Análisis

América Latina se desacelera a dos velocidades

Se ve la diferencia entre los países que fueron prudentes durante el megaciclo de las materias primas y los que no

Los vientos de popa que ha disfrutado América Latina en los diez años comprendidos entre 2004 y 2013 —el continuado aumento de los precios de las materias primas, empujadas por China, y las favorables condiciones de financiación internacional— han amainado y no se espera que regresen pronto. Esto no quiere decir que se convertirán en vientos en contra, pues los precios de las materias primas se mantendrán encima de los que se observaron antes del 2003 y las condiciones de financiación internacional serán más favor...

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Los vientos de popa que ha disfrutado América Latina en los diez años comprendidos entre 2004 y 2013 —el continuado aumento de los precios de las materias primas, empujadas por China, y las favorables condiciones de financiación internacional— han amainado y no se espera que regresen pronto. Esto no quiere decir que se convertirán en vientos en contra, pues los precios de las materias primas se mantendrán encima de los que se observaron antes del 2003 y las condiciones de financiación internacional serán más favorables que antes de la gran crisis de 2008-9 todavía durante un tiempo. Lo que sí es cierto es que la región (sobre todo Sudamérica) ya no va a disfrutar de ese empuje externo al crecimiento, y eso se ha reflejado en una desaceleración que cumplirá cuatro años en 2015.

Esta desaceleración está llevando a un estancamiento de la actividad en la región. Si tomamos a América Latina como un todo, la actividad económica este año caerá 0,3%. El 2016 no será mucho mejor, pues se anticipa un crecimiento de sólo 0,3%. Es decir, una actividad plana en 2015-16 y el encadenamiento de tres años (del 2014 al 2016) en que la región crece por debajo de la OCDE. Así, será la primera vez en 15 años en que se amplía la brecha de renta entre la región y los países avanzados, algo que había evitado incluso durante la crisis global de 2008-9.

Con todo, la región se está desacelerando a dos velocidades. Por un lado, los países de la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile) mantendrán, en conjunto, un crecimiento alrededor del 2,5% este año y el próximo. Sin duda, por debajo de su potencial (más cercano al 4%) pero comparable con el de las economías desarrolladas. Como contraste a la Alianza del Pacífico, Brasil experimentará este año una dura recesión, con una caída del PIB superior al 3% y la perspectiva de que el próximo año la actividad económica también se contraiga, con el riesgo de repetir la recesión de 2015. La recesión en Brasil constituye un fuerte lastre para el resto de países de Mercosur que, si bien no sufrirán una recesión, experimentarán un crecimiento bajo, menor que la Alianza del Pacífico. Estas dos velocidades reflejan países que, por un lado, siguieron políticas macroeconómicas prudentes durante el superciclo de precios de las materias primas y, por el otro, los que se excedieron en el empuje de políticas de demanda para sustentar el crecimiento.

Hacia delante, la recuperación de este bache a partir de 2017 también se producirá a dos velocidades, a no ser que se reconduzca la política económica en los países que optaron por la vía heterodoxa durante la década pasada. En cualquier caso, lo que sí empieza a aflorar con la pérdida de los vientos de popa es la constatación que el superciclo de materias primas no se aprovechó lo suficiente en la región para avanzar la agenda de reformas y aumentar la productividad. México ha sido de los primeros en avanzarla. El resto de países aún está a tiempo de hacerlo.

Juan M. Ruiz es economista jefe para América del Sur de BBVA Research.

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