarios y otros, así que está en manos de cada uno buscar la entidad que más se adapte a su visión del mundo.

Ejemplos de banca ética en España son Triodos Bank o Fiare, pero en general todas las entidades están dando más importancia a esa forma de invertir, y ofrecen productos o fondos que cumplen las condiciones para ser inversión ética, aunque no todo su catálogo las satisfaga.

También hay instituciones sin ánimo de lucro que se preocupan por esta nueva tendencia inversora y de consumo. Fundación MAPFRE, consciente de la importancia de las ISR para toda la sociedad, promueve acciones divulgativas a través de su página web, y participa en foros relacionados con este tema.

Esta noticia, patrocinada por Fundación Mapfre, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.

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