Los inversores miran a la Casa Blanca

EE UU elige presidente y los analistas advierten del impacto de las urnas en la Bolsa

El presidente de EE UU, Barack Obama, en la Casa Blanca.PETE SOUZA

El próximo 6 de noviembre se celebrarán elecciones presidenciales en Estados Unidos. La atención de los inversores está ahora muy centrada en la crisis de la zona euro, pero, a medida que se aproximen los comicios, el nombre del próximo inquilino de la Casa Blanca será un factor de peso en el devenir de los mercados.

Bancos de inversión, gestoras y casas de Bolsa han empezado a publicar numerosos informes en los que analizan desde diferentes ángulos el impacto de las urnas en el precio de los activos. El primero de los puntos a analizar es el más obvio: quién tiene más posibilidades de ...

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El próximo 6 de noviembre se celebrarán elecciones presidenciales en Estados Unidos. La atención de los inversores está ahora muy centrada en la crisis de la zona euro, pero, a medida que se aproximen los comicios, el nombre del próximo inquilino de la Casa Blanca será un factor de peso en el devenir de los mercados.

Bancos de inversión, gestoras y casas de Bolsa han empezado a publicar numerosos informes en los que analizan desde diferentes ángulos el impacto de las urnas en el precio de los activos. El primero de los puntos a analizar es el más obvio: quién tiene más posibilidades de victoria. La mayoría de los analistas creen que en estos momentos el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, es favorito, pero nadie se atreve a descartar al aspirante republicano, Mitt Romney.

“Las encuestas señalan una apretada carrera por la presidencia. El resultado será altamente significativo no solo a corto plazo, sino también a largo plazo en cuestiones importantes como los derechos sociales y los impuestos”, señala Merrill Lynch Wealth Management en su última nota semanal. “Una victoria de Romney sería mejor vista por el mundo empresarial, ya que el peso de los ajustes recaería en el gasto público. El consenso del mercado, sin embargo, espera que el statu quo se mantenga: reelección de Obama, mayoría demócrata sin capacidad de bloqueo en el Senado y control republicano de la Cámara de Representantes”, añaden los expertos de esta entidad.

Uno de los aspectos donde hay más consenso es que la economía será clave en la elección presidencial. La historia está con Obama —desde la II Guerra Mundial solo tres presidentes, Ford, Carter y Bush padre, han perdido la reelección—, pero la coyuntura económica mantiene vivas las esperanzas de Romney: ningún presidente desde Franklin Delano Roosevelt ha sido reelegido con la tasa de desempleo por encima del 7,4% (actualmente es el 8,1%).

¿Una nueva ‘guerra fría’?

“Rusia y las elecciones en Estados Unidos”. Así se titula un informe recien cocinado por los expertos de Citi. En este trabajo los analistas del banco señalan que una victoria de Mitt Romney podría devolver una agenda “con un estilo propio de la guerra fría” a las relaciones entre Washington y Moscú. “Si gana Romney es probable ver un incremento de la prima de riesgo de Rusia, y una caída de hasta el 10% en su mercado bursátil”, avisan.

Citi señala que las dos diferencias entre los candidatos con respecto a Moscú residen en materia de defensa y energía. “Calculamos que dos tercios del capital flotante de la Bolsa rusa está en mano de inversores extranjeros y la mitad de estas acciones las tienen fondos estadounidenses. Un cambio en las relaciones de ambos países tiene un impacto en el mercado”, según la entidad. En este contexto, los expertos recomiendan apostar por las empresas de defensa rusas en caso de un triunfo republicano. “Las empresas en mayor riesgo son aquellas donde los inversores occidentales tienen más peso como Magnit, Novatek, MTS o Sberbank”.

“En nuestro escenario base, Obama ganará las elecciones con un margen modesto debido a la anémica situación de la economía. Si hubiese un empeoramiento de la coyuntura en los próximos meses sus opciones se pondrían en peligro”, señalan desde Citi. Los expertos de este banco, además, matizan que las opciones del candidato demócrata dependen menos de su campaña frente a Romney que de lo que suceda con la economía europea y china o de la situación en Irán.

Más allá del resultado de los comicios, el calendario electoral es una gran piedra en el camino para solucionar el denominado “abismo fiscal”. El sistema legislativo estadounidense establece que es el Congreso —y no el presidente— la institución que tiene el poder para determinar los impuestos y el gasto público. A comienzos de 2013 está previsto que entre en vigor el fin de varias exenciones fiscales y que se apliquen importantes recortes en el gasto en Defensa y otras partidas. La combinación de ambas medidas sería un grave lastre para una economía renqueante. “Sumando la cuantía de la subida de impuestos y el recorte del gasto equivaldría a una reducción del 5,1% del déficit público en 2013. Para ponerlo en contexto, es más del doble del tamaño de los estímulos puestos en marcha en 2008. Si finalmente estos cambios se ponen en práctica constituirían un muy severo shock para la economía de Estados Unidos”, advierten desde AXA Investment Managers.

La caída en ese “abismo fiscal” solo podría evitarse con un acuerdo entre demócratas y republicanos. Ese acuerdo resulta casi imposible a dos meses vista de las elecciones. Después de los comicios también se antoja difícil teniendo en cuenta que se prevé una composición del Congreso similar a la actual en un contexto marcado por un alejamiento cada vez más evidente entre las posturas de ambos partidos. Hay pocos puentes de entendimiento entre una clase política que presenta el mayor grado de ideologización que se conoce acerca del papel del Estado en la economía. “Esta temporada de elecciones presidenciales en Estados Unidos consiste más en una política de odio que en un debate productivo en torno a qué factores van a conducir al país en la dirección correcta”, denuncia Steen Jakobsen, economista jefe de Saxo Bank.

En opinión de Russ Koesterich, responsable de Ishares, la división de fondos cotizados de BlackRock, la Administración que salga de las urnas tendrá la “última oportunidad” para solucionar los graves problemas fiscales que tiene el país antes de que estos se conviertan en estructurales. “Aun suponiendo que la caída en el abismo fiscal puede ser pospuesta, el crecimiento de Estados Unidos depende de un número de problemas estructurales: una reforma sensata del sistema fiscal y las reformas del Estado de bienestar. Si las elecciones hacen que cualquiera de estos cambios sea más probable una subida de los mercados estaría justificada. Si, por el contrario, nos despertamos en la mañana del 7 de noviembre con un Gobierno dividido y sin consenso para las reformas, Europa ya no será el mayor problema de la economía mundial”, concluye Koesterich.

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